La creencia de que las vacas son enormes responsables del cambio climático está generalizada y juega un triple rol de daño, perjudicando sensiblemente a quienes producen y manufacturan los alimentos que ellas originan, a la salud y la buena fe las personas que creen que degradando la calidad de su alimentación están ayudando proteger el planeta donde viven, y por último y no menos importante, manteniéndolas distraídas de las causas reales del problema que las preocupa.

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En el almuerzo familiar del día del padre, uno de los más jóvenes de la familia contó que con sus compañeros suelen generarse discusiones entre los que creen en el calentamiento global y los que afirman que es un mito. Es llamativo cómo el verdadero quid de la cuestión está tan fuera de foco y tiene a personas bienintencionadas discutiendo sin sentidos. 

El calentamiento global es una realidad, lo discutible es hasta qué punto afecta la vida en el planeta y dónde hay que tocar para que las acciones que se tomen valgan la pena y no se conviertan en debates yermos que no hacen más que enfrentarnos y alejarnos de las soluciones concretas.

Grandes campañas postulan que el abandono del consumo de carne y leche salvaría al planeta, combatiría el cambio climático, detendría la deforestación y la destrucción de la vida silvestre, y preservaría el agua. Ninguno de estos principios no es un disparate.

“Lunes Verdes” fue una propuesta del Ministerio de Ambiente de la Nación (Argentina) que invitaba a reemplazar la proteína animal por la vegetal, y derivó también en “Lunes sin Carne” que rápidamente fue dada de baja por contraponerse a los argumentos reales de la ganadería regenerativa, que se venía promoviendo por otro lado.

Mientras tanto la actividad del productor ganadero va perdiendo permiso social, y crece la idea de que lo que produce es malo para la salud y que además es el monstruo responsable de la destrucción del planeta. Muy contraproducente para ellos y… ¿muy conveniente para quién?

Bill Gates, que nos insta a la eliminación de la carne y la leche en nuestras dietas, bajo la amenaza de que no hacerlo nos llevaría al desastre climático y sanitario, es uno de los más grandes impulsores de la carne sintética, sin embargo, existe numerosa evidencia científica de que su método de producción estaría emitiendo más gases de efecto invernadero de lo que lo haría un animal en un sistema pastoril, o silvo pastoril.

Organismos que contratan celebridades, tal es el caso de PETA con Joaquín Phoenix, exponen mensajes de alta carga emotiva que generan gran impacto. En cuanto a la producción lechera específicamente, todos recordamos como la historia de una influencer tuvo más peso que cualquier declaración científica, apelando a la sensibilidad de un público altamente permeable a esto. 

Es correcto que la emisión de dióxido de carbono de origen antropogénico va en incremento, pero no todos los gases de efecto invernadero son malos, de hecho, son necesarios para retener parte del calor que llega a la tierra. Siempre hubo ciclos de calentamiento seguidos por ciclos de enfriamiento, pero el problema ahora es que la tasa a la que se está calentando el planeta es muy superior a la media histórica.

¾ de las emisiones vienen de la generación de energía, transporte e industria. Cuando TODA la producción animal representa el 5,8% de las emisiones directas. Sólo esto debería ser suficiente para empezar a entender de una vez por todas, que el problema está en otra parte, y no en los corrales. Incluso si sumamos la deforestación, que es también un efecto colateral de algunos desarrollos ganaderos, estaríamos en el orden de un 7%.

Desde que en 1752 comenzó la extracción de carbón y aparecieron las primeras máquinas a vapor, hasta la actualidad, Argentina emitió el 0,51%, Europa el 33% y EU el 25%, lo demás se reparte en el resto del mundo ¿Podemos seguir pensando que lo que comemos aquí es responsable de un desastre climático mundial?

Los países desarrollados asumen compromisos de reducción de sus emisiones y presionan a los menos desarrollados para que hagan lo mismo. Y hay que trabajar en la reducción de las emisiones, esa es una meta global, no depende de dónde tengamos domicilio, pero la exigencia no puede ser la misma para los países en vías de desarrollo que para los que ya están en otro nivel de posibilidades.

Hay una correlación muy fuerte entre el nivel de emisiones y el desarrollo de los países, sin embargo, los más desarrollados llegaron a dónde están gracias a que emitieron sin control, y hoy pueden cambiar su matriz energética hacia otras más limpias, pero mucho más costosas. A los menos desarrollados, que son los que menos emiten, y que menor capacidad de inversión tienen se les impone la misma responsabilidad, se les pide un sacrificio que hay que hacer, pero la presión debería ser menor.

En 2006 FAO sacó un informe llamado “La larga sombra del ganado”, en el que puso a la producción animal en el top de la responsabilidad de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Producir carne y leche se convirtió en herejía y los medios y las organizaciones siguen haciendo uso y abuso de la desinformación de hace 16 años, a pesar que en 2009 se reportaron groseros errores metodológicos en ese informe. En 2013 FAO recalculó, y le endilgó a la ganadería un 20% menos de responsabilidad, pero no hay disculpas ni nuevo informe que reparen el daño que causó y sigue causando con su informe del 2006.

¿Cómo te lo explicamos? Una molécula de metano calienta la tierra 28 veces más que una molécula de dióxido de carbono, y en esto se basaron todos los cálculos. Pero resulta que el metano que eructa el ganado no es equivalente al originado en la quema de combustibles fósiles. Es incorrecto compararlos. El metano que eructan las vacas en su proceso digestivo, forma parte de un ciclo biogénico y se recicla a través de la fotosíntesis. Las plantas lo transforman en celulosa, almidón y otros compuestos que el animal consume al pastar. En una docena de años ese metano se transforma en CO2 y se reincorpora al ciclo. 

Después, está el ciclo antropogénico del carbono: 100 años extrayendo carbono acumulado 8 km bajo tierra, sus gases no se reciclan, se acumulan en la atmósfera por mil años hasta que logran degradarse y eso es lo que el planeta está siendo incapaz de soportar.

Esto no quiere decir que la ganadería no puede hacer su aporte mejorando sus emisiones. El cambio debe ser cultural y todos tienen que contribuir al cuidado del planeta desde el lugar que les toque. Por esto mismo es constante el estudio y la evolución de los sistemas de producción lechera.

Los sistemas pastoriles son potenciales secuestradores de carbono, y en los sistemas intensivos o confinados, que son aquellos donde las vacas lecheras no salen a pastar, sino que se les sirve el alimento, la dieta está mejor balanceada y pueden emitir hasta un 30% menos.

Abandonar el consumo de carne y leche no sólo pone en riesgo tu salud y tus capacidades, sino que además no aporta una solución. No es por ahí. No es disminuyendo la calidad de la nutrición de los humanos que se va a salvar planeta. Los consumidores están cada día más atentos a las alternativas que prioricen el cuidado ambiental, pero no pueden dejar la salud por el camino.

La leche, la legítima, no está dañando al medio ambiente. Su producción ocupa tierra, espacio, agua: nada puede producirse sin recursos. Es un delirio pretender que se viva del aire, el sol y de cosas que simulan ser lo que no son ¡Sino que alguien calcule por favor la huella de carbono de todos esos sub alimentos pseudo salvadores!

¿Se pueden utilizar estos recursos de un modo más eficiente? Claro que siempre se pueden repensar las maneras de hacer las cosas. La ciencia y la tecnología al servicio de la agricultura y la ganadería trabajan cada día aportando a ese objetivo, con el fin de producir más y mejores alimentos, para dar de comer a una población en crecimiento.

Es perverso quien intenta convencernos de que nuestra existencia es perjudicial para todo lo que nos rodea. No estoy de acuerdo con esa mirada culposa del ser humano que debe degradarse en favor del medio ambiente o de lo que fuera, creo que somos tan maravillosamente parte de este planeta como la tierra, los animales, las plantas, el agua y el aire. Creo que como seres pensantes, creadores y creativos debemos usar los recursos con responsabilidad. Es cierto que es una conciencia que no siempre tuvimos, pero que vamos generando en el aprendizaje de la prueba y el error. 

Seguí eligiendo la mejor nutrición. Comer carne y consumir lácteos hace bien.

Vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy?

 

Valeria Guzmán Hamann

EDAIRYNEWS

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