“Desde el pasado 09 de julio tenemos el permiso”, dice el señor José Tomás Colmenárez, presidente y miembro fundador de Convelac (empresa encargada de producir la leche). “Hemos hecho los trabajos necesarios para garantizar la calidad del producto”, continúa el empresario.
Colmenárez se muestra tranquilo pese al inconveniente sufrido el pasado mes de mayo cuando la empresa tuvo que destruir 432 mil 264 litros de leche, pues entiende que el producto UHT (larga duración) elaborado por ellos es de muy alta calidad, pues los cinco pasos previos al procesamiento de la leche (seleccionar la vaca, limpiar el pezón de la ubre, ordeñar por medio de máquinas, congelar la leche y someter el liquido a choques termoeléctricos) son respetados en la empresa.
“No cualquier productor entra a Convelac”, dice Colmenárez a la hora de explicar el arduo control sanitario que hay en la empresa. “Se garantiza la calidad de leche desde el mismo corral. Los productores se encargan de seleccionar los animales que son ordeñados”, dice.
El presidente de Convelac cuenta que el proceso de seleccionar el ganado se hace para evitar que algunas bacterias lleguen a la leche. Por ejemplo las vacas que tienen mastitis (enfermedad que inflama el pezón del animal) no son ordeñadas, pues la leche podría contaminarse con facilidad.
“La Pastoreña aplica estrictas normativas de calidad. Pagamos la leche a puerta de corral más cara que otras, pero es porque el proceso es diferente. Las vacas ni siquiera son ordeñadas a mano sino por medio de máquinas y mangueras para garantizar una higiene total. Es por eso que hacer leche UHT tiene un valor agregado porque no es como cualquier leche pasteurizada que se venda en las calles”, dice.
Colmenárez cuenta que las normas de sanidad se intensifican en la planta, pues la leche es sometida a pruebas y de cada lote procesado se toman muestras para ver si alguna bacteria se desarrolla. “Antes de salir al mercado a la leche se le hacen análisis”, concluye.