En cambio, con Argelia —el principal mercado de los últimos años para la leche en polvo— la situación es diferente. Este país importa US$ 1.400 millones anuales de productos lácteos y Uruguay ingresa con unos US$ 200 millones por año. Es el cuarto importador mundial con una población de 43 millones. Su producción de leche es de 3.400 millones de litros y su déficit es el equivalente a 6.900 millones de litros, y la tasa de crecimiento de su remisión es inferior a la del consumo interno. “Argelia tiene un déficit estructural de lácteos, va a comprar por mucho tiempo”, aseguró Giudice.
De todas formas, acá Uruguay no solo compite con Argentina, sino también con “pesos pesados” como Nueva Zelanda y la Unión Europea, que son sus principales proveedores.
El mercado argelino ha mostrado cierta estabilidad, ya que su moneda tendió a apreciarse frente al dólar en el último tiempo y no tiene problemas de inflación. Las licitaciones para compras de lácteos las hace el gobierno y son “muy competitivas” porque son básicamente por precio. Como debilidad, es un país que cuya suerte económica está fuertemente atada a las ventas de hidrocarburos (petróleo y gas).
China y Rusia
El mercado chino ha cobrado protagonismo para Uruguay. En mayo y abril fue el tercer destino para las industrias uruguayas. Es un mercado anual que mueve US$ 6.300 millones, de los cuales Uruguay ocupa una posición muy menor (apenas US$ 70 millones). Es el principal importador mundial y tiene un déficit equivalente al 30% de su producción. Al igual que Argelia, la tasa de crecimiento de la producción láctea es inferior al del consumo doméstico.
“Acá también tenemos competidores como Nueva Zelanda o la Unión Europea. No es fácil entrar porque son jugadores fuertes que nos bloquean y no nos dejan ganar más espacio”, explicó.
Sobre el boom de compras de la región asiática y su incidencia en la fuerte valorización de los lácteos, el gerente del Inale dijo que hay dos hipótesis.
La primera apunta a que varios países asiáticos realizaron compras para stockearse ante potenciales problemas logísticos. “Si esto es así, hay un riesgo que compren menos a futuro y los precios bajen. Es uno de los nubarrones que tenemos hoy”, admitió.
Sin embargo, también mencionó que otros analistas de los mercados argumentan que el gobierno de China impulsó y alentó el consumo de lácteos para reforzar el sistema inmunológico de su población por la pandemia. “Si eso es así, vamos a tener buenos precios de los lácteos a futuro. A priori, esperamos que China se mantenga como un mercado tonificado para 2021-2022”, comentó.
Finalmente, en Rusia, otro jugador de peso en el mercado con importaciones por US$ 1.600 millones anuales (Uruguay le vende entre US$ 50 millones y US$ 70 millones), también hay perspectivas de sostenibilidad. Este país tiene un déficit estructural. Atiende su demanda con 75% de producción propia y otro 25% de importación.
Como ocurre con China o Argelia, acá también la competencia para ingresar es compleja. Bielorrusia es el gran abastecedor de ese déficit, seguido por Nueva Zelanda y la Unión Europea. “Uruguay tiene ciertas dificultades para ingresar con más volumen”, reconoció.