Más allá del “chau” al tigre de los cereales, al conejo de la chocolatada en polvo y al astronauta del alfajor Capitán del Espacio, la sancionada Ley de Etiquetado Frontal es más una cuestión de “agregar” que de quitar.
Obliga a advertir sobre “Alto en azúcares”, “Alto en sodio” y “Alto en grasas saturadas”, entre otros nutrientes de los alimentos, a través de sellos negros al frente de los envases, latas y botellas. La idea es direccionar desde las góndolas hacia un consumo saludable.
Más allá del texto frío, ¿qué es lo que más comemos los argentinos y cuántos sellos negros tendrán esos productos?
Desde la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) -que apoyaron la necesidad de que exista una ley pero marcaron diversos desacuerdos, como por ejemplo que la norma se enfoca en procesados y ultraprocesados y no abarca a lo que se vende en restaurantes, panaderías o rotiserías- dicen que “el diablo no viene envasado”.
La analogía no es bíblica sino alimentaria. El problema no está en el paquete. Tampoco en las calorías. Señalan que los excesos dietarios se extienden a diferentes grupos de alimentos que se compran a granel o se utilizan como ingredientes culinarios en preparaciones caseras. De hecho, “los alimentos envasados no representan más del 35% del volumen físico (algo más en energía) de la dieta promedio de la población”, explican a Clarín desde la SAN.
¿Qué es lo que más se come en nuestro país?
El diario Clarín hizo un repaso sobre los alimentos no envasados que más consumen los argentinos. “Pizzas al paso, empanadas, choripanes, sándwiches de estaciones de tren; son todas las comidas listas ‘más’ consumidas en Argentina que una hamburguesa de una cadena norteamericana”, dice a Clarín Sergio Britos, director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA). Nada de eso estará obligado a llevar un sello negro. No serán etiquetados. Y si lo estuvieran, tendrían todos los sellos negros.
En segundo lugar, ¿qué alimentos envasados (los que abarca la ley) invaden la dieta “argenta” y qué sellos negros llevarán? Según un reciente estudio realizado por CEPEA, en Argentina comemos de “regular a mal” y la dieta es “monótona”. A medida que aumentan los ingresos en los hogares, se come más algo envasado que a granel.
La calidad de dieta promedio, medida a través de un índice de densidad de nutrientes (IDN), alcanza un 60% del estándar: 12 puntos sobre 20, con poca variación entre niveles de ingreso y regiones. Solo el 11% de la población del país tiene una buena calidad de dieta, mientras que el 39% tiene una de baja calidad. El resto, 50%, tiene una dieta de calidad intermedia.
Más del 90% de los hogares no consumen las cantidades recomendadas de hortalizas, frutas, legumbres y granos o cereales de calidad y lácteos. Y menos del 2% de los hogares logra combinar de manera simultánea las cantidades recomendadas de esos alimentos.
Galletitas dulces y saladas
La base preponderante de la alimentación promedio en Argentina son los llamados “cereales comunes”, es decir, las harinas, pan y pastas de trigo común. También la papa y carnes (que sólo en el caso de las congeladas entrarán en el etiquetado), alimentos más calóricos comparado con verduras, frutas o lácteos. Pero, por sobre todo, cuando decimos “harinas”, son las galletitas, dulces y saladas. Favoritas en todas las edades y clases sociales.
La gran mayoría de esos paquetes dulces tendrán todos los sellos negros. Todo negativo en términos de la ley, para desalentar su consumo. Al frente figurará el octógono negro con letras blancas en mayúsculas de “Alto en azúcares”, también el de “Alto en grasas totales”, el de “Alto en grasas saturadas”, el de “Alto en calorías” y el de “Alto en sodio”. Lo mismo estará presente en las galletitas saladas, excepto el sello que advierta sobre cantidad de azúcar.
Golosinas, helados y mermeladas
“Hay que fijarse en qué porcentaje del total de calorías de la dieta le corresponde a cada alimento. Alfajores y golosinas representan el1%, al igual que los helados, los dulces y las mermeladas”, detalla Mariana Albornoz, nutricionista e investigadora autora de este estudio. Apunta que en Argentina se tiene el concepto de que es “menos saludable” comer una golosina que una galletita dulce. “Así, el 3% de las calorías de la dieta proviene de galletitas dulces”. Las saladas, suman un 1%.
Otro punto comparativo con las galletitas son las bebidas azucaradas. Que también tienen “mejor prensa” que las golosinas. “Es un dato sólido: las bebidas de este tipo aportan el 4% de la energía en la dieta. Y si sumamos todos los rubros, alfajores y golosinas, helados, bebidas, galletitas, mermeladas y dulces, aportan el 11% de las calorías totales de la dieta”, advierte. Esto corresponde a la muestra de hogares donde hay niños, niñas y adolescentes de hasta 17 años.
Pastas y panes
Las pastas rellenas envasadas tendrán dos sellos: “Alto en grasas saturadas” y “Alto en sodio”. Las frescas envasadas a base de harina integral o verduras (que son las menos consumidas y desde la dieta “mejores” que las anteriores), también tendrán sello negro respecto al sodio. Desde el sector de la nutrición dicen que estas segundas pastas “incluyen entre sus ingredientes verduras o fibra y que por ello tienen un diferencial positivo que el consumidor no podría diferenciar”.
En cuanto a panificados comunes envasados y los integrales, Britos marca que “aparecerían iguales que los que no tienen fibra, siendo esta última un nutriente de amplísima carencia en la dieta”.
Bebidas y quesos grasos y untables
En este punto, hay que aclarar que el etiquetado no abarcará sólo a las gaseosas azucaradas. Entran los jugos y las aguas saborizadas. Tendrán el sello de “Alto en azúcares”.
Respecto al queso graso, que está envasado y comemos en rodajas sobre otras harinas también envasadas o en preparaciones, llevará la etiqueta negra por calorías, grasas totales, grasas saturadas y sodio. Sobre este último nutriente hay polémica ya que el sodio es intrínseco del queso (no es agregado en su fabricación) y eso, del lado de las y los nutricionistas le agrega un sello “que lleva a confusiones, como si fuese malo”.
Una “sorpresa” será que el queso untable light tendrá tres sellos negros: “Alto en grasas totales”, “Alto en grasas saturadas” y, claro “Alto en sodio”.
Yogures y chocolatada
“El desvío (exceso) en azúcar en muchos yogures es mínimo y es un alimento fermentado de muy buen valor nutricional. Por supuesto que hay opciones con contenidos altos de azúcar a quienes bien les cabe el sello pero no es así en una amplia variedad. En un momento en el que en el mundo se recomienda el consumo de yogur como alimento fermentado, en Argentina apareceríamos desalentándolo”, señala Britos.
Si bien en Argentina es más probable un “mate con galletitas” que un yogurt, despues de la leche es el lácteo más dirigido a niños, niñas y adolescentes y al mercado de lo saludable. Un yogurt “normal” tendrá dos sellos: “Alto en grasas saturadas” y “Alto en azúcares”, mientras que uno light en azúcares tendrá un octógono más: “Alto en azúcares”, “Alto en grasas saturadas” y “Alto en sodio”. “Es un contrasentido total”, explica el nutricionista.
La leche chocolatada tendrá el sello de “Alto en azúcares” y el de “Alto en grasas saturadas”. “En muchos chicos es una forma inteligente de tomar leche con un contenido de azúcar mínimo e igual o menor que lo que se le suele agregar en las casas de todos modos”, marcan desde la SAN.
Aunque no es un lácteo, el atún también es una forma “inteligente” de incorporar pescado en la dieta. No es nada barato y, si bien no está entre los primeros alimentos elegidos en nuestro país, sí es el pescado por excelencia que entrará en la ley de etiquetado. Tendrá tres sellos: “Alto en grasas saturadas”, “Alto en grasas saturadas” y “Alto en sodio”.