La oferta de leche norteamericana sobrepasa largamente la demanda interna, que año tras año baja, y el stock que está acumulando la industria quesera llega a este año a cerca de 650 millones de kilos guardados en almacenes con subsidio estatal.
En este contexto es que Gene Baur, presidente de Farm Sanctuary y profesor asociado en la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, propone directamente dejar de subsidiar a los tamberos, ya que según sus palabras “promueve una sobreproducción inútil”. Y agrega “las lecherías industriales están aprovechando los beneficios fiscales y otros beneficios para consolidar su influencia, mientras que las lecherías más pequeñas están en crisis. Muchas de estas fincas más pequeñas están saliendo del negocio, a pesar de los subsidios gubernamentales destinados a mantenerlos a flote”.
Es en este punto que propone una solución radical: “En lugar de perpetuar un sistema disfuncional, apuntalar una industria en declive basada en la sobreproducción y gastar miles de millones de dólares cada año, la mejor manera para que el gobierno ayude a los productores de leche sería ayudarlos a salir del negocio de productos lácteos”.
En su artículo, que se puede leer en su versión original en nuestro site en inglés, denuncia los grupos de presión que operan en Washington, y ejercen, según él, una influencia indebida en la obtención de fondos del gobierno.
Cerrando su teoría, asegura que “tratar de mantener a los ganaderos en el negocio de los lácteos es un esfuerzo hercúleo y equivocado, y no puede durar para siempre. En lugar de perpetuar un status quo insostenible y prolongar la angustia de las lecherías con dificultades, los programas gubernamentales deberían alentar a los agricultores a hacer la transición a la agricultura basada en plantas y otras oportunidades emergentes fuera de la producción lechera”.
Es que considera que el público está cambiando sus hábitos de consumo y privilegiando la demanda de alimentos orgánicos y de origen vegetal, al igual que la demanda de alternativas a los productos animales.
Su cierre es contundente: “La mejor esperanza para que los granjeros lecheros permanezcan en la agricultura, y la mejor política para nuestro presupuesto federal y nuestras cinturas, es sacarlos de la ganadería lechera por completo”.
¿Estaremos frente a un cambio de paradigma de la política lechera norteamericana?