El cierre de Lauki, en 2016, marcó el fin de una de las firmas más emblemáticas de la industria láctea española. Fundada en 1958 en Valladolid, la empresa se destacó por introducir el envase brik, una innovación que transformó la forma de consumir y conservar la leche en España y gran parte de Europa.
“Lauki” significa caja en euskera, y su nombre reflejaba precisamente la revolución que impulsó: la leche en caja, segura, duradera y moderna. Durante décadas fue sinónimo de calidad y cercanía con los consumidores, hasta que los cambios estructurales del sector —fusiones, concentración industrial y competencia global— comenzaron a alterar su rumbo.
A mediados de los 2000, Lauki pasó a manos de grupos extranjeros y, con la crisis económica de 2007-2008, la planta vallisoletana entró en declive. En 2016 cesó definitivamente su producción, dejando atrás casi seis décadas de historia.
Hoy, el edificio que alguna vez albergó los tanques y líneas de envasado de leche se transformó en un gimnasio de la cadena Viding, símbolo de una nueva etapa para el barrio y metáfora del cambio de época: del músculo industrial al bienestar urbano.
El caso Lauki resume los desafíos que enfrenta la industria láctea global: la búsqueda de eficiencia, la innovación en envases, la sostenibilidad y la reconversión de espacios productivos. En España, como en América Latina, la lechería se adapta a un consumidor que valora el origen, la nutrición y la trazabilidad, pero que también redefine su vínculo con la producción.
Fuente: El Español – Castilla y León






