El tiempo inestable de esta primavera no afecta del mismo modo en las áreas urbanas que en el medio rural. Para los que vivimos en la ciudad puede ser molesto, pero para ganaderos y agricultores las condiciones climáticas son fundamentales para su medio de vida. Está lloviendo mucho, muchísimo, y eso está dificultando dos tareas básicas a estas alturas del año para la supervivencia de las granjas de leche.
Por una parte, las precipitaciones casi constantes en las últimas semanas están complicando o, al menos dificultando, la recogida de hierba para ensilar. Los silos son fundamentales para la alimentación de las vacas en las granjas que se dedican a la producción de leche. En función de la calidad y la cantidad de ese forraje propio también oscilan los gastos que tienen que afrontar los ganaderos y, consecuentemente, la rentabilidad de su negocio.
Además, la lluvia pertinaz también están condicionando el sembrado del maíz forrajero, otro elemento fundamental en la alimentación de los animales en las granjas de leche. Algunas explotaciones ya han realizado la siembra, pero miran con preocupación el estado de los terrenos de cultivo, demasiado encharcados. Otros ni siquiera la han hecho, de modo que, previsiblemente, tendrán que ir a ciclos más cortos, con la consecuente merma en la producción.
“LOS MISMOS PROBLEMAS QUE EL AÑO PASADO”
De hecho, José Ramón Loza, responsable de cultivos de CLUN, reconoce que muchas granjas están sufriendo los mismos problemas que provocaron pérdidas importantes la pasada campaña.
Recuerda que el problema de la hierba para ensilar ya no es la cantidad, sino la calidad de la que se recoge, mientras que cualquier merma en la producción de maíz forrajero incide directamente en la cuenta de resultados de las explotaciones.
En su caso, sembró el maíz a finales de abril, pero ahora está muy pendiente de las tierras y de la evolución de los cultivos, porque demasiada agua tampoco es buena.
En cuanto al ensilado, ya hizo una primera corta de hierba y ahora está esperando a que el tiempo mejore, a que vengan unos cuantos días secos para realizar la segunda.
NO HAY UNA SOLUCIÓN IDEAL
Marcos Prado nos explica que no existe la solución ideal en este momento.
“Meter la hierba mojada hace que el silo tenga mucha acidez”, de modo que a la larga puede provocar “problemas estomacales” en los animales, con la consecuente merma de producción.
Esperar demasiado para cortarla y meterla seca, también supone “una pérdida importante del porcentaje de proteína”, circunstancia que también tiene sus consecuencias en la productividad.
De hecho, reconoce que hay explotaciones que “lo están pasando mal” a causa de esta situación, porque disponer de forraje propio en la cantidad necesaria sube los costes de producción y “hay granjas que ya arrastran ese problema desde el año pasado”.