A la hora de planificar una dieta orientada a bajar de peso, la elección del tipo de leche puede influir en la saciedad, la ingesta calórica y el balance de nutrientes. Según especialistas en nutrición, la leche descremada o baja en grasa es la opción más recomendada para quienes buscan reducir calorías sin perder proteínas de calidad.
La leche descremada mantiene los nutrientes esenciales —como calcio, proteínas y vitaminas— pero reduce considerablemente el contenido de grasa y calorías respecto a la leche entera. Esto permite incorporarla en desayunos o colaciones sin sumar exceso energético.
Por su parte, la leche semidesnatada o baja en grasa ofrece un equilibrio: conserva parte de la textura y sabor más cremoso, con menos calorías que la leche entera. Para muchas personas, esta versión mejora la adherencia al plan alimentario porque es más agradable en sabor sin comprometer el objetivo de pérdida de peso.
Saciedad, calorías y vitaminas: qué tener en cuenta
Especialistas destacan tres puntos clave:
✔️ 1. Calorías más bajas
Las versiones descremadas o bajas en grasa reducen significativamente el aporte calórico por taza, lo que colabora con un déficit energético sostenible.
✔️ 2. Buena saciedad
A pesar de tener menos grasa, la leche descremada conserva proteínas de alta calidad, esenciales para generar sensación de saciedad y evitar picoteos.
✔️ 3. Mejor aporte nutricional
El calcio y las vitaminas presentes en la leche contribuyen al metabolismo energético y al mantenimiento de masa muscular durante la pérdida de peso.
En cambio, las leches saborizadas, condensadas o con azúcar agregada no son recomendables en dietas para bajar de peso, ya que aumentan la carga calórica y el índice glucémico.
Fuente original: La Gaceta






