El sector lácteo enfrenta la presión de los ajustes
La producción láctea continúa reduciéndose tanto en número de explotaciones como en volumen producido. Este proceso responde a factores internos, como la elevada edad promedio de los productores, pero también a causas externas vinculadas a los intereses de la industria y a la acción del propio Estado. Estas presiones impactan directamente sobre los precios, la rentabilidad y, en última instancia, sobre la continuidad de la actividad.
Desde el punto de vista productivo, el ajuste está estrechamente ligado a la rentabilidad del trabajo y a los costos de las estructuras que sostienen los ganaderos. Esta situación desalienta el recambio generacional, ya que la actividad pierde atractivo como salida laboral. En el caso de la leche de vaca, los precios se mantienen estables dentro de una franja de entre 0,52 y 0,54 euros por litro, con un valor base cercano a 0,49 euros.
La revisión de estos valores se define en dos planos: por un lado, las negociaciones que se desarrollan a través de organizaciones de productores, cooperativas y entidades asociativas; y por otro, los acuerdos directos entre ganaderos e industrias, cuyos contratos vencen mayoritariamente el 1 de abril. No se esperan caídas abruptas en los precios, aunque tampoco subas significativas.
La tendencia actual apunta a una continuidad de las cotizaciones, condicionada tanto por el mercado interno como por lo que ocurre en otros países de la Unión Europea. Un factor positivo para los productores ha sido la estabilidad o baja en los precios de los cereales, lo que derivó en piensos más baratos.
Desde la óptica industrial, con un mercado cada vez más concentrado en manos de empresas privadas frente a la estabilidad de las cooperativas, las industrias se oponen a subas de precios argumentando la necesidad de competir con mercados exteriores donde los valores son más bajos. A su vez, el Gobierno busca contener los precios de la leche y sus derivados por su impacto en el Índice de Precios al Consumo (IPC).
Menor producción y cierre de explotaciones
La oferta interna de leche registra una caída del 1,18%, lo que situaría la producción anual en poco más de 7,32 millones de toneladas, el nivel más bajo de los últimos cinco años. Esta cifra contrasta con una demanda nacional cercana a 10 millones de toneladas, que se cubre con importaciones excedentarias de leche y, especialmente, de quesos de bajo precio provenientes del resto de la Unión Europea.
Pese a los precios relativamente altos y a la reducción de algunos costos —en especial por la baja en los cereales—, el número de explotaciones sigue disminuyendo. Cierran principalmente las pequeñas y medianas, mientras crecen las de mayor tamaño, en muchos casos en manos de grupos agroindustriales.
El ajuste productivo también está fuertemente vinculado a la edad de los titulares. Más del 50% supera los 55 años, y miles continúan activos con más de 65. La mayoría se orienta al cierre antes que a la expansión. Las incorporaciones de jóvenes son mínimas debido a las altas inversiones necesarias y a las estrictas exigencias medioambientales.
En este contexto, la producción de leche de vaca consolida su caída durante los últimos ocho meses, según datos de la Organización de Productores Agaprol y del Ministerio de Agricultura. Este retroceso coincide con un aumento sostenido de las importaciones, que en 2024 superaron las 900.000 toneladas de productos lácteos. Más de 400.000 toneladas corresponden a quesos —equivalentes a 1,5 millones de toneladas de leche— y 190.000 toneladas a yogur. Las exportaciones, en cambio, fueron menores: 541.000 toneladas, de las cuales cerca de 200.000 fueron yogures y 125.000 quesos.
A este escenario se suma el crecimiento de la demanda de productos alternativos a los lácteos, impulsada por diversos factores, principalmente vinculados a la salud, una tendencia que el sector ya ha intentado contrarrestar mediante campañas específicas para sostener el consumo.
Fuente: La Trubuna de Ciudad Real






