La recuperación del poder adquisitivo del sector primario no se traduce en estabilidad para la industria, donde algunas fábricas comienzan a paralizar la producción.
LECHE

En la cadena ganadera hay realidades opuestas según el eslabón que se mire. La producción de leche arrancó bien el año, tras dos meses de buenos resultados económicos.

Pero para la industria la situación actual y las perspectivas no son buenas y eso, antes o después, impactará en las cuentas de los tambos.

Los números siguen en verde para los productores. El precio promedio percibido el último mes fue de 445 pesos, mientras que el costo de producción -que incluye las amortizaciones y la retribución empresaria- fue de 417 pesos, según informó el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA). Esa diferencia deja un margen positivo de casi 7%.

Además las relaciones de precios entre la leche y los insumos de la producción siguen siendo positivas, a pesar de que la reducción de retenciones a las exportaciones agrícolas incrementó los valores de los granos. La suba de costos por esa medida fue de 1,7%, de acuerdo con ese Observatorio.

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Ese informe destacó también mejoras en el poder de compra con otros rubros como inmuebles rurales y urbanos, camionetas, maquinaria y animales de reposición de los tambos. Sin embargo, se redujo con relación a los salarios de los empleados rurales.

La buena situación de los productores de leche choca por el contrario con la coyuntura de la industria, que tiene serias dificultades para exportar y que además tiene que vender la mayor parte de lo que produce, en un mercado interno deprimido por la caída del poder de compra del salario y la recesión económica.

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Esto, sumando a las perspectivas de incremento en la producción que sería del 5% para este año, podría frenar la recomposición de precios de la leche que pagan los productores. En efecto, en el último mes ese valor mejoró menos de 1% cuando la inflación fue mucho mayor.

Un claro ejemplo de las dificultades que tiene la lechería es lo que sucede con la multinacional Nestlé, que anunció un freno de la actividad durante marzo y por eso adelantó las vacaciones de su personal. La empresa tiene cerca de 200 empleados en su planta de la localidad cordobesa de Villa Nueva.

El mes que viene seguirá comprando leche para no perder a sus clientes, pero la revenderá a otras fábricas en lugar de procesarla ya que “los costos no dan y no se puede seguir pagando este precio”, dijeron referentes de la industria que avizoran meses difíciles.

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