Lo que pasa en la lechería es importante, más allá que sus coletazos más fuertes no se adviertan en el día a día de la ciudad, como sí ocurre en otras localidades.
La lechería es la economía regional con mayor significación en la zona. · Crédito: Puntal Villa María.

Por más que mucha gente en Villa María no visualice una repercusión directa de sus vaivenes, la lechería es tal vez la economía regional con mayor significación en la región ya que realiza el ciclo completo. Está la producción que genera la materia prima, la industria que elabora diversos productos a partir de allí y una importante red de proveedores de insumos y servicios. Y, lo que completa ese círculo virtuoso, desde hace muchos años la ciudad es referente de conocimiento sectorial a través de la Escuela Superior Integral de Lechería (Esil).

Por ese motivo lo que pasa en esa actividad es importante, más allá que sus coletazos más fuertes no se adviertan en el día a día de la ciudad como ocurre en distintas localidades cercanas. En muchas de ellas, las industrias lácteas o las cooperativas son las organizaciones privadas que generan más trabajo y aportes a la economía local.

Como en todo encadenado productivo, cada uno de los eslabones que lo componen son autónomos y dependientes a la vez. Más allá de su propia impronta, la evolución está ligada a la otra actividad. Cobran valor, entonces, las miradas y percepciones que los diferentes actores que forman parte de la cadena tienen del desarrollo sectorial.

Datos

Luego de años de grandes problemas climáticos y coyunturales, los datos muestran un presente positivo para el sector.

El semáforo de las economías regionales de todo el país, que elabora la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), en donde cada color corresponde a la situación que vive el sector, desde hace seis meses para la lechería está en verde. Concretamente, la entidad sostiene que la actividad muestra “precios, exportaciones y producción para arriba”. Por supuesto que también tiene su reverso: el consumo interno, como en otros rubros, continúa con tendencia bajista.

El Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla) ofrece indicadores que vigorizan ese análisis. Si bien aún no está publicada la última actualización, en junio se pagó en promedio por el litro de leche $ 15,15. En dólares representa, al cierre del viernes, casi USD 0,33. Hay que repasar muchas estadísticas para encontrar un valor parecido.

A pesar de la caída del mercado interno, la industria pudo apalancar la recuperación de los productores (muy heridos por la sucesión de desastres climáticos que afrontaron) porque la modificación operada a comienzos del año pasado en el tipo de cambio posibilitó el fortalecimiento de las exportaciones. Así se completó un cuadro de suba de precios para ambos sectores.

El escenario

Aunque la lechería, como se indicó precedentemente, atraviesa un momento positivo el escenario tiene sus bemoles.

Alejandro Sammartino, titular de la Dirección Nacional Láctea, separó claramente la foto (el presente) con la película (hacia dónde va), enfatizando las acciones desarrolladas para que ese mediano plazo tenga previsibilidad. “Problemas de precios y con el clima seguirán; lo que no vamos a tener más son crisis por falta de reglas de juego”. Por tanto, el funcionario subrayó que desde el área no van a intervenir en las discusiones en torno al valor de la leche, que comenzaron hace algo más de un mes.

¿Por qué, con indicadores en alza, confrontan productores e industriales? Ahí emergen diferencias en torno a lo que se entiende por mediano plazo. Para Sammartino, tiene que ver con las tendencias de la actividad, su inserción en los mercados externos y la competitividad de los sistemas; el resto es coyuntura. Para productores e industriales, el análisis los lleva a los próximos meses, cuando aumente estacionalmente el volumen de producción de leche.

El precio

Históricamente la discusión está centrada ahí, en el precio de la leche.

¿Cuál fue la postura inicial de la industria? En primavera habrá más leche, que el consumo doméstico no va demandar. En la primera parte del año, con menos producto, la demanda externa explicó la recuperación de precios.

Pero el valor de la leche en el mundo, dependiente de una cooperativa neozelandesa, exhibe desde hace meses un camino declinante. En la última licitación llevada a cabo por esa empresa, concretada el 6 de agosto, los lácteos cayeron en promedio 2,6 por ciento. La leche en polvo entera, principal producto de exportación de Argentina, se ubicó en USD 3.039 por tonelada, valor que se acerca al límite de rentabilidad exportadora. El razonamiento industrial es el siguiente: si la mayor cantidad de leche no puede venderse al mundo y el mercado interno tampoco la demanda, se generará un sobrestock que impactará en los precios de los productos elaborados y la materia prima.

Cuando Pablo Villano visibilizó esa postura, inmediatamente reaccionó Luis Beltramino, presidente de la Cámara de Productores Lecheros de Córdoba (Caprolec). “Los industriales tendrán que armar sus propios tambos”, disparó en estas páginas.

Después de esos ruidos, el titular de Apymel le bajó el nivel a la discusión. Ayer, entrevistado por este medio, no habló de precios sino del reclamo que realizaron desde la entidad para que el gobierno nacional le dé competitividad a las exportaciones, bajando las retenciones e instaurando nuevamente el porcentaje anterior de reintegros. El razonamiento, aggiornado, varió: Si el Estado quita impuestos la leche puede seguir fluyendo hacia el exterior, descomprimiendo el mercado interno y, por ende, la discusión de precios.

Lo importante

Más allá de la posición industrial, Villano abrió una puerta: “Tenemos que entender como sector que hay temas por los que debemos reclamar todos; no pueden estar las pymes, las grandes empresas y la producción cada uno por su lado. Hay medidas y acciones en común y hace a la fuerza del pedido”. Beltramino, apenas asumió en Caprolec, también se había pronunciado en el mismo sentido.

Otro dato a tener en cuenta: la lechería hace muchos años que no crece. La cantidad de litros se mantiene casi inalterable, perdiendo peso relativo frente a otros países. ¿Habrá posibilidades para que, en un momento incierto como el actual, lo urgente no tape lo importante? ¿Podrán productores e industriales pensar que el devenir de la actividad indefectiblemente los ata?

Seguramente en los próximos días, a medida que se acerque el cambio de estación, habrá señales en uno u otro sentido.

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