Ahora, esta región muestra signos de una disminución estructural en la producción de leche como consecuencia de llevar un largo período con poca rentabilidad, limitaciones ambientales, limitaciones laborales (tanto en lo que se refiere a las dificultades para encontrar un reemplazo, como al coste fiscal para heredar las explotaciones y la falta de disponibilidad de mano de obra), condiciones meteorológicas extremas e incertidumbre sobre cambios de políticas inminentes.
Asimismo, esta reducción de la producción podría acelerarse como consecuencia de la proximidad de la aplicación de la normativa sobre la calidad de las aguas y los objetivos de reducción de nitratos, según estima un informe publicado por Rabobank.
Este descenso de producción afecta a la industria láctea que encara una pérdida de ingresos y una reducción de la eficiencia de costes, al tener unas instalaciones que ahora quedarían sobredimensionadas.
Los desafíos que depara la reducción de la producción serían todavía mayores para las cooperativas lácteas, según Rabobank, ya que un menor volumen de leche suele coincidir con la retirada de socios de la cooperativa.
El banco holandés estima que podrían darse dos posibles escenarios:
- Una disminución gradual de los volúmenes de leche durante un período más largo de tiempo. En este caso, las empresas podrían encarar la situación gracias a una estrategia de transición hacia ingredientes proteicos de mayor valor añadido, productos de consumo (de marca) y queso.
- Caídas más pronunciadas de los volúmenes de leche durante un período más corto. En este caso, las implicaciones se volverían más graves a medida que se acumulan rápidamente la pérdida de ingresos, el exceso de capacidad no utilizada y las limitaciones de capital.