Los tamberos atraviesan una situación agridulce para el manejo de sus negocios. Por un lado, los precios en los mercados internacionales y la demanda de lácteos se han mostrado sólida por un período relativamente prologando respecto a ciclos anteriores. Sin embargo, la suba de costos e insumos se ha transformado en un desafío para muchas explotaciones.

Para la Ing. Agr. Magela Santoro, tambera y extensionista de Conaprole —como asesora de tambos- el cuidado de los es un tema “complejo” y que la realidad hace que se debe “meterle cabeza” para producir en el escenario actual.

De acuerdo con un análisis que procesó Santoro, el costo de implantación de un sorgo de pastoreo (forrajero) se ubica hoy en unos US$ 465 por hectárea (ha). Esa cifra se descompone (ver cuadro) en US$ 343 correspondientes a costos de semilla, herbicidas y fertilizantes, y otros US$ 121 correspondiente a tareas de laboreo. Tomando como base un precio de la leche a $ 15 y un tipo de cambio de $ 43, se requieren 1.321 litros de leche por ha solo para cubrir la siembra de sorgo.

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En el caso del maíz silero (ver cuadro), el costo de implantación por ha asciende a unos US$ 912. Esto equivale a unos 2.597 litros por ha. En este caso se incluyen los cotos asociados también el picado de forraje (US$/ha 158) y embolsado + bolsa (US$ 120). Los insumos requeridos para implantar una ha de maíz ronda los US$/ha 516, según el trabajo de Santoro.

Asimismo, precisó que también esos números de referencia se pueden “licuar un poco” si contratan maquinaria externa o no.

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Finalmente, en el caso del sorgo granífero los costos para la zafra que está en curso llegan a US$/ha 537, equivalente a 1.528 litros de leche por ha.

En diálogo con La Lechera, Santoro precisó que estos cálculos son una aproximación ya que no tienen en cuenta la renta o deuda que puedan tener los tamberos. Tampoco están incluidos los costos de los fletes de los insumos y las semillas. “Es un número base para cada productor. En el caso del flete estamos hablando de un mínimo de US$ 10 por tonelada, además del arrendamiento que pueda tener el establecimiento o su deuda. De pique, partimos con costos elevados que influyen mucho en el partido. Tenemos que analizar toda esta cuestión con mucho cuidado”, sugirió la experta.

Mirando el futuro

“En Uruguay una de las cosas que tenemos que cambiar es que tenemos que depender menos de las gramíneas estivales como alternativa de reserva. ¿A qué apunto? A que las reservas tienen que salir del exceso de forraje de primavera y de los verdeos de invierno. Creo que son más seguros y verdeos de menor costo”, explicó.

A juicio de Santoro, tiene que darse un “cambio de paradigma” de que las reservas tienen que salir de los veranos, ya que últimamente vienen siendo “bastante complicados” desde el punto de vista climático. “La mayoría del silo deberíamos sacarlo de la primavera. Es lo que trato de hacer en los establecimientos donde estoy”, indicó.

Por otro lado, la experta consideró que debe darse un mayor impulso al riego desde el gobierno para que esté más al alcance de los productores. Consideró que un tambo debería tener un “área asegurada” con un mínimo de riego para que no quede expuesto a los vaivenes del clima. Santoro comentó que tanto el INIA como la Facultad de Agronomía deben trabajar en conjunto para definir qué sistema de riesgo se adapta mejor a las condiciones que tiene el país.

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