ESPMEXENGBRAIND

20 Jun 2025
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20 Jun 2025
La reducción de censos y de explotaciones ajusta la oferta interior y mantiene elevadas las importaciones. Muchas granjas lácteas se han reconvertido para la producción de carne por los mejores precios
La producción de leche viene con rebajas

La producción de leche de vaca en 2025 será la más baja de los últimos años, según estimaciones manejadas por la Organización de Productores Agaprol, con solo 7,28 millones de toneladas. Ello supone seguir la línea de ajustes iniciada en esta década, que partía en 2021 con 7,85 millones de toneladas para caer hasta los 7,3 millones en los años 2022 y 2023 e intentar un repunte en 2024 por la mejora de precios y el recorte en la oferta, para volver a la senda de los ajustes a la baja en este ejercicio.

Esta cuesta hacia abajo de la producción leche de vaca se halla ligada fundamentalmente a tres factores: falta de rentabilidad, con muy pocos periodos en positivo y con dominio de otros con bajos precios sin cubrir todos costes; el impacto negativo de importaciones de todo tipo de productos lácteos más baratos desde el resto de la Unión Europea que tienen el mercado español como el vertedero de sus excedentes; y tercero, ser además una actividad que exige la atención del ganadero las 24 horas del día los 365 días del año.

Pero, además de esos motivos, aparecen otros factores ligados a los mercados, especialmente la importación de leche y, sobre todo, de toda clase de lácteos desde otros países de la Unión Europea, en muchos casos como productos excedentarios a precios bajos, como los quesos. Las importaciones anuales de productos lácteos se estiman en unas 900.000 toneladas de las que unas 360.000 son quesos blandos que han bloqueado el crecimiento de ese segmento del sector español.

El mercado de los productos lácteos experimenta hoy una estabilización en la demanda por la evolución de los censos y la edad de la población, junto al incremento de las ventas de otros productos y bebidas alternativas a la leche, especialmente con la salud como argumento. Frente a esta nueva competencia, desde el sector no se han adoptado medidas o estrategias encaminadas a combatirla. A esa situación de la demanda, además de las elevadas importaciones de todo tipo de lácteos, especialmente desde el resto de la Unión Europea, se suma la pérdida de mercados en terceros países y la escasa penetración en el resto de los países comunitarios y otros del este de Europa.

Los precios escasamente rentables y una demanda estabilizada han pasado factura al sector de la producción en el campo con un adelgazamiento del mismo, especialmente en los territorios donde ha dominado tradicionalmente el minifundismo y donde, en la actualidad, es muy difícil el relevo generacional con las mismas estructuras de producción. El número de animales ha pasado de casi 800.000 a 750.000 cabezas, con especial incidencia en las pequeñas explotaciones, que cayeron de 14.000 a las actuales 9.000 granjas. Se han logrado importantes incrementos de los rendimientos por cabeza gracias a las mejoras genéticas llevadas a cabo, pero esos aumentos no han sido suficientes para aumentar la oferta en los volúmenes esperados y con ello tener respuestas para las nuevas demandas.

El sector de la leche se enfrenta especialmente a un problema de cierre de miles de explotaciones por falta de rentabilidad y, por ello, de relevo generacional que no se compensa lo suficiente con la apertura de algunas macrogranjas o con más vacas en otras pequeñas y medianas explotaciones tradicionales. Se trata de una actividad envejecida en la que casi el 40% de los activos supera los 65 años, mientras es muy reducido el número de nuevas incorporaciones. La rentabilidad ha sido históricamente uno de los hándicaps más importantes con precios que, en muchos casos, no llegaban a cubrir los costes de producción. Pero, además de eso, no se trata de una profesión reconocida socialmente, sobre todo por su fuerte dependencia laboral, aunque con la modernización del sector también se ha avanzado en esa dirección.

En la actualidad, empujados por una menor oferta -que no por la mayor unión de los ganaderos, aunque se han dado avances vía organizaciones de productores- los precios han registrado un discreto incremento hasta una media de 0,50 euros por litro, cifra que se queda lejos de los 0,60 que llegó a alcanzar la leche en 2022. Los precios y la rentabilidad son también aspectos claves para que se incorporen a la actividad nuevos ganaderos.

 

Compras.

En contra del sector se halla especialmente la importación de leche y sobre todo de todo tipo de lácteos desde otros países de la Unión Europea, en muchos casos como productos excedentarios a precios bajos, especialmente, quesos. Las importaciones anuales se estiman en unas 900.000 toneladas de las que, unas 360.000 son quesos.

Con los datos en la mano, es evidente que una parte importante de los problemas del sector vienen por la invasión de productos desde exterior. Pero es igualmente evidente que en el sector, desde la producción a la industria, como sucediera en tiempos no lejanos, también existe la posibilidad de defender el producto ante los consumidores como producción nacional, producción de cercanía, el impulso de las leches frescas o las campañas de promoción con ofertas orientadas a cada uno de los diferentes segmentos de la demanda.

El incremento de los precios de la carne en vacuno, especialmente por las exportaciones, han dado lugar en los últimos tiempos a que muchas explotaciones de orientación lechera se hayan pasado a la de producción de carne con lo que ello supone de ajuste en la oferta de leche y sus posibles efectos en positivo para los precios.

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