La devaluación llegó de golpe y con una corrida cambiaria que comenzó y no se sabe cuándo va a detenerse. El contexto local es caótico, no hay precios de insumos, para cerrar el combo, el mercado internacional se desploma y pone en riesgo de quebranto a empresas y productores.

La devaluación fue la punta de lanza que desató una tormenta de incertidumbre luego de que los ciudadanos se expresaran en las urnas. Esto sucede porque se devaluó sin dólares y sin un plan detrás. Todos buscan cubrirse y el gobierno sale a tratar de tapar el sol con las manos usando las viejas recetas, rumores de cierre de exportaciones y acuerdos de precios.

El rumor de cierre de exportaciones tiene su asidero ante la decisión del gobierno de correr a Matías Tombolini en la negociación con las empresas para realizar nuevos acuerdos de precio luego de la devaluación, y el nombramiento en su lugar al titular de la Aduana, Guillermo Michel, el que tiene la llave para permitir el ingreso o egreso de productos en el país.

Sin necesidad de una normativa específica, Michel se sentó sobre los permisos de exportación a negociar con empresas lácteas y cárnicas. Hasta la semana pasada los empresarios todavía mantenían cierta cautela y pensaban que el gobierno tenía todavía cierto poder, después de las elecciones ya no piensan lo mismo.

Desde el gobierno se habrían dado cuenta de esto y al parecer en las negociaciones que están comenzando con los empresarios en lugar de garrote estarían dispuestos a usar una zanahoria. En las últimas horas del martes les llegó el mensaje a los ejecutivos de las lácteas más importantes de que las autoridades estrían dispuestas a bajar las retenciones de la leche en polvo a un 4,5% e igualar todos los reintegros o eliminarlos para todos los productos.

Todo esto condicionado a que las empresas acepten un techo de aumentos del 5% mensual por 90 días. Habrá que ver con el paso de las horas (hablar de días suena a futuro muy lejano) cuánto pueden hacer las autoridades para que se logre maquillar la inflación que viene, tratando no ya que no sea de dos dígitos, sino que el primero de ellos comience con 1…

Sobre la tarde corrió el rumor de que a una de las empresas más importantes del sector le bajaron un contenedor de leche en polvo de un barco. Desde la empresa negaron que eso haya sucedido con un embarque suyo, pero no pudieron asegurar que no sea otra la perjudicada.

A la hora de escribir esta nota se estaba negociando un aumento de los combustibles que sería por lo menos del triple que se venía dando mes a mes, las empresas piden que ese 4% pautado desde hace meses se quintuplique. Esta movida no hará más que complicar cualquier negociación con las empresas productoras que ven como aumentan más y más los costos.

Mientras tanto, el mercado mundial no solo no ayuda, sino que complica cada día más la realidad local. Hoy hay mucha leche que no tiene salida, ni en el mercado interno ni en el externo a los precios de quebranto que se está cotizando.

Hoy las empresas están muy estoqueadas, y si bien la devaluación del dólar puede reflejar en sus balances un número más consistente, los costos de financiación que deben afrontar para almacenar esos productos supera cualquier beneficio que haya traído el nuevo dólar oficial. Muchas empresas fueron armadas pensando en valores que hoy el mercado ya no convalida, hoy pende su supervivencia.

Ante este panorama los tamberos miran con preocupación los sucesos y no dejan de agarrarse la cabeza. Hoy no tienen precio para sus insumos y dependen más que nunca del clima. Si las lluvias llegan todo puede maquillarse, pero si el agua escasea la salida del negocio será inevitable.

Pero tal vez, lo peor es que no se ve una luz de esperanza en el corto plazo. Nadie sabe qué va a pasar mañana, de hecho, no sabemos nosotros si cuando usted esté leyendo esta nota no habrá cambiado algo de lo que acabamos de escribir.

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