Manejo del pasto, uso de la genómica para producir más litros y apuesta a la robotización, llegaron para quedarse.
Los productores lecheros siguen apostando a incrementar la productividad, ya sea a través de la incorporación de tecnologías o mediante mejoras en el manejo de los sistemas, que en su mayoría, siguen teniendo una base pastoril,
En estos últimos 10 años, el sector incursionó en una mayor robotización de los sistemas de ordeñe, en la optimización de la genética apoyándose en la genómica, así como en la mejora del medio ambiente, haciendo un manejo más eficiente de los efluentes de los tambos. También hubo cambios en el manejo de la alimentación en los tambos.
Los cambios en este y otros sectores, vienen de la mano de productores más activos, que llevan registros productivos y representan una porción importante de la leche que produce Uruguay.
Atrás, más lento, se van sumando otros productores con menores posibilidades económicas, pero con las mismas ganas de avanzar.
Para el director del Programa Nacional de Lechería del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Ing. Agr. Santiago Fariña, hay tres cambios más marcados en la última década.
“Se registró un aumento en la cosecha de forraje. Concretamente, los datos de Conaprole muestran que desde 2001 o 2002 hasta llegar a los últimos años, hay un 30% de aumento en la cantidad de forraje que generan los sistemas, entre lo que cosechan las vacas directamente y lo que se reserva”, afirmó el investigador.
Ese incremento en la cantidad de forraje producido está atado al aumento de la carga por hectárea. “Esos sistemas cosecharon más forraje, pero aumentaron la carga animal en casi 20% y encima lo hicieron con un poco más de sólidos en la leche (le leche se paga en base a sólidos y proteínas). Es como un cambio fuerte en ese sentido, porque se dio un pequeño salto en más carga, más forraje y mejora en los sólidos”, remarcó Fariña.
Este cambio no se registró a través de tecnologías o insumos, sino a través de “una combinación de mejor gestión de los forrajes, porque esos sistemas venían creciendo y por una cuestión económica, se vieron obligados a crecer a partir de forrajes de producción propia. Es un avance significativo”, consideró el experto.
Fariña que está especializado en organización, administración y gestión de empresas agrícolas o fincas, marcó como otro cambio importante la gestión de efluentes en los tambos.
“Si bien hay regulaciones de por medio, la certeza de que hay que gestionar los efluentes en los tambos se acrecentó, así como la convicción de que se deben juntar los residuos de las vacas, separar sólidos de líquidos y aplicarlos en el campo. Algunos productores lo hacen motivados por regulaciones y otros por el aprovechamiento de esos efluentes, pero eso se generalizó bastante”, consideró el director del Programa Lechería de INIA.
Infraestructura. El tercer cambio que consideró más significativo es el avance en la infraestructura para el confort animal, donde entran la sombra, las camas calientes y otras tecnologías. Asimismo, destacó la incorporación de agua en la parcela como una mejora de la producción porque las vacas caminan menos, mejoran en el consumo de forraje, pero también genera menos residuos en el campo.
La incorporación de sombra para darle mayor confort a las vacas y así cuidar el bienestar animal es una tecnología vieja. “Se demostró mucho en INIA los beneficios y a nivel internacional el impacto que tiene en la producción de la leche. Se ha mejorado mucho la incorporación de la sombra en los tambos en los últimos año”, admitió Fariña.
A nivel de suplementación y alimentación de las lecheras, también se registraron avances en la incorporación tecnológica en los tambos. “Ahí entran distintas infraestructuras de pistas para alimentación y quizás en los últimos dos años la cama caliente”, dijo el investigador.
Mirando lejos. A su vez, Fariña también señaló algunos cambios un poco más disruptivos que pueden representar una tendencia interesante a futuro.
En ese sentido, dijo estar viendo con mucho interés el avance de los sistemas de ordeñe robotizados, que todavía son pocos en Uruguay: apenas cuatro. Uno es el tambo de INIA La Estanzuela y los otros tres son empresas comerciales.
“Creemos que esos sistemas son parte del proceso. Demandan inversiones altas y los que los adoptan son productores que tienen que tener cierto interés particular por meterse en esta complejidad donde hay poca información local”, admitió Fariña. En INIA La Estanzuela recién hay tres años de experiencia en tambo robotizado con ordeñe voluntario sobre un sistema pastoril y los otros tres sistemas que existen en empresas comerciales, son con las vacas confinadas.
Según la visión de Fariña, algunos productores los adoptaron para tener un mejor rendimiento de las vacas. En otros casos, “vemos como un interés, pero que todavía no despegó en términos de inversiones, que son las personas que ven la robotización como una alternativa para hacer más cómodo el trabajo para los operarios en general”, agregó.
La otra tendencia futura y actualmente hay 6 productores que están impulsando un proyecto, es la producción de leche en base a sistemas que utilicen menos agroquímicos (agro ecología). “Hasta ahora un solo productor viene trabajando así hace unos años y los otros están recién viendo la forma de cómo producir de esa manera. Nosotros estamos un poco aprendiendo con ellos”, remarcó Fariña. Son productores que buscan producir con menos uso de químicos y menos fertilizantes en general, remarcó el director del Programa Lechería de INIA . No buscan certificación, ni valorizaciones.
Otros cambios. Por su parte, el Ing. Agr. Edgardo Cardozo, asesor privado de empresas lecheras y ex subsecretario del MGAP, reconoció que la velocidad de los cambios tecnológicos es tremendamente grande. Entre los avances citó en primer lugar a la genética, que continúa siendo uno de los pilares fundamentales, porque “hay que sacar mayor volumen de leche y de sólidos”.
La adopción de la genómica es clave para avanzar productivamente y para acelerar ese avance genético, “por haber acortado la identificación de los animales superiores, tanto a nivel internacional, como dentro del propio rodeo”, dijo. Recordó que hoy ya no se hacen pruebas de progenie, se habla directamente de genómica. Y en ese sentido recordó: “no hay un solo toro Holando para usar en los rodeos comerciales que no sea genómico. A ese ternero se le saca la identificación, empieza a producir y ya está en condiciones de ser utilizado. Antiguamente se precisaba una progenie con cinco o seis años de intervalo generacional. Hoy con un par de años está solucionado”, detalló el Ing. Agr. Cardozo.
A su vez, en las pruebas de progenie, era difícil entrar genéticamente a mejorar características relacionadas con la sanidad y la reproducción, por ser características de muy baja heredabilidad.
“Ahora al entrar la genómica, abre un panorama formidable de mejora para esas características. Se evitan problemas que se dan en las producciones de la Unión Europea o Estados Unidos, como la pata de mula o la susceptibilidad a determinadas enfermedades”, agregó el asesor privado.
Hay avances significativos en nutrición y muchos quizás, todavía no se estén viendo en Uruguay. En ese sentido, contó que en el mundo “se habla de balancear dietas de aminoácidos, ya no hablamos de proteínas y fibras. Estamos hablando de cosas muy afinadas que es lo que harán más competitiva la producción animal”, agregó el especialista.
“A futuro poder disponer de forrajes transgénicos (plantas), permitirá usar menos insecticidas, direccionar herbicidas al ataque de ciertas malezas y otros avances. Desde el punto de vista medio ambiente tiene un gran signo de interrogación, pero abre un camino de adelantos”, admitió.
“Cada vez hay más gente demandando más información y tecnología, porque las empresas pierden competitividad”, reconoció el asesor de empresas lecheras. Hay una demanda esperando posibilidades y una vez que aparezcan esas posibilidades: “estamos un paso adelante, jugamos el partido e invertimos”, afirmó Edgardo Cardozo.
Preocupa perder la identidad productiva
“Preocupa que las inversiones en infraestructura para el confort animal no terminen distorsionando el sistema productivo que diferencia a Uruguay, que son las vacas pastoreando al aire libre”, admitió Fariña.
El diferencial que tienen hoy los tamberos de producir leche a bajo costo es a partir de que lo hacen con el alimento más barato, que es el pasto, al aire libre y por eso también Conaprole se diferencia internacionalmente con la certificación todo a pasto. Hay un montón de información internacional que muestra como consumidores o ciudadanos en general, tienen una percepción positiva de esa producción a pasto y negativa con los animales encerrados.
“Es una preocupación que un objetivo positivo, como lo es el que las vacas tengan un mejor confort, lleve a un cambio rotundo en el sistema productivo que haga perder la ventaja competitiva que tenemos”, afirmó el investigador de INIA. Por otro lado, si bien se favorece el bienestar animal, se incrementan bastante los costos, porque a esas vacas hay que llevarles el forraje y hay que moverle las camas dos veces por día.