En Malasia baja la producción de aceite de palma. En Vietnam se dejan de pescar gambas y el ejército tiene que ponerse a recoger arroz. Hay retrasos en la recogida de café en Brasil. Hay falta de abastecimiento en Reino Unido. Todos los problemas de la cadena alimentaria giran alrededor de la falta de trabajadores. Desde el más humilde agricultor al camarero mal pagado. La pandemia provoca un corrimiento de tierras en la mano de obra mundial.
La inflación deja de ser la mayor preocupación de los bancos centrales para empezar a convertirse en un problema para los ciudadanos. Ya no solo es que los combustibles o la luz estén más caros, también la comida. En poco meses, las presiones inflacionistas se han filtrado por el sistema económico para llegar a la mesa de los hogares.
La subida de precios de las materias primas parecía que iba a ser una consecuencia temporal de la reapertura de las economías, pero según avanzan los meses las presiones inflacionistas se van trasladando cada vez a más productos y sectores. Y los alimentos no son una excepción. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) ha denunciado “aumentos considerables” en las cotizaciones internacionales del azúcar, trigo, carne y los aceites vegetales, productos básicos que afectan a cualquier rincón del planeta.
La institución elabora un índice de precios de alimentos básicos y desde hace meses está ofreciendo datos más que preocupantes. El precio del azúcar aumentó un 9,6% mensual en agosto, pero desde el año pasado se ha encarecido un 48%. Los cereales suben un 3,4% respecto a julio, pero un 31% desde el año pasado. El precio de la carne crece a un ritmo anual superior al 20%. La FAO alude a numerosos problemas para explicar el encarecimiento de los alimentos desde origen como sequías o inundaciones en ciertos países
Pero también apuntan a factores estructurales de la cadena alimentaria en un mundo global que hace que sea imposible esquivar las presiones inflacionistas. La producción en algunos de los principales países exportadores se está viendo afectada debido a los altos costes de los insumos y del transporte, destaca en el informe publicado hoy. Además, señala el problema de fondo de escasez de mano de obra en muchos países productores de alimentos básicos.
Pero la falta de trabajadores está afectando a toda la cadena de suministro. Desde el origen a los puntos de venta, como un McDonald’s en algún punto perdido de EEUU o Europa. En Vietnam, el ejército está ayudando con la cosecha de arroz En el Reino Unido, los agricultores están tirando leche porque no hay camioneros para recogerla o peligran las existencias de pollo. Los granos de café en Brasil tardaron 120 días en cosechar este año, en lugar de los 90 habituales, por falta de recolectores. En EEUU falta personal en los centros de envasados de carne. Por no hablar de la carencia de cocineros y camareros.
En toda la cadena de la alimentación hay precarización del trabajo
Los efectos de la pandemia están detrás de esta circunstancia. La industria de la alimentación es uno de los sectores menos automatizados del mundo y sigue necesitando una fuerte inversión en capital humano. En toda la cadena existe una precarización del trabajo, que ha propiciado la huida de trabajadores a otros tipos de trabajo.
La escasez está afectando a granjas, procesadores y restaurantes por igual. Malasia, el segundo productor mundial de aceite de palma, ha perdido alrededor del 30% de la producción. La producción de gambas Vietnam, uno de los principales exportadores del mundo, se ha reducido entre un 60% y un 70% desde antes de la pandemia. Y una quinta parte de la producción de tomate en el sur de Italia se ha perdido este año, debido al calor abrasador y la parálisis del transporte.
“La nueva economía tras la pandemia está creando opciones para muchos trabajadores donde antes no las había” comenta Decker Walker, experto en la industria en Boston Consulting Group, en declaraciones a Bloomberg. Dice que cada país y sector es diferente pero existe el elemento común de “poco personal” en los puestos más precarios de la cadena.
La pandemia ha dejado puestos de trabajo sin cubrir en otros sectores
Digamos que los trabajadores de menor escala han subido de nivel. La pandemia ha dejado puestos de trabajo sin cubrir en otros sectores. Por ejemplo, los trabajadores australianos que anteriormente podrían haberse conformado con puestos en plantas procesadoras de carne en zonas remotas pueden optar por trabajar en ciudades más concurridas. Muchos de los ciudadanos de la Unión Europea que normalmente viajan al Reino Unido para trabajar en granjas, de camioneros o sirviendo café eligen quedarse en sus países de origen, con otros puestos. Y en EEUU, los trabajadores dejan el campo para trabajar en tiendas o de repartidores.
Jon DeVaney, presidente de la Asociación de Frutas de Árboles del Estado de Washington , reconoce que trabajos como el de la recogida de frutas son exigentes. “Estás recogiendo fruta y subiendo y bajando escaleras, así que sí, tu alternativa de presionar botones en una caja registradora es mucho más atractiva”, reconoce.
La situación está creando problemas de producción. “Ofrecemos excelentes puestos de trabajo con un buen salario, pero a pesar de trabajar duro para contratar a gente, no cubrimos puestos”, explica Patrick Criteser, de Tillamook County Creamery Association, una cooperativa de lácteos con sede en Oregón. Criteser, prácticamente el máximo ejecutivo de la asociación, tiene que ir a las granjas para echar una mano.
Distribuidores mayoristas como Sysco Corp o United Natural Foods han denunciado retrasos en la producción de productos que van desde tocino al agua de coco. En Reino Unido, algunas tiendas se están quedando sin alimentos básicos como el pan o el pollo, mientras que McDonald’s se quedó sin batidos en agosto por los problemas derivados de la falta de camioneros.
Los trabajadores exigen cada vez más una mayor protección contra el coronavirus, así como salarios más altos, según Sunny Verghese, consejero delegado de Olam International.
Tarde o temprano los mayores costes llegan al consumidor
La escasez de trabajadores amenaza con aumentar aún más los costos para las empresas a través de aumentos salariales y esto solo conduce a dos caminos. Pierde la empresa, con menores márgenes, o pierde el consumidor con un alza de los precios. “Con la inflación que estamos viendo en el negocio y la inflación que estamos viendo a nivel agrícola, tarde o temprano estará en la estantería del súper”, avisa “Con la inflación que estamos viendo en el negocio y la inflación que estamos viendo a nivel agrícola, se trasladará a la estantería”, avisa Criteser.
Uno de los principales productores de comida envasada de EEUU, Campbell Soup, ha anunciado un aumento de los precios en sus productos para lo que queda de año para defender el margen de beneficio. La compañía se une a una larga lista de productores como General Mills o Conagra Brands. En la presentación de resultados anuales, el grupo, que aumenta las ganancias un 40% hasta los 1.545 millones de dólares, ha resaltado que está soportando mayores precios en ingredientes básicos y un mayor gasto en el transporte.
Subidas de salarios y beneficios empresariales tienen difícil encaje. La cadena de comida rápida Chipotle recientemente elevó los precios del menú estadounidense después de aumentar el salario promedio a quince dólares la hora, ante las dificultades para contratar a personal.
El déficit de trabajadores no ocurren en todas partes y los efectos no se distribuyen de manera uniforme. La falta de camareros está ocurriendo recientemente, mientras que en el campo la falta de agricultores es un problemas que arrastra desde hace décadas. Tampoco es lo mismo el problema de Reino Unido, con la situación en el resto de Europa. China no se ha visto afectada en gran medida y en India, si bien la inflación sigue siendo una preocupación, la mano de obra es abundante y la agricultura no ha sido afectada en su mayoría por las restricciones de virus.
“Al final, los precios de los alimentos tienen que subir para compensar mejor a los trabajadores y encontrar soluciones”, comenta Cindy van Rijswick , analista senior de Rabobank.