La buena reacción que mostraron en el primer trimestre sectores de la actividad económica, inclusive con marcas superiores a las de 2019 –como en el caso de la industria–, puede resultar ya una foto vieja.
Aunque gran parte de datos concretos del mes pasado están todavía bajo procesamiento estadístico, abril se constituyó en un mes muy difícil de llevar tanto a nivel de producción como de consumo.
La situación se advierte con más nitidez en la industria alimentaria y en las grandes bocas de venta, espacios donde actúa una pinza implacable: la suba de costos, el freno en las ventas y los límites para la actualización de precios que imponen los organismos oficiales.
En medio de un clima político de alta tensión (“nunca vi este nivel de nerviosismo”, confesó a La Voz el CEO de una cadena), el Gobierno busca acelerar nuevos acuerdos con el sector cárnico y la industria láctea a fin de contener la estampida de precios que deja atónitos a los consumidores ante las góndolas. También, posiblemente, deba rever el acuerdo aceitero.
Pero, en términos de consumo, la segunda quincena de abril, algunas categorías de consumo presentaron caídas de demanda del 10 al 15 por ciento medidas en unidades físicas. El golpe se sintió inclusive en lo más básico de almacén y llevó a que rubros considerados “suntuarios” directamente se precipitaran.
SOBRA CARNE, FALTAN CLIENTES
Con la demanda por el piso, a los frigoríficos les sobra carne vacuna. Cicra, una cámara que reúne a la industria y al comercio del rubro, denunció el viernes que el Gobierno oculta los números de la faena porque la demanda se estrelló: con los datos de abril, da 45,2 kilogramos año por habitante, el más bajo de la centuria. La faena de abril se achicó casi un 5% contra marzo y está un 18,5% por debajo de igual mes del año pasado.
Por esto, el próximo martes comenzará a regir un nuevo acuerdo con los frigoríficos. La carne rebajada estará presenta cinco días de la semana, de lunes a viernes. Nuevamente quedarán afuera las carnicerías de barrio, donde el precio de la carne es el que imponen la oferta y la demanda, sin injerencias.
En cuanto a los lácteos, La Voz pudo conocer que a industria pretende arribar a un acuerdo para colocar mercadería a precios recortados, con un volumen que no convierta a la acción en una mera anécdota: casi 40 millones de litros por mes.
La condición que ponen las entidades CIL, Apymel, y la Junta de Intercooperativas (Sancor) es que el Estado deje sin efecto Precios Máximos y les permita a las fábricas mantener un margen del 10 al 15% que, obviamente, con el paso de los meses se debilitará frente a la inflación.
Otro segmento donde se prepara una revisión en el de los aceites comestibles. “El fideicomiso evidentemente no funcionó y falta mercadería”, resaltó otro ejecutivo del supermercadismo que en medio del forcejeo pidió reserva. Ese convenio debería extenderse hasta el 31 de enero de 2022, pero en las góndolas da sus últimos suspiros de vida.
Los exportadores se comprometieron a poner hasta 190 millones de dólares en ese plazo para subsidiar el producto en el mercado interno, pero pocos conocen por qué en las cadenas hay límites de venta y faltantes. “Para encontrar aceite hay que ir al almacén: ahí lo va a pagar a lo que vale”, dicen en el supermercadismo.
AXEL Y ESPAÑOL
¿Qué une a los tres temas, carne, lácteos y aceites? La responsabilidad máxima por los acuerdos está en manos de la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, cuyo conocimiento sobre las temáticas y vocación de acuerdo son puestos en duda por la contraparte empresarial.
Inclusive en el mundillo industrial se habla que la funcionaria, impulsada según versiones por Axel Kicillof para encabezar el Ministerio de Economía en lugar de Martín Guzmán, ya no estaría respondiendo al gobernador de Buenos Aires y va por su propio recorrido político de la mano con Cristina Fernández.
Otro dato: la confusión y desesperación oficial por el aumento de los precios llega a tal punto que Kicillof citó para el lunes a las cadenas que funcionan en Buenos Aires a fin de “hablar de precios”, tarea que en realidad sería de incumbencia de Español.
SUBA DE COSTOS
Con los precios de las comodities en ascenso, la presión en los costos de los insumos no se frena. Todo subió de precio en los últimos 10 días, dicen en la industria.
“Los costos siguen aumentando, es imposible trasladar a precios porque la demanda está muy ajustada, y como resultado la rentabilidad cada vez en menor y en muchos casos se traduce en descapitalización”, señaló Gabriela Moreno, presidente de la Asociación de Industriales de la Alimentación de Córdoba (Adiac).
Algunos números que manejan los asociados a esa entidad, en su mayoría de nivel Pyme: de enero a mayo los envases plásticos aumentaron 20% en dólares; el cartón 20% en pesos y también en moneda nacional 53% la margarina, 5% harinas; 18% carne y 25% huevo en polvo.
“Generalmente trabajamos con un retraso de entregas por nuestra modalidad de producción, pero hace un par de semanas que observamos una disminución sobre todo en los pedidos de los canales de distribución mayorista”, señala Cristian Ulloque, fabricante de mermeladas.
El dato es importante porque por lo general cuando sube el precio de la carne, el consumidor sustituye por otros productos y ese hecho en la actualidad no se estaría produciendo por la caída general de ingresos.
“Hoy me di con que tengo que ajustar un 14% el tomate triturado. Olvidate. Lo tendré que sacar de los supermercados. Los encargados de compra están enloquecidos, por un lado no aceptan listas nuevas y por otro empiezan a ver que están desabastecidos”, dijo David, un industrial Pyme de Córdoba.
En ese esquema, con la triple pinza operando sobre sus tableros de control, cada vez más la industria alimentaria que puede hacerlo deriva mercadería hacia otros circuitos de comercialización donde no hay controles ni de stocks ni de precios.