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28 Nov 2024
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La historia nutricional-comercial del principal sponsor del piloto de automovilismo. El suero lácteo y cómo extraer valor de lo que antes se consideraba un desperdicio.
Colapinto
Franco Colapinto
Por estas horas estoy esperando tres cosas: que eliminen los derechos de exportación, que se corte la sequía, y que vuelva a hablar Franco Colapinto. Es muy bueno arriba del Williams (la largada en Singapur es antológica), pero en las entrevistas es atrapante…

Lo que siempre me llamó la atención, desde que empecé a seguirlo, fue la publicidad en su ahora famoso “mono” que seguramente ya no se lava puesto, al ducharse. Ahí aparece en primer plano la marca “Myprotein”. Investigué, y encontré una historia fenomenal, que tiene que ver con lo nuestro. Te cuento.

La marca hoy es la líder en nutrición deportiva. La creó Oliver Cookson hace apenas veinte años, inspirado en el gimnasio donde se había hecho adicto a levantar pesas.

Así lo cuenta él mismo:

“Se convirtió en una pasión que me consumía por completo. Para mí era más que simplemente ir al gimnasio, era un estilo de vida. La gente. Los gimnasios. La motivación. Los libros. Leí todo lo que pude conseguir. La nutrición era una parte importante de mi viaje de fitness, y una noche, mientras bebía mi batido antes de acostarme, una curiosa alarma sonó en mi cabeza: “¿Qué diablos es la proteína de suero de leche?”. Era hora de hacer una búsqueda rápida en Google”.

Y sigue: “Esta fue la pregunta más importante que jamás me haría. Google sacó la información. Lo más interesante de la proteína de suero de leche, cuando la busqué en Google en 2003, fueron 2 cosas: 1. Me costaba una fortuna comprarla en ese momento. 2. La mayoría de las lecherías la tiraban a la basura. Este fue mi momento Eureka”.

Al llegar a este punto recordé que, veinte años antes de su “momento Eureka”, fui a Rafaela a filmar unas notas para el piloto de Dinámica Rural Televisión, el primer programa agropecuario de TV, creado por Dante Quinterno y Leopoldo Peydro. Allí conocí el criadero de cerdos de Williner, unos kilómetros al sur de la ciudad. La base de la alimentación era el suero de queso. Dos veces por día, un camión tanque volcaba el efluente de la producción de quesos en unas bateas de hormigón. Desde allí, el suero fluía por canaletas a las que tenían acceso cientos de capones. En otros comederos recibían el inefable maíz, la fuente de energía.

Pero la proteína venía del suero de leche. Me pareció fascinante: valorizar un efluente, convirtiéndolo en carne de cerdo y al mismo resolviendo a la vez un problema ambiental. No se hablaba por entonces de economía circular, pero era…

Yo no tenia idea de que el suero de queso (“whey”) contenía proteínas de muy alto valor, que no capturaba la masa de cuajo. Averigüé. Eran pequeñas cantidades de albúmina y globulina, pero con dos ventajas: una excelente composición de aminoácidos, y elevada digestibilidad. El estado de los capones no mentía.

Obviamente, si era bueno para los cerdos, tendría que serlo también para otras especies. Incluso los humanos, con el mismo aparato digestivo que todos los monogástricos.

Es lo que vió Cookson en su momento Eureka. Las grandes queserías generaban demasiado suero. La consolidación de la industria porcina no permitía el manejo con suero líquido. Comenzó a secarse, como si fuera leche en polvo, pero el destino era la industria de alimentos balanceados, o la venta como aditivo para las raciones in situ.

“Solo quería comprar un par de bolsas de suero de queso para probar el agua, pero solo podía comprarlo a granel. Porque para las lecherías, si alguien se tomaba en serio los negocios, tenía que comprar mucho. Y no había plata…”

Los bancos rechazaron la solicitud de un préstamo para la puesta en marcha. Pero sí ofrecieron ampliar su descubierto de 300 a 1.000 dólares. Fue suficiente. Pudo comprar el par de bolsas y nació Myprotein. En una semana cubrió el descubierto y desde entonces no paró de crecer. Por supuesto, tiene marcas competidoras.

El “whey” arrancó en los gimnasios, pero hoy está en todas las dietéticas, se compra por Mercado Libre, se ha convertido en un negocio fenomenal, por supuesto también en la Argentina. Myprotein se diversificó, ahora ofrece también proteína vegetal, para no quedar afuera de la onda verde. Sus etiquetas destacan las ventajas del suero de queso, por su composición de aminoácidos. Pero dicen que la de soja es también muy completa, y tienen también de arveja y arroz. En otras formulaciones, la combinan con fuentes de almidón para enriquecerla en energía, para deportistas que necesitan ganar peso.

Un nuevo mundo, con tendencias que hace un tiempo no imaginábamos. Está bueno que todos hablen de “proteína”, cuando hace un tiempo todo parecía teñirse de tecnofobia. La ciencia y la tecnología han demostrado no solo capacidad para incrementar la producción, sino para extraer valor de lo que antes se consideraba desperdicio. Sinfonía del nuevo mundo.

 

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