Sabemos muchas cosas de la leche pero ¿qué sabemos en verdad? Damos por sentado el acceso a los productos de nuestra preferencia en el supermercado, pero con frecuencia no llevamos nuestra inquietud al origen de las cosas.
Si bien últimamente ha habido un boom en ese querer saber, ya sea por preocupaciones de índole ambiental o sobre bienestar animal, todavía no todo el mundo ha llegado a las fuentes correctas de información, porque en la primera línea de búsqueda nos damos de bruces con infinidad de artículos cargados de prejuicios, con muy poco de verdad y ningún sustento científico.
El rigor de la verdad no tiene mucho marketing, y tal vez porque la suponemos obvia, no trabajamos para hacerla más evidente. Lo contrario sucede con la posverdad que sí tiene mucha propaganda y donde la VERDAD, con todo el peso de su definición, te la debo; pero igual no importa porque los ha dejado a todos hechizados y con sus emociones, por lo general negativas, a flor de piel, sobre todo a los que por diferentes razones no han cultivado mucho el sentido común y el pensamiento crítico.
El origen primario de la leche está en el campo, ahí los productores lecheros crían, recrían y reproducen a las vacas , las cuidan y además cultivan su alimento. Sí señores, la leche sale de las vacas, y aclararlo no es una ironía ni un paso de comedia, hoy en día que se llama leche a cualquier fluido vegetal.
Para que una vaca produzca leche es necesario que haya alcanzado la madurez necesaria para preñarse y haya parido un ternero ¡o dos si tenemos suerte! También es necesario que reciban una alimentación acorde a cada etapa, que estén confortables y felices porque sino, no producen; por eso el tambo es una de las actividades pecuarias que no solo aplica a rajatabla las máximas del bienestar animal, sino que agrega más y más elementos de confort: losa radiante para los recién nacidos, enormes ventiladores cuando hace calor, un suelo mullido e incluso rascadores: unos cepillos gigantes que les encantan, y una infinidad de amenities.
La naturaleza nos ha dotado a las hembras de los mamíferos con la capacidad de producir leche como primer alimento para nuestra cría ¿Pero entonces dejamos a los terneros sin su alimento si nos llevamos la leche de sus mamás? No. Una vaca lechera produce entre 22 y 35 litros en promedio por día, durante un poco más de 1 año. Su ternero necesita entre 6 y 7 litros de leche por día durante sólo 2 meses.
Las vacas lecheras se ordeñan 2 veces al día o más, con sistemas de extracción mecánica que son colocados por operarios en la sala de ordeño generalmente cada 12 hs, o en puestos robóticos a los que las vacas ingresan voluntariamente cada vez que lo deseen y en donde se puede observar que lo hacen hasta 4 veces en 1 día. Ser ordeñadas las alivia, y de ninguna manera las incomoda o daña. Y sí, leyeron bien: robots ¡No se dan una idea de la tecnología que hay en el campo! Prometo contarles sobre eso más adelante.
La leche extraída se almacena en tanques de enfriamiento, desde donde la retiran diariamente los camiones que la llevan a la industria, y que también están refrigerados. La cadena de frío es muy importante porque garantiza la sanidad de la leche. Una vez ahí se la analiza, se clasifica según su calidad y se pasteuriza, se homogeneiza y se envasa. Recién después de todo esto, la leche va camino al mercado en el que la compramos.
No, la leche no sale del refri. Lleva un proceso largo y laborioso que empieza con una ternera recién nacida a la que se cuida y alimenta con amor, con precisión y exactitud, hasta que crece lo suficiente para preñarse y parir por primera vez.
La leche no es sólo el alimento más completo jamás creado, es el resultado de un ciclo biológico perfecto que la humanidad aprendió a interpretar, e intervino para siempre modificando nuestro desarrollo cognitivo, óseo y muscular.
La leche es deliciosa, es ancestral, es cultural y es saludable ¡Consumir lácteos hace bien!
Vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy?
Valeria Guzmán Hamann
EDAIRYNEWS