Según indicó el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), en febrero la brecha de precio pagado al productor por su materia prima se ubicó en un 86,1%.
Es decir, en base a la tipificación de la leche según los estratos composicionales que surgen de los precios de referencia del sistema oficial de gestión de la lechería argentina (Siglea), el mes pasado un tambo con excelente calidad integral de leche cruda pudo cobrar un máximo de $48,06/litro, mientras que un tambo en el extremo contrario, apenas percibió $25,82/litro.
Esta singular diferencia, según explica el observatorio, representa una variabilidad del 86,1%, o lo que es lo mismo, $22,2/litro entre el mejor y el peor de la tabla.
De este registro se extrae el precio promedio de la leche del mes, que en febrero fue de $37,69/litro, según el Siglea, donde se reportan 364 empresas que liquidan a 8.037 tambos de todo el país. “Los precios publicados surgen del promedio del precio básico + bonificaciones de calidad por estrato + el promedio de bonificaciones comerciales ponderados por litro. Los parámetros higiénicos y sanitarios son fijos mes a mes y los parámetros composicionales para definir cada rango variarán por mes en función a la estructura composicional (grasa butirosa + proteína)”, explica el Ocla.
“En el cuadro de tipificación, la leche comercializada se divide en 25 estratos según composición y calidad higiénico-sanitaria y, dentro de cada estrato, se muestra un promedio ponderado del precio del total de esos litros y además un promedio ponderado del 20% superior e inferior de los precios” agrega el organismo.
Esta información sirve además para entender la enorme variabilidad que existe entre las calidades de leche cruda que se producen en el país y las diferencias sustanciales de precios que se dan en ese sentido. Si bien vale aclarar que la leche en Argentina se sigue comercializando en su mayoría por litro, no por parámetros de calidad, el ejercicio de comparación ilustra el carácter ecléctico de la actividad según sus diversos estratos composicionales.
Incluso, se dan situaciones contradictorias en donde una mejor calidad no siempre representa un mejor precio proporcional. Según el Ocla, “existen precios descendentes en cada tipo composicional a medida que desmejora la calidad higiénico-sanitaria, pero se dan serruchos ya que las ‘penalizaciones’ por menor calidad se ven compensadas seguramente por la presencia de bonificaciones comerciales que pueden estar especificadas y tabuladas (ejemplo: volumen, temperatura, distancia, permanencia, etc.) o arbitrarias, en función a aspectos no especificados en los Sistemas de Tipificación y Pago de la Leche (netamente comerciales)”.
Resolución 229/16
La discutida resolución oficial que establece cómo la industria debe pagar al productor por su materia prima, indica que “es deseable que el precio total obtenido y facturado por la leche entregada, se conforme de modo que los atributos guarden entre sí la relación de un ochenta por ciento (80%) de ponderación mínima de atributos de calidad composicional e higiénico-sanitarios y de un máximo de veinte por ciento (20%) para bonificaciones comerciales u otras, como una forma de privilegiar los atributos de calidad y composición por sobre otros factores”. Que, “alineado con este objetivo, es deseable que los atributos de calidad composicional e higiénico-sanitarios guarden entre sí la relación de un máximo de sesenta por ciento (60%) para los primeros y de un mínimo de cuarenta por ciento (40%) para los segundos”.
He aquí la gran polémica que se instala en torno a esta distribución de porcentajes, la cual muchos productores consideran discrecional a favor de la industria, porque les otorga un poder de maniobra para ajustar el precio todos los meses, según la estacionalidad y el criterio comercial.
Esta razón es la que esgrimen los productores de la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe para insistir en que toda la lechería argentina pase a un sistema de pago por calidad que sea justo y universal, para terminar con la discrecionalidad que, según sostienen, nivela para abajo.
La leche de referencia
Los datos del cuadro también arrojan una leche de referencia que promedia todos los estratos, según los cuales en febrero, el precio promedio mencionado refiere a un tambo promedio de 2.837 litros/día, que produjo una leche con 3,65% de grasa, 3,36% de proteína, 79.000 UFC/ml y 417.000 RCS/ml. De allí se establece el nivel de calidad higiénico sanitaria de la leche argentina en términos reales.
Sin embargo, cuando se dice que esa es la leche de referencia, en realidad se trata del promedio de liquidaciones del mes producido. Lo que piden los tamberos es que dichos parámetros puedan ser anticipados al productor antes de que se produzca la leche, para saber hacia dónde enfocar su producción y estrategia económica.
Santa Fe sigue complicada
Esta semana se publicó la calidad composicional de cada cuenca lechera del país y nuevamente, al igual que ocurrió en enero, las cuencas santafesinas continúan reprobando en varios de los ítems que se comparan.
Si bien salió del fondo de la tabla en algunos parámetros, lo cierto es que respecto a la leche de referencia promedio nacional de febrero, nuestra provincia está en calidad composicional abajo del mismo, con valores que si bien están dentro de los históricos no alcanzan para ponerse en sintonía con el resto de las cuencas.
Así, la leche de Santa Fe Centro, la principal cuenca lechera del país, tiene 3,64% de GB y 3,31 % de proteína, sin llegar a superar el estándar del 7% de sólidos útiles que habitualmente se toma de parámetro en las industrias lácteas. Sin embargo, lo más preocupante es el aspecto higiénico sanitario de la materia prima, porque otra vez en febrero el recuento de células somáticas (RCS) fue muy elevado, promediando 416.000 p/ml, en tanto el análisis de UFC se ubicó en 95.000 p/ml, algo mejor que el mes pasado pero lejos de los 50.000 como parámetro aceptable.
¿A qué responde esta realidad? Como ya se explicó desde este espacio, las causas pueden ser múltiples y volátiles, pero es evidente que la mayoría de los rodeos comerciales en dicha región están incubando problemas clínicos por alguna razón, ya que según explican los veterinarios, esto puede deberse a enfermedades o afecciones que los tambos no están pudiendo solucionar.
Seguramente será “tarea para la provincia” y su dirección de Lechería, que ya tomaron nota de este reporte y que prometieron ocuparse durante este año de establecer las causas y promover la solución al problema, porque se sabe que el RCS es un desafío de largo plazo.