Se trata de la reacción a la caída de 9,3% en la facturación global de la multinacional durante el tercer trimestre del año. Y si bien nuestro país no será el único mirado con lupa, el análisis por estas tierras comenzará en forma “inmediata” al igual que el de la marca Vega, en Estados Unidos. Juntas, estas operaciones representan una facturación de 500 millones de euros.
Desde la filial local, intentaron bajar el tono. “El Grupo Danone tomó una decisión de revisar el desempeño de algunos activos. La Argentina forma parte de esa estrategia. Como empresa revisamos constantemente nuestro portafolio para asegurarnos que esté alineado con nuestras metas y objetivos”, dijeron fuentes de la firma a A24.com Agro. Y agregaron que “este proceso está por comenzar y, por lo tanto, no implica ninguna opción concreta. La Argentina es importante para el portfolio de Danone global y esta decisión no cambia esa visión”.
Lo cierto es que los negocios de la firma en la Argentina vienen muy complicados en los últimos años, golpeados por la suba de costos, el congelamiento de precios, la precarización del consumo y sucesivos conflictos gremiales.
Los orígenes
El Grupo Danone es líder mundial en alimentación, con presencia en más de 130 países. En la Argentina, participa a través de sus tres unidades de negocios: productos lácteos y de base vegetal, aguas y bebidas, y nutrición especializada. El primer rubro representa el 60% de la facturación y el segundo el 30%.
Ingresó al rubro lácteo a mediados de los 90’ a través de la compra de la línea de yogures y postres de Mastellone. Desde entonces, ambas firmas comparten la marca La Serenísima, Danone para sus postres, yogures y quesos untables, y Mastellone para leches, quesos, manteca y dulce de leche, entre otros productos.
Hoy, Danone cuenta con cuatro plantas industriales y marcas icónicas como Yogurísimo, Ser, Activia, Cindor, Danonino, Casancrem, Villavicencio, Levité, Nutrilón, entre muchas otras.
Con Mastellone también se asoció en el manejo de la línea de distribución de frío más grande de la Argentina, con 1.200 camiones que recorren diariamente el país, un activo clave para el negocio de productos frescos. Logística La Serenísima es una empresa independiente cuyo capital accionario es 95% de la francesa y 5% de la compañía local. La sociedad tiene la particularidad de que sus gastos son variables, recayendo mayormente sobre quien más usa la distribución. De este modo, años atrás, los costos se repartían en proporciones similares entre ambas; hoy, con la fuerte caída de ventas de productos con mayor valor agregado, la mayoría recae sobre Mastellone.
Un negocio con mala leche
Con una producción de leche estancada en torno a los 10 mil millones de litros anuales desde hace más de 20 años, el sector lácteo argentino viene atravesando sucesivas crisis que afectan alternativamente a productores e industriales, cuando no a la totalidad de la cadena.
En el último año y medio, la peor parte se la llevó la industria. Como ejemplo, según un reciente informe del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) en julio pasado el sector industrial tuvo un resultado negativo por $ 794 millones, con una facturación anual que se mantiene por debajo de la inflación: +34,2%, contra un IPC del 42,4%.
Por el lado del consumo, durante el primer semestre de este año, crecieron las ventas de productos más básicos como leches no refrigeradas, leches en polvo, quesos cremosos y yogures bebibles de litro. En sentido contrario, cayeron las de productos de mayor valor agregado como yogures en potes, flanes y postres, leches saborizadas y quesos duros y semiduros. “Lamentablemente, todos estos últimos son lo que aportan habitualmente mayor contribución marginal al negocio de la cadena industrial”, explica el OCLA.
Si bien esta caída se profundizó con la pandemia, se trata de una tendencia de varios años. Por ejemplo, al comparar las ventas de postres lácteos y flanes en el primer semestre de 2016 y el mismo período de este año, se ve una baja del 41%.
A esto se suman las restricciones a los aumentos de precios. Los datos del IPC del INDEC marcan que mientras el movimiento de precios del conjunto de la economía fue de 36,6% interanual a septiembre, la suba de los lácteos quedó en 15,5%.
En ese contexto, Danone opera en la parte más golpeada del negocio, al no tener participación en el segmento de leche fluida.
Además, la leche cruda para la fabricación de sus productos representa el 34% en la estructura de costos. Según afirma la compañía, en 2019 el precio pagado a sus proveedores registró un aumento del 130%, que duplicó la tasa de inflación y dio como resultado un incremento de más del 1.000% en el acumulado de los últimos ocho años. Esta variable se suma al total de costos que no pudieron ser trasladados a precios al consumidor en los últimos años.
Tampoco le va bien en cuanto a las ventas. El consumo de yogures cayó 20% durante el 2019. Se trata de una categoría –entre otras que agrupan alimentos de alta calidad nutricional– que viene en descenso debido al impacto en términos de ingresos económicos familiares y al consiguiente cambio en los hábitos de alimentación.
Así las cosas, la operatoria de Danone se fue achicando en los últimos años, lo que queda demostrado en sus compras de materia prima. Hoy procesa algo más de 500 mil litros de leche diarios, el 1,7% del volumen industrializado en el país y ocupa el 13° puesto en el ranking de industrias lácteas que publica el OCLA. Comparado con el ranking de 2017, el número representa una caída del 28% en el volumen elaborado y la pérdida de tres puestos en el ranking.
Danone viene presentando balances negativos en los últimos años. De hecho, en 2019 recibió un aporte de capital de 110 millones de euros para solventar lo que sus ejecutivos denominaron como “la peor crisis de su historia”.
“La crisis se inició hace cuatro años. Desde ese momento tuvimos una caída de volumen de entre el 40% y el 55%, dependiendo de la unidad de negocios”, explicaba en febrero Javier Lozada, secretario general de Danone Cono Sur, en declaraciones periodísticas. En ese momento, la empresa apostaba a que el consumo se recuperara de la mano de las expectativas por el recambio de Gobierno y se abocaba al lanzamiento de nuevos productos.
Un mes después, las restricciones por el coronavirus echaron por tierra esas esperanzas. El Covid-19 provocó más caída de ventas, menores volúmenes procesados, sobrecostos asociados a la pandemia y estructura (logística) ociosa. Para poder cumplir con los protocolos sanitarios, también debió aumentar las horas extras y contratar personal eventual, sumando mayores costos, con impacto negativo en los resultados.
Capitulo gremial
Otro obstáculo para las operaciones del sector lácteo en los últimos años, son las largas disputas con el gremio Atilra. La industria viene atravesando un año de negociaciones paritarias muy tensas, con sucesivos paros y quites de colaboración que hicieron mella sobre la rentabilidad de las empresas.
Danone fue una de las firmas que enfrentó con firmeza los pedidos de Atilra. De hecho, en septiembre denunció la parálisis de su planta de Longchamps con un riesgo potencial de costos de 17 millones de pesos.
Finalmente, las cámaras industriales acordaron un aumento salarial del 27,2% de abril a diciembre más una serie de bonos, que se sumó a la anterior paritaria superior al 55% alcanzada en diciembre de 2019.
Tan dura es la relación con los gremios que la noticia del lunes sobre la revisión de la operación argentina de Danone fue coronada con un nuevo paro de actividades, el martes, en reclamo de horas extras adeudadas a personal de seguridad externo de la compañía. Si bien intervino rápidamente el ministerio de Trabajo, la medida de fuerza llegó en el peor momento, justo cuando los ojos de la casa matriz están puestos en el minuto a minuto de lo que sucede en la Argentina.
Seguramente, la decisión que Grupo Danone tome en Francia estará atravesada también por objetivos globales que exceden a lo que suceda por este barrio. Sin embargo, el contexto macroeconómico argentino y la realidad del negocio lácteo argentino, reducen las herramientas de defensa de los activos a los encargados del negocio local.