¿Se lleva puesta a la industria lechera y a nuestras más entrañables tradiciones el avance de los productos a base de vegetales que pretenden abrirse espacio a los empujones en la góndola de los lácteos?
Como consumidores estamos cada día más atentos a las alternativas que prioricen el cuidado ambiental y la salud, y esta nueva camada de alimentos que quieren parecer lácteos pero no lo son, se presenta como si fuera la opción “saludable” de algo que ya es saludable.
Esta tendencia hacia los cambios de hábitos en el consumo se corresponde con hogares de un alto nivel de ingresos, personas preocupadas por el medio ambiente pero sobre todo por la salud y el control de la obesidad ¿Es necesario erradicar de la dieta la leche para controlar la obesidad? ¿Saben ustedes que es característica de los lácteos, la alta concentración de nutrientes en pocas calorías?
Lo cierto es que los legítimos lácteos conservan su lugar en el podio de los favoritos de la mesa familiar, y en esa maratón nutricional, su aporte proteico y de aminoácidos esenciales sigue sin tener competencia, al igual que su costo. Una taza de leche de vaca, ya sea entera, descremada o deslactosada aporta 8 gr de proteína de alto valor biológico cubre el 30% de los requerimientos de calcio de un adulto de 19 a 50 años, y cuesta hasta un 75% menos que las opciones vegetales.
Si lo que nos inquieta es cuidar el medioambiente, ya hemos hablado de esto varias veces: el metano emitido por el ganado lechero es parte de un ciclo biogénico, no se suma a la presión climática como sí lo hace la quema de combustibles fósiles, sino que se recicla en la fotosíntesis.
La leche, la legítima, no daña al medio ambiente ¿Su producción ocupa tierra y espacio? ¿Ocupa agua? ¡Claro que sí! ¿Pero qué pretendemos? ¿Crear alimentos mágicos sin ningún recurso? ¿Suponemos que las semillas y los vegetales no ocupan recursos en su producción? ¿Se pueden utilizar estos recursos de un modo más eficiente? La ciencia y la tecnología al servicio de la agricultura y la ganadería trabajan cada día aportando a estos objetivos, con el fin de producir más y mejores alimentos, para alimentar a una población que va en ascenso.
No estoy de acuerdo con esa mirada culposa del ser humano que todo lo destruye, creo que somos tan parte de este planeta como la tierra, los animales, las plantas, el agua y el aire. Creo que como seres pensantes, creadores y creativos debemos usar los recursos con responsabilidad. Es cierto que es una conciencia que no siempre tuvimos, que vamos generando, que vamos aprendiendo en el prueba y error. Vivimos en constante evolución. Nunca antes la humanidad había tenido tal confort, tal expectativa de vida. No es verdad que lo que comemos nos está matando, no es verdad que debamos resignar nutrición en favor del medio ambiente, porque no es una cosa o la otra, también somos el medio ambiente.
Es momento de priorizar el aprender a comer. Aprender qué debemos incorporar en nuestra dieta de acuerdo a nuestra edad, a nuestra actividad y por supuesto a nuestro modo de pensar. Que la elección sea en base a una buena formación e información, no a miedos y suposiciones.
Necesitamos una legislación que priorice la educación nutricional no ideologizada y no pierda el tiempo con equívocos sellos frontales que lejos de orientar al consumidor lo atemorizan. No necesitamos tener más miedo. Necesitamos ser más cultos.
Vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy? ¡Consumir lácteos hace bien!
Valeria Guzmán Hamann
EDAIRYNEWS