En el municipio de Jardín de Tamaná, en el Bajo Cauca antioqueño, Lácteos K2 se consolidó como un ejemplo de cómo la transformación láctea puede impulsar la economía local y al mismo tiempo impulsar prácticas sostenibles en el agro.
La historia comenzó con el padre de Javier López, quien compró una finca en la zona hace más de 50 años dedicada a la cría y venta de ganado. Aunque Javier no nació allí, desde pequeño desarrolló una fuerte conexión con el campo, lo que lo llevó a estudiar Administración de Empresas Agropecuarias y a concebir la agroindustria como una vía para agregar valor a los productos del campo.
Con esa visión, Javier tomó las riendas de la finca y decidió montar su propia planta de transformación de lácteos, bautizada Lácteos K2 —nombre inspirado en el distintivo que llevan sus vacas— para enfrentar la fragilidad del mercado de leche cruda y fortalecer su posición como productor local.
Hoy la planta, de carácter familiar, integra toda la cadena productiva: desde la producción primaria y la compra de leche hasta su transformación y transporte. Diariamente transforma alrededor de 1.500 litros de leche, que en épocas altas superan los 3.000 litros, para elaborar mozzarella, queso fresco, mantequilla, cuajada de búfala y otros derivados según la demanda del mercado.
Un elemento fundamental del proyecto son las búfalas —animales con los que producen quesos de alto valor nutricional— cuyo uso se está expandiendo en la región, ya que el clima favorece tanto la producción de leche como de carne y los ganaderos observan buenos resultados con estos animales.
Compromiso con la sostenibilidad
Además de su dimensión económica, Lácteos K2 ha incorporado firmes prácticas ambientales. La finca obtuvo certificación de bonos de carbono gracias a actividades como la siembra y conservación de especies nativas, la protección de nacimientos de agua y la implementación de sistemas silvopastoriles que garantizan el bienestar animal y la restauración ecológica.
Estas acciones han permitido que aves endémicas como guacamayos y colibríes conserven sus hábitats, contribuyendo a la biodiversidad local y reforzando el papel de la ganadería sostenible como motor de desarrollo económico y ambiental.
Lácteos K2 también ha difundido este modelo entre productores de la zona mediante jornadas técnicas para mostrar que es viable combinar producción láctea con prácticas amigables con el entorno. “Podemos ser un pulmón verde para la región”, asegura Javier López.
El emprendimiento le valió a Javier reconocimientos como el premio Antójate de Antioquia, y el respaldo de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, a través de programas como Fábricas de Productividad y Sostenibilidad, enfocados en fortalecer la rentabilidad y competitividad de la empresa.
Fuente: El Colombiano
