Casi en el medio del campo se elaboraban hasta 500.000 litros de leche. Se agrega valor, como le gusta decir al relato. Se da trabajo a casi toda la fuerza laboral de Moctezuma.
Hoy hace 10 días que la empresa está detenida por un piquete que finge demencia en la puerta de la fábrica.
Al momento de escribir la columna, el diario dice que las negociaciones con el gremio fracasaron y el paro se prolonga por tiempo indeterminado.
Nada aportaron el delegado municipal (despedido por Lácteos Vidal hace años), el intendente actual de Carlos Casares ni el ex intendente, hoy senador Walter Torchio (yerno de Adolfo Grobocopatel), todos funcionarios políticos crónicos del Frente de Todos.
Nada hicieron los concejales del bloque Frente de Todos que se trasladó a apoyar a los “compañeros” del gremio Atilra que provocan la parálisis de la planta.
Porque no me gusta que me la cuenten, me fuí hasta Moctezuma para ver en vivo y en directo un suicidio colectivo que representa toda una metáfora de la Argentina.
Recorrer el interior de la fábrica me voló la cabeza. Fue como ver un Fórmula 1 a 370 km/hora por la ruta 50.
Pude ver como 7 hombres trabajadores hacían denodados esfuerzos por mantener operativo a un gigante robotizado que necesita 45 personas por turno para funcionar.
Me contaron, con angustia, que creen que ya nunca volverá a ser como antes porque la acción del gremio los ha dividido en alcahuetes de la patronal y negros sindicalistas. La bronca quedará para siempre y en cuatro meses sobrevendrán los despidos, porque ¡a Alejandra no la van a correr haciendo bulla con una lata y cuatro tuercas!
Afuera, en el vivac de Atilra, digno de un jeque árabe, los “compañeros” delegados y huelguistas me atendieron amablemente y pude oír la otra campana.
“Con el viejo Vidal, esta boludez no duraba ni 24 horas” dice Gastón Moreno, jefe de la seccional Atilra de Trenque Lauquen porque el viejo la ponía y arreglaba.
“Lo que pasa es que esta mina es muy soberbia y prepotente y se cree que puede hacer lo que quiere con los compañeros”.
Ninguno de los compañeros opinó (escuchaban de cabeza gacha) … salvo el delegado gremial, que aportó otros varios adjetivos sobre “Alejandra” y su carácter.
No conozco a Alejandra, pero la fábrica que ví y los operarios que me la mostraron con tanto orgullo por su trabajo, hablan por ella.
Todos, afuera y dentro de la fábrica están de acuerdo en que siempre los salarios, las cargas sociales y los aportes se pagan en tiempo y forma.
Todos, “alcahuetes de la patronal y negros sindicalistas”, acuerdan en que los sueldos son buenos.
Entonces, ¿por qué reclaman?
Dicen que luchan por 4 personas que estarían fuera de convenio y otras 2 que necesitan recategorización… Lo que me explicaron, no parece estar en escala con la medida de fuerza y el perjuicio que ocasiona a los empleados con sus familias.
Atilra, en boca de Gastón Moreno, manifiesta no querer politizar la tragedia dantesca que están ocasionando, pero en lo gestual y en el ambiente, se respira kirchnerismo puro y rancio, como en el palco de la CGT, como en las amenazas de Pablo Moyano, como en Formosa Insfrán robando el homenaje a San Martín, como en Zurro ante Hebe, mandando al periodista “a la concha de la lora y a la pija del cuñado”.
Me fui con la sensación de haber estado en una toma de rehenes de las que terminan en matanza masiva. Sentí agobio por comprobar que se rifa alegremente un nuevo cierre de empresa y la historia de un pueblo… donde Atilra compró todos los números.
Los argentinos vamos a tomar partido por el bien, por el trabajo, por los emprendedores y por los que ponen el hombro. La lacra sabe que se le acaba la fiesta.
Juan Martín Perkins.