El sector alimenticio se dirige hacia un cambio radical que le revolverá el estómago. La preocupación por la excesiva ingesta de carne vacuna y las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes del ganado presentan a la industria muchos desafíos nuevos, advierten los expertos.

Por un lado, la cadena de abastecimiento en el sector alimenticio, desde los ganaderos y procesadores de granos hasta las cadenas de comidas rápidas y los supermercados, podría ser objeto de un impuesto al carbono o a la carne similar al gravamen a la azúcar impuesto a los fabricantes de gaseosas, aseguran los analistas de Barclays.

“Las vacas que eructan son más perjudiciales para el clima que todos los autos del planeta”, aseguró Barclays en su informe que analiza cuánta más atención se le está prestando a las emisiones de carbono que generan los sectores agropecuario y alimenticio.

“Creemos que el mayor riesgo que corren las compañías y los productores agrícolas de la cadena de valor sería que se produzca algún tipo de cambio regulatorio agresivo”, señala el informe. “La acción de gobierno podría llegar mediante intervenciones como un impuestos al metano”.

Tal iniciativa podría conducir a un encarecimiento de ciertos alimentos para los consumidores y resultaría en menores niveles de rentabilidad para las empresas, agregan los autores del informe.

Por otro lado, los entrepreneurs y start-ups detrás de las nuevas compañías de carne alternativa derivada de vegetales o de laboratorio enfrentan potenciales restricciones para el etiquetado, como consecuencia de las protestas provenientes de ganaderos, carniceros y políticos, según un estudio de Chatham House, un think-tank con sede en Londres.

Ellos aseguran que el uso de terminología convencional como “bife” y “salchicha” para denominar a carnes elaboradas a partir de vegetales “puede dar lugar a confusiones o engaños a los consumidores”, lo que podría conducir a restricciones.

El uso de nombres similares a carne para productos derivados de vegetales que ya se observa en Francia y Alemania indica que las decisiones futuras de la UE “probablemente se vean altamente politizadas”, según Laura Wellesley, directora de research en Chatham House.

La manera en que denominan a las carnes alternativas tendrá un impacto concreto en la demanda, y los términos como “limpia” y “libre de mataderos” muestran que creció la aceptación de la carne de laboratorio, aseguran en Chatham House.

Ambos informes llegan en un momento en que hace unos pocos meses se empezó a tomar conciencia del impacto negativo que tiene la ingesta de carne en el medio ambiente. “Hay un reconocimiento de los verdaderos costos del consumo de carne y la necesidad de reequilibrar la industria ganadera”, comentó Wellesley.

La producción alimenticia y agrícola representa cerca de una cuarta parte de todas las emisiones globales, según datos de la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas. La principal fuente de emanaciones del sector proviene del proceso digestivo de las vacas, la llamada fermentación entérica, que produce metano como un subproducto.

La Comisión EAT-Lancet en enero fijó las primeras metas científicas del mundo para la alimentación saludable y la agricultura sustentable. El informe pidió una reducción en el consumo de carne.

Los consumidores están inclinándose por las proteínas vegetales en parte como resultado de las consecuencias ambientales del consumo de carne.

El negocio de la carne y la leche elaboradas en base a vegetales está creciendo a un ritmo de dos dígitos en Estados Unidos y Europa.

Nestlé, la alimenticia internacional, el mes próximo inaugurará una planta de hamburguesas vegetales en Alemania.

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