El control sobre los valores en góndola sigue complicando a las lácteas, que enfrentan costos en ascenso. Peligran miles de establecimientos productivos.

La producción de leche y sus derivados sigue sin revertir su mal momento en la Argentina. Y una prueba contundente del problema queda en evidencia en cuanto se revisa el estado de situación de dos de las compañías más emblemáticas del sector.

Variables como la vigencia del control de valores en góndola a través de programas como los, justamente, ultra conocidos Precios Máximos y Precios Cuidados, la fuerte disparada que exhibe el costo de insumos dolarizados y la tierra arrendada donde se levantan los tambos, sumado a turbulencias financieras en algunos de los principales actores del rubro, son aspectos que permiten explicar este nuevo año de dificultades que atraviesa la actividad lechera.

A la par de la situación complicada que enfrentan las empresas del procesamiento y la comercialización, entidades como Coninagro y Federación Agraria informaron recientemente que peligra la continuidad de al menos 10.000 tambos, aparte de señalar que los productores carecen de incentivos y cargan también con una presión impositiva asfixiante.

En cuanto a los nombres “complicados”, La Serenísima acaba de notificar una pérdida de casi 830 millones de pesos sólo en el primer trimestre de 2021. El dato no es el único negativo para la empresa, ya que en todo el año pasado acumuló un rojo de 2.287 millones de pesos. Eso representó un salto del 4.474 por ciento versus 2019.

El año pasado, la empresa, que estuvo con un 80 por ciento de sus productos controlados, tuvo una suba permitida promedio del 10 por ciento. En este 2021 se sumó un 7 por ciento que sirvió para atenuar las pérdidas, aunque el rojo sigue siendo dominante.

“El resultado de este primer trimestre se debe, fundamentalmente, a la imposibilidad de recuperar vía los precios de venta de sus productos todos los aumentos de costos registrados durante el período”, contaron fuentes cercanas a la firma.

Desde el entorno de La Serenísima agregaron que “la compañía sigue padeciendo el arrastre del congelamiento de precios del 2020 y un aumento sostenido de sus costos, particularmente en lo referido a la materia prima láctea”.

Por el lado de SanCor, la unión de cooperativas no logra salir del pozo. Y en los últimos días desde el gremio ATILRA salieron exponer que la presunta recuperación de la compañía, al menos hasta ahora, no pasa del fracaso.

“A la luz de los resultados, el plan de saneamiento y recuperación productiva pergeñado por la conducción de SANCOR CUL en el año 2018, no cumplió sus objetivos. La persistente incertidumbre pone en riesgo el ya frágil equilibrio económico y la subsistencia misma de los miles de familias que se encuentran afectadas”, indicaron desde la organización, mediante un comunicado al que accedió iProfesional.

ATILRA afirma que, “en todo este largo período, las y los trabajadores y su entidad sindical han soportado estoicamente el peso de la crisis dando un ejemplo social de paciencia, tolerancia y acompañamiento dignos de destacar, actitud que también se encuentra agotada ante la falta de respuestas”.

Para enseguida anticipar un cercano horizonte de movilizaciones y acciones de fuerza: “En los próximos días, la conducción nacional del gremio definirá medidas de acción sindical que, por la magnitud del problema, tiendan a abarcar toda la industria láctea, para que los responsables, preservando la fuente de trabajo, resuelvan la cuestión de fondo brindando soluciones definitivas.”

La leche más barata del mundo

Al compás de los costos en alza, una demanda planchada y la vigencia de políticas de precios que repercuten en toda la cadena, los tambos de la Argentina atraviesan uno de los períodos más críticos.

El monto que perciben los productores es tan bajo que, según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) a que los que accedió iProfesional, los tambos argentinos están entre los que cobran la leche más barata del mundo.

Lo paradójico es que esto ocurre mientras, a excepción de algunos artículos incluidos en la nómina de Precios Máximos, el valor de la leche y los lácteos no dejan de pegar saltos periódicos en las góndolas de los supermercados.

Hoy por hoy, los productores perciben por litro 0,27 dólares mientras que, hace exactamente un año, por la misma unidad recibían 0,29. En dicho lapso, el ingreso real de los tamberos cayó 6,2 por ciento, siempre de acuerdo a lo constatado por OCLA.

El precio de la leche en góndola, con las versiones “larga vida” a la cabeza, merodea los 1,10 dólares por litro. En la comparativa con los países de la región que generan este producto, Argentina paga menos que Uruguay -0,32 centavos de dólar la unidad-, Chile -0,41- y Brasil -0,36-.

Entre los “peso pesado” de la producción láctea a nivel global, en Estados Unidos el tambero percibe 0,37 por litro, mientras que en Nueva Zelanda –líder mundial en exportación de leche en polvo– el pago es de 0,41.

La base de tambos, en terapia intensiva

A principios de febrero, las entidades del campo nucleadas en la Mesa de Enlace salieron a reclamar medidas urgentes para el sector lácteo. Y argumentaron que, de mantenerse los precios actuales que percibe el productor, la actividad terminará por extinguirse en el corto plazo.

Coninagro, CRA, Federación Agraria y la Sociedad Rural expusieron que, en este último tiempo, aumentaron las retenciones para las exportaciones de lácteos y, además, el consumo no repunta por efecto de la recesión dominante.

Desde la Mesa de Enlace afirmaron que el escenario de crisis que atraviesa la actividad “está fuertemente influenciada por el programa de Precios Cuidados, así como el desincentivo a la exportación que presentan las retenciones y los ínfimos reintegros. Estamos exportando impuestos”.

A través de un comunicado al que accedió iProfesional, las organizaciones informaron hace muy pocas semanas que peligra la continuidad de 10.000 tambos, aparte de señalar que los productores carecen de incentivos y cargan también con una presión impositiva asfixiante.

“Desde mediados de 2020 el productor está recibiendo un precio insuficiente, por su leche en tranquera de tambo. No se llegan a cubrir los costos de producción, que están dolarizados en un 80 por ciento, no recibimos ningún incentivo y nuestra carga impositiva es muchísimo más alta que en el resto del mundo”, señalaron.

A tono con esto, Coninagro expuso en su semáforo de seguimiento del rubro que la actividad lechera está “en rojo y con pronóstico reservado”.

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