Un nutriente que se redescubre
Durante años la lactosa estuvo en el centro de debates por la intolerancia que afecta a parte de la población. Sin embargo, la investigación científica más reciente está mostrando una cara diferente: la lactosa no solo es un componente energético de la leche, también posee funciones biológicas emergentes que la convierten en un aliado de la salud.
Beneficios comprobados por la ciencia
Estudios internacionales señalan que la lactosa puede:
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Favorecer la absorción de minerales esenciales como calcio, magnesio y zinc, fundamentales para la salud ósea.
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Actuar como prebiótico suave, al estimular el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas.
Contribuir al equilibrio osmótico intestinal, ayudando a regular el tránsito digestivo.
Presentar un índice glucémico bajo, lo que la convierte en una fuente de energía sostenida.
Aportar beneficios en etapas tempranas de la vida, cuando la leche es el alimento exclusivo.
Más allá de los mitos
Asociar la lactosa únicamente a problemas de intolerancia es reducir su valor nutricional. La evidencia muestra que, en personas tolerantes, consumir lácteos con lactosa es seguro y beneficioso. Incluso en quienes presentan cierta sensibilidad, muchas veces la ingesta moderada o productos con lactosa reducida permiten aprovechar sus ventajas sin molestias.
Un futuro con más conocimiento
La comunidad científica avanza en comprender cómo la lactosa interactúa con la microbiota, la saciedad y el metabolismo. Estos hallazgos abren nuevas oportunidades para la innovación láctea, desde yogures probióticos hasta fórmulas infantiles y bebidas funcionales.
La lactosa no es un enemigo, sino un componente natural de la leche con beneficios nutricionales y biológicos que la ciencia recién empieza a dimensionar.
Fuentes: