La manera en que nos alimentamos determina de forma directa la fortaleza con la que enfrentamos al mundo, un cuerpo saludable, una mente activa, creativa y capaz de razonar con inteligencia. Esa importancia que le damos a la nutrición, no tiene sólo que ver con llenar la panza para la supervivencia, tiene que ver con priorizar y enaltecer nuestra condición humana.
Los humanos somos diferentes a otros animales. Tenemos lenguaje, sistemas de memoria avanzada, imaginación, habilidades creativas, inteligencia, conciencia y la habilidad de evaluar acciones futuras y cultura. El Humanismo nacido de la mano del Antropocentrismo se constituyó como una defensa de los valores humanos más elevados, prometiendo la construcción de un mundo mejor basado en el control de la naturaleza.
Esta concepción no significa una posición de poder que habilite al abuso de los recursos, sino a una capacidad de coexistir sinérgicamente con su entorno, animal y natural, tomando para sí lo necesario, y desarrollando al máximo sus capacidades para usar esos recursos de modo de asegurar la continuidad de su existencia.
Sin embargo, hay toda una corriente de pensamiento Anti Humanista que supone que la extinción de la humanidad haría que el mundo estuviera mejor, y encontró un fiel aliado en los movimientos ecologistas, ubicando al hombre como una plaga, y ya no como ser superior, merecedor de primacía y valoración de su individualidad. Rápidamente este pensamiento encontró abrigo en los valores de la izquierda política, cuyo discurso no habla directamente de extinguirnos, sino que nos degrada como individuos, reprimiendo o rechazando esa individualidad, anulando nuestra libertad, nuestra razón.
La leche y los productos lácteos son herramientas propicias para combatir el hambre y la inseguridad alimentaria, y son componentes fundamentales en una dieta saludable. De alto contenido de macronutrientes (carbohidratos, grasas y proteínas), así como de micronutrientes esenciales como vitamina A, vitamina B12, calcio y magnesio, su consumo se asocia a un mayor crecimiento en las poblaciones más ricas, y también en las más pobres. Esto les da a las poblaciones de riesgo la oportunidad de desarrollarse en cuerpo y mente para poder superar esa vulnerabilidad, y que su pobreza deje de ser ya una condición perpetua, y pase a ser circunstancia, de la que pueda salir con ingenio, capacidad cognitiva para poder recibir educación y otras motivaciones. La desnutrición pone a las personas en desventaja, y la resolución de ese acceso a los nutrientes es la verdadera igualdad.
La leche y los productos lácteos son una gran fuente de nutrición en todas las etapas de la vida y aun cuando cientos de millones de personas todavía no tienen acceso a una alimentación adecuada y nutritiva, se trabaja más arduamente no para combatir el hambre y la desnutrición, sino para destruir a la producción de alimentos de alto valor nutritivo, como la leche y los lácteos, de modo que su acceso se va volviendo cada vez más difícil, más caro, y más “inmoral”
La producción lechera es de las más afectadas en esta lucha insensata contra nuestros sistemas más tradicionales y eficientes de alimentación. Es urgente que retornemos hacia una cultura orientada a las personas, a un mundo libre y saludable con alimentos nutritivos cultivados y producidos en procesos naturales; y que cooperemos en la prevención de una hambruna causada por los planes de control del mundo basados en ideologías y no en ciencia o evidencia sólida.
La ciencia ideologizada está asumiendo un papel sin precedentes en la toma de decisiones políticas, poniendo en jaque las libertades más primordiales del ser humano. Así, las nuevas regulaciones ambientales son tan extremas que obligan a los productores, en las mecas lecheras del mundo, a achicar sus rodeos o pagar impuestos exorbitantes por mantenerlos, detonando su rentabilidad, obligándolos a cerrar o a dedicarse a otra cosa. La leche y los lácteos serán cada vez más escasos por razones ideológicas.
La Ilustración fue un movimiento cultural y filosófico que surgió en Europa entre 1688 y la Revolución Francesa. Se basaba en la autonomía, en que los individuos fueran capaces de decidir por sí mismos; la libertad total para cuestionar y examinar, criticar y desafiar los dogmas y las instituciones; y en la universalidad, que deviene del principio de la igualdad. Este movimiento preparó el camino para el desarrollo de la ciencia. Pero la ciencia puede corromperse con facilidad, distorsionando la ilustración y convirtiéndose en su enemigo y no su avatar.
Un ejemplo de eso es lo que está sucediendo en Holanda, el segundo mayor exportador agrícola del mundo, una superpotencia alimentaria, que ocupa un lugar muy importante en la cadena alimentaria mundial; sin embargo, su gobierno eligió por sobre la seguridad alimentaria, muy discutibles acciones contra el cambio climático. Al fin y al cabo, tanto las personas como el clima estarán peor. Porque no es el metano que emite el ganado, el responsable del calentamiento global, ya que este pertenece a un ciclo biogénico, y se recicla en la fotosíntesis, no como los gases emitidos por la quema de combustibles fósiles, que se apilan en la atmósfera por mil años, acelerando el cambio climático.
La erradicación del hambre es el mayor de los desafíos que enfrenta la humanidad. Se debe apoyar al crecimiento económico de los países en desarrollo y no esquilmar a los que ya están desarrollados, valorando al agricultor, al productor ganadero y lechero, porque la necesidad de los alimentos que ellos producen irá en incremento como la población.
El sector ganadero en general y el lácteo en particular, ayudarán a afrontar este reto grandioso, porque así lo es el crecimiento de la venerable humanidad, promoviendo la seguridad alimentaria y la nutrición.
Consumir lácteos hace bien, y ayuda a prevenir la desnutrición crónica, que es especialmente perjudicial para los niños porque el retraso en el crecimiento es en gran medida irreversible y se asocia con un menor desarrollo intelectual, una menor productividad y un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas en el futuro. Y producirlos es una noble tarea que da trabajo a más de 150 millones de hogares alrededor del mundo.
Vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy?
Valeria Guzmán Hamann
EDAIRYNEWS