Respecto a por qué sospechó que había algo que no estaba bien con esa leche, recordó que “como jefe de Estado Mayor de la Tercera Zona Naval me llegaban los datos del estado de fuerza del personal, y me llegaban también los datos de los que tenía yo enfermos. Resultó que ese día me llegó el reporte con mucha gente enferma del estómago en el Batallón de Infantería de Marina, con sede en Las Bajadas, o sea en el Aeropuerto de Veracruz”.
Me llamó la atención y traté de averiguar, le hablé al comandante del batallón, de apellido Isunza, capitán de navío, o sea coronel. Le pregunté qué pasaba con su gente, que tenía muchos enfermos del estómago”, por lo cual se llamó al despensero, recordó al agregar que se trataba de investigar por qué había muchos enfermos del estómago. En la plática salió a relación descartar que fueran las verduras, la lechuga de la ensalada, así como otros alimentos.
Se llegó al punto de que el atole se preparaba con leche, la cual se supuso que era “bronca”, comprada de algún rancho. Pero se aclaró por parte del despensero que él había comprado leche sacada del robo hormiga de la aduana.
Ante esto, pidió que se le diera una muestra de la leche, misma que se la dio a revisar al físico matemático, Miguel Ángel Valdovinos, que era el jefe del Control Ambiental de la Nucleoeléctrica de Laguna Verde, y con quien tenía y tiene “una excelente amistad”
Lo conocí porque éramos amigos y jugábamos ajedrez, mucho más joven que yo. Desde que era estudiante nos llevamos bien. Inclusive porque nos tocó participar y estar, él como jefe, del Grupo de Estado Mayor que hizo el Plan de la Defensa de la nucleoeléctrica, y luego el Plan de Emergencia Radiológica Externa”, explicó.
Asimismo, refirió que durante esos días se enteró del caso de Chernobyl y de la nube radioactiva que al extenderse contaminaba los pastos, debido a lo cual había reclamos de los países de Europa del norte hacia la entonces Unión Soviética.
Detalló que “cuando preguntó de donde había venido la leche; pues que de Irlanda del Norte, uno de los países que estaban reclamando a la Unión Soviética los daños que había provocado la precipitación de materia radiactiva. Entonces, se me encendió el foco y ligue una cosa con otra, y pedí a la gente de la aduana que si me podían proporcionar una muestra y me la llevaron, y era exactamente la misma leche”.
Tenía 10 veces más estroncio y cesio radioactivo”, que puede producir daños genéticos, cáncer y una serie de enfermedades, expuso.
Contó que con los resultados del análisis se comunicó con la gente de la aduana para ver lo que pasaba, confirmar de dónde había venido la leche. Una vez confirmado “les dije que era necesario cerrar esas bodegas, porque eran 47 mil toneladas”.
Puntualizo que “no se había distribuido esa leche, pero posiblemente salió algo como robo hormiga. Se contaminó mucho después, después del relato, porque esta leche supuestamente la iban a regresar a Irlanda del Norte, en el camino la desviaron y la metieron en Tampico, donde la corrupción provocó que volviera a entrar. La trataron de llevar para la Ciudad de México y se descarriló el tren antes de llegar a Monterrey, ahí hubo robo hormiga, no sabían que estaban robando veneno”. Es cuando se da a conocer lo que estaba pasando y se difunde.
Retomó su relato al apuntar que “cuando yo descubro que había leche radioactiva le aviso al secretario de Marina, Miguel Ángel Gómez Ortega, a través del jefe de Operaciones Navales, que era el almirante Mauricio Scheleske”.
Agregó que “me pidió que le rindiera un informe por radiograma”, a lo que le dijo que si fuera por esa vía “creo que va a pasar por muchas manos y se va a difundir, pienso que esto tiene que tratarse con mucha discreción entre el señor secretario de Marina, entre el señor secretario de Salubridad y entre el señor presidente de la República, porque si esto se fuga va a ser un escándalo nacional que va a entorpecer cualquier investigación”, a lo que accedió y de esta manera se lo comunicó.