Las inversiones realizadas por los ganaderos en método para lograr la eficiencia energética superan los 21 millones de euros.

La factura de la luz de las granjas lácteas gallegas supera los cuatro millones de euros mensuales. Aunque el importe qprácticamente se ha duplicado durante la última década debido al encarecimiento del precio de la electricidad y al aumento del tamaño de las explotaciones, todavía sería mayor de no ser por las medidas de ahorro energético adoptadas por la mayor parte de los ganaderos.
Según los datos facilitados por varias empresas consultoras, el sector lácteo ha invertido más de 21 millones de euros desde el año 2010 en la implantación de sistemas encaminados a mejorar su eficiencia energética, incidiendo mayormente en la reducción del consumo de electricidad y gasóleo. Los métodos usados son variados. Desde los encaminados a aprovechar el potencial de las energías alternativas hasta la digitalización para conseguir ahorrar dinero.
Estas son las más utilizadas:
USO DE ENERGÍA FOTOVOLTAICA
El sol reduce hasta un tercio la factura. Aunque no resulta novedoso el aprovechamiento de la luz o el calor del sol para generar electricidad, la evolución experimentada por la energía fotovoltaica en los últimos años ha supuesto una pequeña revolución para las granjas. La bajada del precio de los paneles y el aumento del número de instaladores ha provocado que decenas de granjas apuesten cada año por una tecnología que les permite reducir su factura hasta un 35%. «Aínda que os beneficios son evidentes, o aforo depende moito, como é lóxico, da época do ano. Así, por exemplo, mentres nos meses de decembro e xaneiro se pode estimar un aforro na factura do17%, o máis baixo do ano, entre maio e setembro promedia o 45%», explica Antonio Pérez Antelo, responsable de la empresa Nortesla que cuenta con instalaciones de este tipo en varias granjas gallegas.
RECUPERADORES
Usar el calor de la leche para calentar el agua. Rebajar la temperatura de la leche de los 36 grados a los que sale del animal hasta los cuatro grados necesarios para garantizar su calidad higiénico-sanitaria es uno de los procesos que mayor coste eléctrico supone para las granjas. De hecho, el Inega (Instituto Enerxético de Galicia) lo sitúa en el 25% del total de la factura. De ahí que en los últimos años hayan tenido mucho éxito distintos modelos de recuperación de ese calor. Con ello los ganaderos logran un doble beneficio: Por un lado se reduce la temperatura de la leche antes de su entrada en el tanque de frío, ahorrando la luz que gastaría la máquina. Por otro, se calienta el agua que se utiliza en la limpieza de las instalaciones de ordeño que, en situaciones normales saldrían de un termo eléctrico. «A día de hoxe hai moitos sistemas de intercambio de calor baseados en placas de choque térmico que permiten aforros de ata o 70% para quentar a agua», explica Francisco Antelo, de la empresa xalleira Agricor que señala que cada litro de leche enfriado permite calentar hasta 0,6 litros de agua a una temperatura de 50ºC.
VARIADORES DE FRECUENCIA
Cambiar la velocidad de las bombas de vacio. Un tercio del gasto total eléctrico de una granja se lo lleva el ordeño del ganado, concretamente las bombas de vacío necesarias para el funcionamiento de las pezoneras que extraen la leche. Estos motores giran siempre a la misma velocidad, por lo que su consumo eléctrico es idéntico independientemente del número de vacas que se estén ordeñando en un momento concreto. De ahí que incidir en este aspecto, adaptando la velocidad de funcionamiento a las necesidades del momento concreto, puede suponer también ahorros que, dependiendo del modelo de aparato, oscilan entre el 15 y el 25% del consumo habitual.
LUCES LED
El gasto de iluminación cae a la mitad. Aunque solo representa el 4% del consumo total eléctrico, la iluminación de los establos es otro de los aspectos en los que más están incidiendo las granjas gallegas. Tanto es así que se calcula que casi un tercio ya disponen, o tienen previsto realizar el cambio en los próximos meses, de lámparas LED en sus instalaciones. «Es un sistema relativamente barato que se amortiza en apenas tres años. Tras ese período, se percibe una radical caída en el consumo que llega a superar, dependiendo del tipo de lámpara el 55%», apuntan desde el departamento comercial de una distribuidora eléctrica que constata un aumento significativo de la demanda de lámparas y focos destinados a explotaciones agroganaderas.

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