Este escenario es una realidad para la mayoría de los pequeños y medianos productores de leche en nuestro país. Pagan más por mantener la vaca y producir cada litro de producto que lo que la industria les da por ello.
Para corregir esta anomalía (que se llama venta a pérdidas y de la que probablemente el consumidor no es consciente cuando va al súper) nace una iniciativa pionera en nuestro país: la marca del consumidor, que permite a los clientes elegir qué tipo de leche quieren y qué precio quieren pagar por ella.
Algo así como llevar las urnas a los supermercados. «Por primera vez nos dan voz y voto para decidir qué queremos consumir y a qué precio», señala Annaïck Lecqueneux, responsable en España de este proyecto que llega de Francia, donde esta marca del consumidor ya se vende en los súper.
El precio final de un producto no lo decide el ganadero, sino que es el distribuidor final (el supermercado) el que lo fija. En la cadena de producción cada parte recibe una remuneración (el que envasa, el que vende…), pero «el ganadero suele recibir una media de 32 céntimos por litro de leche cuando producirlo le cuesta 39», señala Andoni García, de la confederación de agricultores y ganaderos Coag.
La leche es el ejemplo más evidente de la venta a pérdidas, pero ocurre con otros productos. Esta iniciativa nació en Francia, gracias a la repercusión mediática que tuvo la historia de Regis, un ganadero que trabajaba para una gran multinacional láctea que le pagaba por la leche menos de lo que le costaba producirla.
LA HISTORIA DE REGIS
Acabaron en los juzgados. A raíz de su historia se asociaron varios ganaderos, un envasador (que antes trabajaba para la industria) y crearon la marca C’est qui le patron (¿Quién es el jefe?). Los consumidores votaron a través de un cuestionario en una plataforma web qué leche querían, su receta. Se embotelló la más votada en sus versiones entera, semi y desnatada).
También fueron los participantes los que decidieron cuánto dinero merecía el productor por su trabajo. El precio de esta leche democrática figura en el cartón, y no en la balda del súper, como ocurre en todos los sitios con la mayoría de los productos que compramos en las tiendas. Las cadenas de supermercados que han querido sumarse al proyecto la venden en sus estantes.
En Francia, ya hay 500 familias del sector ganadero que viven gracias a esta iniciativa y ocho millones de consumidores compra su leche. El precio del litro de C’est qui le patron es de 99 céntimos. Si al consumidor unos céntimos de más no le cambian la vida, a Regis, uno de los ganaderos que la produce, se la ha salvado.
La multinacional para la que trabajaba le pagaba 28 céntimos por litro, frente a los 35 céntimos de costes de producción. Ahora cobra 39 céntimos. «Este cartón me ha salvado la vida», dice a través de una videoconferencia. «Queremos que en España se recupere ese diálogo entre consumidor y productor, que se ha perdido», opina Lecqueneux.
En España hace dos décadas había 180.000 productores de leche. Hoy hay 14.000 y cada mes «cierran unas 70 explotaciones», denuncian en Coag. Unas 5.000 personas han votado ya en España qué leche quieren y a qué precio. Y ya se ha contactado con ganaderos para producirla.Faltan una empresas que la quiera embotellar y después podrá venderse en las tiendas que quieran tenerla en sus lineales.