La escasez de leche y el deterioro de las cuencas ha sido un flagelo difícil de resolver en los últimos años. A pesar de la grave situación que enfrentan las pequeñas industrias, las soluciones no trascienden los discursos. Algunos esfuerzos recientes como el proyecto “Cuencas Lecheras” desarrollado por INALE y MGAP nos generan cierto escepticismo, siendo que difícilmente la asistencia técnica enfocada a la perspectiva de género sea capaz de mover la aguja en el desarrollo genuino de las cuencas lecheras.
La lechería tiene algunas dificultades para transmitir y asimilar las señales del mercado. Quizás por el elevado costo de entrada y salida en el tambo, por el alto componente de trabajo familiar, o simplemente por razones socio-culturales. Ello diferencia a la lechería de otros rubros, haciendo difícil identificar mecanismos virtuosos que permitan diseñar políticas públicas eficientes para la promoción de la lechería.
Entendemos que, al igual que los clubes de fútbol que deben invertir en sus formativas, las industrias (en especial las deficitarias en leche) tienen que promover el desarrollo de nuevos productores más activamente. Asimismo, creemos que el mecanismo ideal para ello es la Lechería Asociada y en esta columna pretendemos aportar algunos indicios de cómo debe implementarse un sistema “patrocinado” por las propias industrias.
En este modelo muy extendido en Nueva Zelanda denominado sharemilking, el dueño del campo y un operador lácteo (quien se encarga de la producción y operativa), comparten un porcentaje de la remisión de leche y los costos. Generalmente, el operador lácteo se encarga de los costos variables asociados a la producción de leche, mientras que el dueño del campo asume los costos y las mejoras fijas recibiendo entre 50% y 80% de la remisión de leche (dependiendo los aportes de capital).
Como ya hemos detallado en columnas anteriores, lo más interesante de este sistema no reside únicamente en las características contractuales del sharemilking, sino en la posibilidad de promover “carreras lácteas”. Esto permite ofrecer una ruta de desarrollo personal y profesional a un montón de jóvenes y técnicos, que actualmente están dispuestos a emprender en el sector agropecuario a pesar de la enorme barrera de entrada que implica el acceso a tierra. Mediante sucesivos aportes de capital durante su carrera (ganado, maquinaria, otros), los operadores lácteos pueden acceder a mejores contratos (comenzando desde el aporte de mano de obra, pasar a recibir el 20% de la remisión de leche y alcanzar hasta el 50%), con lo cual es posible transitar lo que los neozelandeses definen como el “career path”, pasando de una relación de dependencia, a un desarrollo empresarial basado en el trabajo y generación de capital.
¿Qué se necesita para desarrollar esta actividad en Uruguay? En primer lugar, es necesario realizar un cambio de enfoque tanto a nivel político como de los tomadores de decisiones, pues si continuamos haciendo lo mismo, muy difícilmente tengamos resultados diferentes. Resulta fundamental generar masa crítica, una oferta y demanda dinámica tanto de operadores lácteos como de tambos. Por tanto, debemos apuntar los esfuerzos a la formación técnica de nuevos productores y generar las condiciones e incentivos adecuados para que los tambos adopten la lechería asociada en lugar de cerrar sus puertas definitivamente. Existe actualmente industrias interesadas en participar en alguna experiencia piloto para el desarrollo de cuencas, con lo cual somos optimistas que se puede comenzar a generar las primeras experiencias.
Formación de operadores lácteos
Si bien existen serios problemas de recambio generacional intrafamiliar, existe un universo de jóvenes interesados en iniciarse en la actividad con pocas o nulas herramientas para hacerlo. Para ello, se propone desarrollar una carrera de manager de tambos dentro del ámbito de la UTU. Existe una interesante experiencia en Nueva Zelandia donde la formación con foco empresarial se encuentra bien diferenciada de la académica, algo que deberíamos imitar en especial en un contexto de escasez de mano de obra calificada en el medio rural, donde el foco se haga en la gestión integral de tambos y la toma de decisiones.
Este sistema, que debe ser apoyado por las propias industrias, puede tomar prestado el excelente sistema de pasantías laborales que se puede acceder en Nueva Zelandia, donde muchos jóvenes de todas partes del mundo (incluyendo muchos uruguayos), han incursionado para adquirir conocimientos y experiencia laboral. No sería nada descabellado que este mecanismo ofrezca verdaderas oportunidades de desarrollo y escalamiento social, donde eventualmente se atraiga jóvenes de toda la región dispuestos a recorrer el career path uruguayo, después de todo, ese es el modelo de éxito neozelandés.
Patrocinar la lechería vs el modelo actual de colonización
Para alcanzar los ambiciosos objetivos de expansión del sector lácteo y desarrollar nuevas cuencas, indefectiblemente se necesita invertir en nuevos tambos. Si bien resulta impracticable exigirles a las industrias que afronten la inversión en tierra, la lechería asociada puede ser una alternativa viable que puede ser patrocinada para estabilizar las cuencas minimizando la inversión.
El mecanismo propuesto consiste en facilitar el acceso a tierra a las diferentes industrias (preferentemente en arrendamiento de largo plazo con el INC), para lo cual se les exigirá realizar inversión o acondicionamiento de la infraestructura necesaria para la producción de leche (sala de ordeñe, agua, emparcelamiento, caminería etc.). Estos tambos quedarán dispuestos en un régimen de lechería asociada para remitir a la industria arrendataria (patrocinante). Este modelo híbrido entre una producción a fasón y el sistema de colonización, ofrece cuatros variantes fundamentales al fallido sistema actual: a) Incluye a la industria como socia del operador lácteo, invirtiendo capital necesario (aspecto clave que impide a la mayoría de los colonos producir eficientemente), b) permite ingresar operadores de tambos con probada idoneidad y formación técnica, c) ofrece posibilidades reales de crecimiento a los operadores lácteos y d) permite asegurar el suministro de leche de las industrias.
Este instrumento probablemente sea de gran utilidad, tanto para las industrias que actualmente son deficitarias en leche, como para atraer nuevos emprendimientos lácteos que consideren instalarse en Uruguay. El modelo de lechería asociada propuesto contribuye a descomprimir la feroz competencia que existe en el sector, donde las pequeñas industrias se juegan la vida en clara inferioridad de condiciones, obligados a pagar sobreprecios para retener sus remitentes. Este sistema permite desarrollar genuinamente nuevas cuencas, resolviendo colateralmente los problemas identificados por algunos ejecutivos de Conaprole, quienes entienden que atraer nuevos jugadores en el sector lácteo podría ser contraproducente, ya que podrían acaparar cuenca desarrollada previamente por medio de planes de apoyo de su propia cooperativa.
En este sistema patrocinado, el arrendamiento de la tierra y costos fijos son más que compensados con la remisión de leche que les corresponde contractualmente a las industrias, con lo cual quedan los incentivos alineados entre el operador lácteo y las industrias para maximizar la producción de leche y reducir así la elevada capacidad ociosa que presentan la mayoría de las plantas.
En definitiva, entendemos que existen suficientes incentivos como para el desarrollo de un sistema de lechería asociada o sharemilking adaptado a las condiciones de Uruguay. El éxito del mismo, radica en lograr un apoyo interinstitucional que permita su puesta en marcha, promover la formación técnica de nuevos productores para generar masa crítica e instrumentar mecanismos de financiación tanto para la inversión en tambos, como créditos de largo plazo que acompañen a los sharemilkers a lo largo de toda su carrera láctea.
*Ingeniero agrónomo, MsC en Agronegocios