Se piensa que lo vegetal, es todo lo que está bien, en contraposición con lo animal. Para muchos resultará sorprendente que no es tan así.

Crecemos escuchando, viendo, tocando y respirando del “cosmos comunicacional” directo o subliminal, que todo lo vegetal es más sano, más bueno, y más todo lo que está bien, en contraposición con lo animal, que lo pintan como lo peor de todo (no importa si no es verdad).

Resulta sorprendente que no sea tan así. Así que hoy les voy a hablar de la manteca y la margarina, tan iguales a la vista y tan distintas en esencia, y vamos a descubrir juntos algunas cosas que no esperabas.

Aunque parecen iguales, las diferencias son significativas:

La manteca proviene de la grasa de la leche de origen animal, se obtiene separando sus componentes sólidos de los líquidos, al batir la crema. La margarina, que se creó como un sustituto de la manteca, se elabora a partir de diferentes tipos de grasas de aceites vegetales.

Las grasas tampoco son las mismas: la manteca contiene grasa saturada y colesterol; la margarina, al proceder de aceites vegetales contiene grasas mono y polinsaturadas.

Las margarinas antes tenían altos niveles de grasas trans, lo que suponía un doble golpe para las enfermedades cardíacas al elevar los niveles de colesterol malo (LDL) y disminuir los niveles de colesterol bueno (HDL).

Durante mucho tiempo, se pensó que la margarina era más saludable debido a su menor contenido de grasas saturadas, y porque tiene la bendición vegetal. Sin embargo, los altos niveles de grasas trans, resultaron prejudiciales para la salud del corazón.

Hoy en día, algunas margarinas han reducido su contenido de grasas trans y son bajas en grasas saturadas y altas en grasas insaturadas, pero los especialistas evitan afirmar que sean más saludables que las mantecas y como con todo, si se consumen con moderación ninguna de las dos nos va a matar.

¿Cuál es la mejor y por qué la manteca?

La manteca aporta importantes antioxidantes como vitaminas A, D, E, y selenio; y es fuente de minerales como Manganeso, cromo, zinc y cobre, entre otros.

También es fuente de vitamina K2, fundamental para prevenir la calcificación arterial, prevenir las caries y fortalecer los huesos. 

Contiene ácidos grasos y sustancia nutracéuticas: los ácidos láurico y palmítico, son antiinflamatorios y antioxidantes sobre todo a nivel intestinal.

Aporta lecitina, clave para el cerebro y el sistema inmune y contiene CLA (ácido linoleico conjugado), útil para bajar de peso y con propiedades anticancerígenas.

El ácido araquidónico, es importante para el cerebro y los glicoesfingolípidos, son fundamentales para el sistema inmune del tubo digestivo.

Para la salud articular, tiene el factor wulzen, que ayuda a prevenir la artritis y la rigidez.

Para la tiroides, la mantequilla aporta yodo de alta biodisponibilidad que favorece el buen funcionamiento del metabolismo y evita problemas de hipotiroidismo.

Hasta acá, nos dieron ganas de ir a comprar manteca a granel ¡Pero ojo! Porque todas estas propiedades vienen acompañadas de calorías y colesterol, lo que no la convierte en el cuco: podemos untarla en nuestras tostadas sin culpa, y bañar las palomitas, pero limitando las porciones a los valores diarios recomendados.

Consumir lácteos, SIEMPRE, ¡hace bien!

Valeria Hamann

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