Los ganaderos lácteos advierten de la incertidumbre y las dificultades del sector: "El mercado interno puede tener problemas de abastecimiento".

Román Santalla coge apurado el teléfono. La llamada de este periódico le pilla “guardando una ternerilla”, y pide diez minutos más de margen para dejar atendidas sus vacas. Después es él quien llama, y en pocas palabras ofrece un diagnóstico del origen y las consecuencias de la crisis actual que vive el sector lácteo. El tema no es simple, pero Santalla lo tiene bien estudiado.

Con sus 250 vacas, este ganadero de Lalín (Pontevedra) y secretario de Ganadería de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) sabe que si hace un año pagaba hasta 700 euros en la factura de la luz de su granja, ahora la cifra alcanza los 3.000 euros, sabe que el precio del combustible necesario para transportar la leche se ha casi duplicado, que el grano para alimentar a los animales se volvió un bien preciado desde que Rusia invadió Ucrania, que el forraje que da a sus vacas escasea en “un año totalmente atípico” en el que “las lluvias no llegan” ni siquiera a Galicia, y que sus vacas están “absolutamente estresadas” por las olas de calor sin fin de este verano. “Si una vaca iba a dar 30 o 40 litros de leche, con este calor da entre 3 y 5 litros menos de leche al día”, explica Santalla.

Cada litro cuenta. Román Santalla calcula que actualmente, con el alza de los costes, si una vaca da menos de 25-30 litros de leche al día “deja de ser rentable”, porque “vale más lo que come y lo que gasta que lo que produce”. Así las cosas, muchos ganaderos están decidiendo sacrificar a los animales menos productivos. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el censo de vacuno lechero en España en agosto de 2022 es de 793.667 vacas, lo que supone un descenso del 3,4% con respecto al mismo mes del año anterior.

“La realidad es que para acabar el mes hay que echar mano de vender algunas vacas porque, si no, no llegamos”
– Román Santalla

“La realidad es que para acabar el mes hay que echar mano de vender algunas vacas porque, si no, no llegamos”, admite Santalla. Su ganadería es familiar; son socios él y su hijo, pero además trabajan su nuera y otros dos empleados. “Cada mes tengo que sacar 2.500 euros de donde sea, y tienen que salir de la leche o de la carne, no hay otra”, dice.

“Un fenómeno que no se había dado antes”

Román Santalla describe este año como “totalmente atípico” por varias razones. El litro de leche cruda en España se paga más que nunca –42,5 céntimos según los últimos datos, un 31,9% más que el año pasado–; pero mientras que en otra época esto sería un incentivo para la producción, este año está ocurriendo justo lo contrario. En junio de 2022 se declaró una producción de 614.000 toneladas de leche en España, un 1,3% menos que en junio del año anterior.

“Los precios se están normalizando al alza para cubrir los costes de producción y, sin embargo, la producción y el número de animales está bajando”, resume Santalla. “Es un fenómeno que no se había dado antes”.

Desde que en 2015 se puso fin al sistema de cuotas, el sector lácteo atravesó un cambio radical. Creció de manera importante la producción, pero muchas veces a costa de la pérdida de ganaderías familiares en la España despoblada. “Para tener futuro competitivo y sociológico, las explotaciones necesitaban tener mayor dimensión, y se empezó a producir más leche con menos plantas”, razona Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (FeNIL).

Para Gaspar Anabitarte, ganadero en Cantabria y responsable del sector lácteo de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), fue entonces cuando comenzó, en parte, la crisis del sector. Cuando se liberalizó la producción, “se pasó a un sistema totalmente industrializado, de alimentación basada principalmente en soja y maíz”, lo cual supuso que ya no había necesidad de pastos en la zona, y la producción se fue desplazando de la cornisa cantábrica hacia zonas como Cataluña o Andalucía, señala.

Suben los precios que antes eran “artificiales”

Durante los últimos años, el precio de la leche se ha mantenido a la baja, desoyendo las quejas de los ganaderos, que reclamaban precios justos para poder hacer frente a los costes de producción. A finales de 2021, el Congreso aprobó la ley de cadena alimentaria que prohíbe la venta a pérdidas.

Meses después, la guerra de Ucrania y la posterior inflación marcaron un punto de inflexión. El precio de la leche al consumidor ha subido significativamente, pasando de los 58 céntimos que se podían pagar el año pasado por un litro de marca blanca a los 0,78 euros que se pagan ahora por la leche más barata en grandes superficies.

Tanto ganaderos como representantes de la industria sostienen que los precios de antes eran “artificialmente bajos” –utilizados como producto reclamo por importantes supermercados– y que los actuales se ajustan algo más a la realidad (y a los precios europeos), pero aun así pueden resultar insuficientes para cubrir el alza de los costes.

“La leche tiene que subir todavía más para remunerar adecuadamente a toda la cadena”, augura Gaspar Anabitarte. El ganadero sabe que “la leche es un producto de primerísima necesidad” y que siempre será “barato” porque “todas las familias tienen derecho a poder comprarlo”. “Pero una cosa es que sea barato y otra es que se saque de nuestro bolsillo”, matiza.

“Una cosa es que la leche sea barata y otra es que se saque de nuestro bolsillo”
– Gaspar Anabitarte

A lo largo de este año, el Gobierno ha anunciado una serie de medidas y ayudas para paliar esta crisis. A finales de julio, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación completó el pago de una ayuda directa de más de 166 millones de euros a casi 20.000 ganaderos lácteos para compensar los efectos negativos de la guerra de Ucrania.

El sector quesero, frente a una situación “crítica”

Quienes componen el sector lácteo defienden las particularidades y vulnerabilidades del mismo. Siendo de producción continua y especialmente dependiente de la energía –ordeño una o dos veces al día, refrigeración, transporte–, las crisis se notan “antes y más que en otros sectores”, apunta Luis Calabozo. La leche “tiene que salir todos los días”, ilustra; “no hay un grifo en las cabras ni en las vacas”.

Y si dentro de este panorama hay quien lo está pasando peor, ese es el sector quesero. “Está en fase de quiebra”, asegura Román Santalla. “Las grandes empresas, que se están haciendo con el mercado, están echando fuera a las queseras, que no son capaces de trasladar a la distribución la subida de los precios en el campo”, explica el ganadero.

“La distribución española se va a quedar sin sus queseros tradicionales, tiene que hacérselo mirar de forma urgente”

Sostiene Santalla que el alza de los precios de los quesos españoles en el supermercado no se corresponde con la subida de costes que están experimentando los queseros, la mayoría “pequeños e incapaces de imponerse a la gran distribución”. “La distribución española tiene que hacerse mirar esto de forma urgente, porque se va a quedar sin sus queseros tradicionales”, incide.

Luis Calabozo, de FeNIL, añade un elemento por el cual la situación del sector quesero “puede ser crítica”. “En épocas de crisis, el consumo de queso queda desplazado”, apunta, ya que la población tiende a eliminar artículos que considera superfluos y apuesta en todo caso por productos más baratos. “La situación no es fácil, las marcas van a sufrir y, de ahí, las dificultades se pueden trasladar a toda la cadena”, advierte Calabozo.

La venta al exterior sale más rentable

Ante un presente complejo y un futuro aún más incierto, los ganaderos buscan alternativas, y esto tiene importantes repercusiones para el sector lácteo. Ya no es sólo que se sacrifiquen animales y se cierren fincas, sino que las explotaciones que se mantienen prefieren vender su leche al mercado exterior, que paga más, o destinarla a producir derivados, como leche en polvo y mantequilla.

“No hablaría de desabastecimiento a corto plazo, pero las condiciones sí van a ser diferentes”
– Luis Calabozo

Hay quien ha llegado a hablar de un posible desabastecimiento de lácteos de cara a este otoño. Las personas consultadas por El HuffPost rebajan los términos, pero no niegan su preocupación. “La industria ve un otoño y un invierno complicados dentro del sector”, reconoce Gaspar Anabitarte. “Yo no hablaría de desabastecimiento a corto plazo, pero sí de que las condiciones de acceso serán diferentes”, señala por su parte Luis Calabozo.

Para Román Santalla, “productos lácteos no van a faltar, porque los importarán, pero internamente puede haber momentos problemáticos de cara a octubre”. “No tanto porque no haya leche, sino porque los productos derivados industriales (leche en polvo, mantequilla, nata…) tienen ahora un valor extraordinario en el mercado internacional, y los fabricantes están intentando mandar la leche que puedan ahí, olvidándose un poco más del mercado interno, la leche líquida y el queso”, explica el ganadero de UPA. Y “si a medio o largo plazo el mercado internacional se estabiliza al alza, ojo, porque entonces el mercado interno puede tener problemas de abastecimiento”, avisa Santalla.

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