Desde ese momento, el sector lácteo argentino se constituyó como un motor para el desarrollo de las economías regionales de la región pampeana, donde se concentra la mayor actividad lechera del país.
Hoy, la cadena cuenta con tres grandes eslabones: producción primaria, realizada en los tambos, industrial y distribución y comercialización. Para entender las problemáticas por las que pasa el sector lechero, así como sus potencialidades, es necesario repasar su estructura.
La producción primaria de leche tiene una estructura productiva heterogénea, llevada a cabo por 10.722 tambos pequeños y medianos, concentrados en Santa Fe (35,1%), Córdoba (30,0%) y Buenos Aires (22,1%). Allí coexisten unidades de diferentes tamaños y modelos de producción. Se distinguen principalmente dos métodos: los tambos de mayor tamaño practican un sistema de confinamiento casi total, y los más pequeños combinan el método de pastoreo con suplementos dietarios.
El sector industrial está formado por 1046 empresas que abarcan tanto firmas de gran tamaño que cuentan con varias plantas, como más pequeñas que son tambos-fábrica. Las primeras siete empresas industrializadoras concentran el 40% de la producción nacional. En general, se trata de compañías que producen varias líneas de productos para el mercado interno y para el exterior y son de origen nacional y filiales de transnacionales.
Durante los primeros meses del año, el sector lechero protagonizó charlas en ascensores y en colas de supermercados. El motivo: un desabastecimiento de leche en las góndolas.
La producción primaria de leche tiene una estructura conformada por 10.722 tambos pequeños y medianos, concentrados en Santa Fe (35,1%), Córdoba (30,0%) y Buenos Aires (22,1%).
La devaluación del 100,2% de la moneda durante 2018, repercutió de modo directo al sector primario, que cuenta con cerca del 75% de los costos dolarizados, dependiendo de la modalidad de producción y costos variables que aumentaron considerablemente, como los servicios y el gasoil.
“El sector lechero no escapa a la coyuntura económica del país”, afirma Ignacio Kovarsky, flamante vicepresidente de la Sociedad Rural de Trenque Lauquen, una de las cuencas lecheras más importantes del país. Este factor, acompañado por una caída del precio internacional a partir de 2015, que pasó de u$s 5000 a u$s 2000 la tonelada por una sobreoferta de lácteos a nivel mundial, impactó en la rentabilidad de los tambos. De acuerdo al Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), entre 2016 y 2018 la producción de leche decreció aproximadamente un 15%.
Para enfrentar los costos crecientes, los tamberos hicieron caja con la venta de material de rodeo: “La leche no valía nada, el ingreso no cubría nuestro costo y nos financiábamos vendiendo vacas a frigoríficos”, ilustra Andrea Passeri, tambera y coordinadora de lechería del Carbap.
Las vacas que quedaron en los tambos son más pequeñas, y rinden menos. “Durante el 2018, además, las vacas fueron peor nutridas, por el precio del alimento, y eso repercute en las bajas lactancias observadas actualmente”, complementó Kovarsky.
Sumado al factor climático de tres periodos de inundación, y la estacionalidad de la actividad, los primeros meses de 2019 las industrias sufrieron una caída en la oferta de bienes primarios para transformar y comercializar.
Por otro lado, la Ocla relevó durante 2018, un total de 10.722 tambos, un 6% menos que los registrados el año anterior. Sin embargo, Jogue Giraudo, director del Observatorio, aclara: “Si bien este fenómeno repercute en la cuestión social, estamos viviendo un proceso que es una tendencia mundial a la concentración. El promedio mundial de cierre de tambos es de 5% anual mientras que, en Argentina, es de 2%”.
La devaluación del 100,2% de la moneda durante 2018, repercutió de modo directo al sector primario, que cuenta con cerca del 75% de los costos dolarizados
Principales problemáticas
A partir de enero, se observó una recomposición del precio de la leche pagada al productor. El aumento se dio, por parte de la oferta, gracias al faltante de producto provocada por los factores arriba mencionados. Por parte de la demanda, se le agregó el factor de la crisis de Sancor, la cuarta empresa productora de leche del país, que vendió sus plantas de procesamiento en Chivilcoy y Morteros, favoreciendo la competencia. Los referentes del sector insisten en que, para que este aumento no signifique únicamente un respiro para un sector que viene ahogado desde hace varios años, hay que insistir en resolver tres factores: transparencia de los precios, acceso al financiamiento y mejoras estructurales.
Transparencia de precios
Los productores primarios denuncian que, en la transacción de la leche cruda, no se cumplen las reglas comerciales básicas. El mecanismo es un contrato oral de compraventa que muestra una posición dominante de la industria sobre el tambo, se paga a 45 días y el precio queda a determinar de acuerdo a los estándares de calidad evaluados por la misma empresa. El productor se entera del precio exacto al que vendió el litro de leche, una vez pasado ese tiempo. “La principal problemática de los tambos es más institucional, que económica”, afirma Passeri. Desde CARBAP, se encuentran trabajando para lograr reglas claras y capacitar a los tamberos a no entregar la producción. “Hoy, la transparencia (de precios) viene por los grupos de WhatsApp”, remata. Marisa Boschetti, secretaria de Finanzas de la Comisión Interna de Lechería de la Federación Agraria Argentina, opina que el lechero es un mercado que debería estar regulado: “Hay productores que cobran $ 17 el litro de leche, y otros apenas llegan a $ 13. Este desequilibrio hace que algunos productores sigan desapareciendo”.
Acceso al financiamiento
El productor tambero es uno de los más débiles y no cuenta con garantías, respaldos y una carpeta abultada para acceder fácilmente al financiamiento. Asimismo, las altas tasas de interés y la incapacidad de los tamberos para acceder, hacen que esta recomposición observada en el precio de la leche y su consecuente aumento de la rentabilidad del productor, sea invertido en cancelar deudas para evitar las altas tasas de interés, en vez de reinvertir en tecnología y maquinaria para mejorar la producción futura.
Mejoras estructurales
El director de Ocla agrega a la incertidumbre futura, cuestiones estructurales que harían que el sector pueda despegarse de las condiciones competitivas. En este sentido, las ventajas comparativas de la lechería argentina, no son suficientes porque dependemos de condiciones estructurales de inversión en la producción. “Tan simple como que se pueda sacar la producción si llueve, o que no se inunden los tambos, sometiendo a la vaca a un estrés por temperatura y humedad”.
Los protagonistas de la cadena láctea consultados por este medio, coinciden en que el futuro cercano es incierto, al igual que la macroeconomía. “Las expectativas van a variar en función de que bajen las tasas de interés, y que se estabilice el tipo de cambio. Hasta que la macro no este delineada y estable, ni nosotros ni ninguna producción como la nuestra puede tener demasiada visión de cómo va a ser”, asegura Ignacio Kovarsky, vicepresidente de la Sociedad Rural de Trenque Lauquen.
Las altas tasas de interés y la incapacidad de los tamberos para acceder, hacen que la recomposición observada en el precio de la leche y su consecuente aumento de la rentabilidad del productor, sea invertido en cancelar deudas para evitar las altas tasas de interés, en vez de reinvertir.
Sin embargo, Kovarsky insiste en que su principal temor es que empiece a abundar la leche de vuelta, y la industria comience a fijar los precios de manera unilateral.
Es por este motivo, que advierten que es importante mantener y fomentar las exportaciones, que es lo que produce una competencia por parte de la industria, permitiendo un acomodamiento de los precios.
A continuación, algunos números que ayudan a entender cómo se encuentra el sector lácteo:
La producción total del mes de abril fue de 736,9 millones de litros de leche, lo que acumula, de esta manera, una caída de producción de un 7,5% entre abril 2018 y abril 2019.
El consumo de leche en la Argentina fue de 190 litros per cápita en 2018, el consumo más bajo desde 2006. Este hecho se explica por el aumento de precio en las góndolas, y la pérdida de poder adquisitivo de la población, tras la devaluación.
Empleo registrado en la industria lechera en 2018: 34.562, un 14,7% menos que el año anterior.