Atravesando los mismos problemas que Mastellone por no poder trasladar los incrementos de costos a los precios de venta de sus productos y ver afectados sus márgenes por la constante inflación, Molinos Río de la Plata también arrancó el año con una fuerte caída de sus resultados operativos.
Es que, en el primer trimestre del 2022, la mayor alimenticia del país y propiedad de la familia Perez Companc generó ingresos y una rentabilidad similar a las del mismo período del 2021, pero con un fuerte incremento de los costos de producción.
La ecuación hizo que ese amesetamiento de sus variantes más importantes y la mayor suba de gastos le produjeran un derrumbe del 78% en su margen operativo en comparación con los primeros tres meses del año pasado.
El negativo escenario se produjo a pesar de logró aumentar su volumen comercializado en un 7%; generar ingresos por $17.652 millones y obtener ganancias por $1.993 millones entre enero y marzo pasados.
Por lo menos así surge del balance enviado por la compañía a la Comisión Nacional de Valores (CNV), en donde agrega que “se vio imposibilitada de equilibrar o recuperar esa suba de costos en los precios de los productos que elabora”.
El impacto se asocia a la persistente suba de los commodities a nivel internacional como así también de los costos locales, en especial insumos, envases y fletes, que continúan aumentando alineados con el sostenido proceso inflacionario por el que atraviesa la economía argentina, a pesar de la “guerra” declarada por el propio presidente Alberto Fernández y su gobierno, que vienen fracasando en su estrategia de contener la permanente suba de precios de la economía local.
Precios del trigo y del girasol, dos de los principales insumos de Molinos
Así se evidencia durante este trimestre tanto en el precio del trigo como en el del girasol, dos de los principales insumos que utiliza Molinos para elaborar su listado de productos alimenticios.
Ambos productos se vieron especialmente afectados por el conflicto derivado de la invasión de Rusia a Ucrania, situación que impulsó de manera significativa sus precios al alza.
En este contexto, los $17.652 millones de ingresos que logró en este trimestre estuvieron en línea con el mismo período del año anterior, focalizando la fuerte caída de los resultados operativos.
Sin embargo, esa negativa ecuación se vio compensada gracias a varios factores internos y externos como que logró una reducción en el costo financiero, se generó una menor devaluación de la moneda local frente al dólar y se benefició de un efecto positivo transitorio y de carácter meramente contable.
Todos datos que le impactaron en los resultados después de impuestos y llevaron el resultado neto del trimestre a los $1.993 millones contra la ganancia por $1.180 millones del trimestre inicial del 2021 cuando también obtuvo ingresos por $11.246 millones.
“A pesar de las dificultades del contexto, la sociedad continuará enfocada en el consumidor, sus marcas, la productividad y la eficiencia para seguir acompañando a los argentinos con productos cada vez más saludables, ricos, prácticos y accesibles”, asegura Molinos en su informe, en el cual dejó en claro que, al igual que en períodos anteriores y lejos de impulsar el índice de precios al consumidor, absorbe inflación de costos, en detrimento de sus resultados económicos.
Radiografía repetida
Durante los últimos años, y tal como también ocurre con el resto de las productoras de su sector, Molinos viene acumulando resultados financieros que reflejan los períodos de inestabilidad por los que atraviesa la industria alimenticia producto de la fuerte caída del consumo; del impacto de las medidas sanitarias para combatir el Covid-19 y de los programas de congelamiento y controles de precios establecidos por el Gobierno con el supuesto objetivo de controlar la inflación.
De hecho, el año pasado finalizó su ejercicio económico con una caída de 4,3% en sus ingresos y 29,9% en sus resultados operativos respecto al 2020.
Si bien su ganancia neta fue de $2.829 millones contra $2.635 millones del 2020, sus ingresos alcanzaron los $66.572 millones en comparación de los $69.545 millones del año anterior, evidenciando el impacto que en la cifra tuvo el menor consumo de alimentos en hogares durante el 2021, que según la consultora especializada Kantar cayó 12,6% comparado con el año anterior.
En tanto, el resultado neto se sostuvo producto del dinamismo en los programas de eficiencia, el estricto control de gastos, la reducción del costo financiero y la desaceleración del ritmo de devaluación de la moneda local.
De todos modos, y al igual que en el primer trimestre de este año, a nivel del resultado operativo permaneció la imposibilidad de recuperar en los precios de venta los importantes aumentos de costos, medidos a sus valores de reposición, asociados a la suba persistente de las materias primas a nivel internacional, como así también los costos locales, principalmente insumos y fletes, que continúan aumentando por el sostenido proceso inflacionario.}
Balances con “disfraz”
La radiografía que muestra el balance del 2021 de la empresa no difiere de lo que atravesó en el 2020, cuando su resultado positivo tampoco le alcanzó para revertir la caída de ingresos.
Durante ese período, Molinos advirtió menores operaciones en casi todos las categorías de alimentos, que retrajeron sus volúmenes comparados con los del 2019, en especial en categorías importantes como fideos, arroz, harina, yerba.
Hasta debió adoptar una serie de medidas extraordinarias para “disfrazar” en sus balances los verdaderos resultados de sus actividades afectadas por las menores ventas y las decisiones oficiales de imponer cepos a través de planes como Precios Cuidados que le impiden trasladar los aumentos de costos a los valores de su cartera de productos.
Por ejemplo, en el 2020 recurrió a la venta de sus oficinas centrales en la localidad bonaerense de Victoria y de esa forma equilibrar sus resultados en rojo.
El establecimiento, ubicado en la calle Uruguay 4075 de la localidad de Victoria, en la provincia de Buenos Aires, fue cedido a un grupo inversor a cambio de u$s20,7 millones, y es más que probable que los nuevos propietarios encaren un desarrollo inmobiliario en esa zona muy cercana a la Panamericana pero acordó con los nuevos dueños mantener sus oficinas comerciales y administrativas en el inmueble mediante un acuerdo de comodato.
A Molinos, la operación le aportó ingresos por $2.027 millones, que se sumaron a otros $1.169 millones que obtuvo a partir de políticas de control y recorte extraordinario de gastos, a pesar de los mayores costos generados por la crisis del Covid-19, y, a un riguroso manejo no recurrente del capital de trabajo que derivó en una reducción de la deuda en dólares, y por ende, en menores cargos financieros.
La puesta en marcha de este plan se produjo para evitar continuar acumulando números en rojo, como los que mostró entre el 2017 y el 2019, cuando acumuló pérdidas por $5.000 millones, rojo que fue revertido en el 2020 precisamente gracias a la venta de su sede.
De hecho, el anterior balance con ganancias había sido en el del 2016, cuando cerró con un saldo positivo de $880 millones.
Pero ese año, la empresa todavía no había escindido su negocio a granel que luego separó para operar con el nombre de Molinos Agro, el segmento de mayor desempeño, con exportaciones agroindustriales que le reportaron los mayores ingresos y un área de marcas afectado por incrementos de costos, no trasladados a precios.