La lechería nacional cerró un 2023 con un desempeño que estuvo marcado por la incidencia negativa del clima sobre la producción y por la suba de los costos sobre toda la cadena de la actividad.
¿El resultado? Negativo en la mayoría de las principales variables, de acuerdo a los datos proporcionados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), a partir de diversas fuentes.
El dato positivo lo aporta el consumo doméstico que llegó a 192,8 litros por habitante por año, lo que reflejó un crecimiento del 2,6% respecto a 2022: el equivalente a cinco litros más por persona.
El consumo total de leche en 2023, cifra que reúne al volumen de existencia inicial, la producción y las importaciones, menos las exportaciones y la existencia final, alcanzó a 8.994 millones de litros, 3,6% más que los 8.683 millones de litros de 2022.
Si al nivel de actividad que tuvieron los establecimientos lecheros se le suma las existencias iniciales con las que arrancaron el año pasado –1.019 millones de litros, apenas 0,4% más que en 2022– y las importaciones –53 millones de litros, 29,3% menos que un año atrás–, la oferta total de leche durante 2023 fue de 12.398 millones de litros, un 2% menos que los 12.647 millones de litros de un año atrás. Eso representó una merma interanual de 250 mil litros de leche.
Balanza comercial de la lechería
De esa oferta inicial, las exportaciones se llevaron 2.308 millones de litros, 21,6% menos que en 2022, cuando las ventas al exterior de productos lácteos involucró a 2.945 millones de litros, lo que significó una merma en términos absolutos de 637 mil litros.
El peso de las ventas la exterior perdió protagonismo respecto a la oferta nacional. Si se tiene en cuenta la relación entre el volumen exportado sobre la producción total, el porcentaje en 2023 alcanzó a 20,4%.
Es decir, que de cada 10 litros de leche producido, 2,04 litros se fueron al exterior. En relación a 2022, la caída es del 20%. Ese año, de cada 100 litros producidos, 2,55 litros se fueron al exterior.
