Una vez más los trabajadores de SanCor, volvemos a ser simples espectadores de las negociaciones salariales que el gremio mantiene con los empresarios del sector.

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Solo aquellos compañeros que dentro de un año tengan la suerte de aún continuar activos podrán ver reflejado el incremento. Como ya es costumbre, cuando a la empresa se le antoje comenzar a cumplir con su obligación de pagarlo, ya no va a servir de nada por los efectos de la inflación y el aumento del costo de vida. Esta situación que se viene repitiendo desde hace 5 años, es avalada y defendida por Atilra con la excusa de que “a SanCor no se la puede tocar”.

Lo que para el gremio si se puede tocar y llevar a un grado cada vez más extremo de precariedad, son las condiciones de trabajo y de vida del personal y de sus familias. No importa que la mitad de los trabajadores estén suspendidos, que se haya forzado a cientos de compañeros a firmar arreglos que nunca se les pagó o que la patronal abone en 5 o 6 cuotas los sueldos y cancele aguinaldos con un año de atraso.

Mucho menos parece interesarle al sindicato, los mas de 500 compañeros que están viviendo con solo 10.000 pesos por mes. Para estos últimos, ver las propuestas donde se anuncia que un trabajador de cualquier otra empresa láctea, pasará a cobrar básicos que rondan los 100.000 pesos (algo totalmente justo), no debe ser fácil de digerir.

Por otra parte, como denunciamos en nuestro comunicado anterior, la cifra de empleados que están en esa situación de suspensión permanente, no para de crecer. Ya que a aquellos que durante el 2020 habían estado dispensados de concurrir a trabajar por problemas de salud o por tener personas a cargo, se les está informando que prescinden de sus servicios y que durante tres meses solo se les abonará el 75% del sueldo, para luego pasar a cobrar solo los diez mil pesos mensuales.

Tanto el Estado cómo Héctor Ponce y los suyos juegan desde el primer día el papel más importante en la reestructuración de la Cooperativa, el de asegurar que la sangría de trabajadores pase sin sobresaltos para la patronal y que los propios trabajadores activos paguen ese ajuste brutal.

Los retiros anticipados, el 15%, los despidos encubiertos, las jornadas libres, los subsidios, las suspensiones o la negativa de SanCor de dar los aumentos son solo algunas de los “permitidos” que tiene la empresa.

Los funcionarios nacionales y provinciales de los Ministerios de Trabajo, y los burócratas que conducen la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera se han mostrado solidarios con los dueños de la empresa y preocupados por sus ganancias, pero ya dejaron en claro que no les importa que haya familias viviendo con ingresos de indigencia.

Atilra está a punto de firmar otro acuerdo con las cámaras del sector, que deja a la mayoría de los trabajadores de la industria lechera, apenas empatándole a la inflación. Eso sí, otra vez da una tenaz pelea por “la suya”, es decir por los aportes patronales a la Obra Social. Mientras tanto los Trabajadores de SanCor de nuevo la vemos pasar de largo.

Para que esto cambie tenemos que sacar a la burocracia de nuestras plantas. A los que firman la entrega y los que dicen que se oponen, pero jamás defendieron a nadie y sólo calientan sillas en las oficinas gremiales.

Tenemos que sacarnos ese lastre de encima para poder dar la pelea contra los despidos encubiertos, las suspensiones, la plata de nuestros sueldos que se queda la patronal y para recuperar nuestros derechos que conquistamos con años de esfuerzo.

Trabajadores autoconvocados de SanCor.

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