Durante años, se ha priorizado el consumo de lácteos descremados, especialmente leche o yogur descremado, frente al consumo de leche entera o yogur natural, con el objetivo o la ‘excusa’ de perder peso. Si bien es cierto que estos productos desnatados son pobres en grasa, lo que en sí mismo conlleva un menor consumo calórico, las diferencias son escasas y poco valorables en el cómputo calórico global.
Como ha explicado recientemente el Dr. Manuel Viso en uno de sus reels de Instagram, las cosas no serían tan sencillas, y el mero hecho de cambiar a un consumo de leche desnatada no sería la mejor opción. De hecho, paradójicamente, sería mejor opción mantener el consumo de leche entera: es más rica en calorías, pero también posee mayor potencial saciante.
Leche entera o leche descremada: estas son las diferencias
Viso empieza su último reel de forma directa: “¿Sigues tomando leche desnatada pensando que así vas a perder peso más rápido? Pues tengo algo que contarte: leche entera, vaso de 200 ml, 130 kcal; leche desnatada, vaso de 200 ml, 90 kcal. Solo 40 kcal de diferencia”.
De hecho, Viso no es el primero que nos recuerda que tiene poco sentido cambiar el consumo de leche entera por leche semidesnatada o desnatada. La leche de vaca entera contiene 3.5-4% de grasa, la semidesnatada 1.5-1.8%, y la desnatada apenas un 0.5% de grasa. Como vemos, son porcentajes muy bajos, aunque no son pocos los que siguen recomendando este cambio con el objetivo de perder peso, o incluso por su supuesto mejor perfil cardiovascular. Hoy en día, gracias a las evidencias más recientes, sabemos que ni un dato ni el otro son correctos.
Como puntualiza Viso, sí, la leche desnatada posee menos calorías, pero eso conlleva un “precio” a pagar: si consumimos leche desnatada pero la acompañamos de galletas, cacao azucarado y otras sustancias, carece de sentido este cambio: “Esto si que no ayuda. La leche entera en cambio sacia muchísimo más, ¿y sabéis lo que pasa cuando estáis saciados? Pues que dejáis de picotear aquellas cosas que realmente suman calorías. Calorías vacías. Calorías que no nutren. Y además, la leche entera tiene vitaminas liposolubles A, D, E, K, más omega-3 y mejor absorción de nutrientes”.
Por otro lado, cabe señalar que el consejo de tomar un tipo de leche u otro no debe ser generalizado como se solía realizar hasta ahora, pero sí puede ser personalizado: si se sufren problemas gástricos o patologías específicas, es posible que una leche semidesnatada o desnatada sea mejor opción, como es el caso de las gastritis crónicas o cuando se sufren problemas de motilidad intestinal, donde los productos bajos en grasa son más fácilmente digeribles. O incluso cambiar de una leche de vaca a la de cabra u oveja. Estas últimas son más fácilmente digestibles porque contienen proteínas diferentes, más allá de su porcentaje graso, que es similar a la leche de vaca.
Finalmente, a pesar de que las guías clínicas nutricionales siguen insistiendo en la recomendación de tomar varias porciones de lácteos al día por su riqueza en micronutrientes como el calcio, cabe recordar que estos no son productos imprescindibles en la alimentación. Actualmente poseemos una amplia gama de productos alimentarios ricos en macro y micronutrientes, y los lácteos son solo una opción más, adaptable a cada tipo de persona. No es necesario ni obligatorio que el consumo de calcio provenga de la leche, habiendo otros alimentos como pescado azul, frutos secos, semillas, espinacas o bebida de soja, entre otras opciones.