Se suele escuchar que la leche causa mocos y congestión, sin embargo, los estudios científicos hasta la fecha no han proporcionado nada que apoye este rumor que está basado en que la textura de la leche puede hacer que algunas personas sientan que su moco y saliva se tornen más espesos y más difíciles de tragar (?).
Está sobradamente demostrado que la leche beneficia la formación, regeneración y fortalecimiento de los huesos a lo largo de toda la existencia de un humano, sin embargo desde hace varios años, deambula la teoría de que una dieta alcalina es lo que realmente necesitamos.
Los partidarios de estas ideas, suponen que los alimentos ricos en proteínas como la leche hacen que nuestra sangre se acidifique, y que el organismo en el intento de compensar esta acidez, responde “robando” minerales alcalinos como el calcio que conforma los huesos, debilitándolos hasta la osteoporosis.
Sin embargo el pH de nuestra sangre, su acidez o alcalinidad, es asunto muy eficientemente controlado por los riñones y los pulmones, y no se ve afectado por lo que comemos, como sí se afectarían los huesos de no recibir el calcio necesario.
Los alimentos ricos en proteínas y calcio como la leche, el yogur y el queso, son fundamentales para la salud ósea, para el crecimiento y desarrollo de los huesos en los niños y su mantenimiento en la edad adulta y la edad avanzada.
Muchas dietas de moda se basan en teorías “baratas” que carecen de evidencia científica, pero que tienen un gancho fenomenal en la psiquis de los consumidores. Charlas, libros, productos diseñados para llevarlas a cabo, nuevos “profesionales” que edifican su negocio en un show de marketing que pone en riesgo todo aquello que promete salvaguardar. Pero al final lo único que nos salva es el pensamiento crítico y la educación.
¿Y qué hacemos con la piel? Porque los productos lácteos muy a menudo están en el banquillo, acusados de causar afecciones en la piel o empeorar síntomas ¿Existe realmente un vínculo entre los lácteos y el acné? Otra vez NO. No hay evidencia consistente que habilite una sentencia desfavorable.
La realidad es que los lácteos proporcionan una variedad de nutrientes, como zinc, yodo y vitaminas A y B2, que son necesarios para el normal mantenimiento y regeneración de la piel. Por ejemplo, la leche y el yogur contienen vitaminas B2 y yodo, y el queso cheddar es una fuente de vitamina A y zinc.
No hay evidencia concreta de que los alimentos lácteos causen acné o que las hormonas que estos contienen afecten la piel… porque les cuento un secreto: LOS LÁCTEOS NO TIENEN HORMONAS.
Los lácteos no tienen hormonas, ni antibióticos. Si bien la leche puede contener pequeñas cantidades de hormonas naturales, cuando las vacas son tratadas con hormonas por alguna razón, éstas no arriban al humano en los productos. Tampoco es verdadera la afirmación de que la leche pueda contener antibióticos, porque las vacas tratadas con ellos son apartadas del rebaño en ordeñe comercializable. La industria es altamente sensible en la detección de antibióticos porque su presencia en la leche no le permite la fermentación necesaria para la elaboración de los productos derivados.
¿Y pus? ¿A quién se le ocurre? Su presencia denota infección. La leche contiene glóbulos blancos, la cantidad de estas células en la leche ayuda a identificar su sanidad, los niveles más bajos indican que las vacas están sanas y que la leche es realmente de buena calidad y se controlan para que la leche pueda ingresar al circuito comercial.
¿Y a esta altura? ¿Qué me van a decir? ¡Obvio! Que está llena de agregados químicos. La idea de que la leche contiene conservantes o ingredientes artificiales es como mínimo una fantasía recurrente. Pero la posta, es que no se le agrega nada y su procesamiento es mínimo. Si bien la leche puede someterse a diferentes procesos dependiendo del producto que se vaya a elaborar con ella, es falso que contenga aditivos.
La leche se pasteuriza para destruir bacterias que podrían resultar perjudiciales y sea así segura para su consumo. Luego se separa crema y líquido y se vuelven a unir para que la cantidad de grasa pueda estandarizarse, dependiendo de si se va a vender como entera o desnatada. Finalmente se homogeneiza para romper los glóbulos de grasa, de modo que no se separen y floten hacia la superficie formando una película. Este proceso consiste en filtrar la leche a través de una boquilla a muy alta presión, dispersando uniformemente los glóbulos de grasa por toda la leche.
Ahora que entendemos de dónde salen algunas barbaridades que nada tienen que ver con la realidad de la leche, y tenemos más conocimiento y menos miedo, podemos decir con seguridad que ¡consumir lácteos hace bien!
Vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy?
Valeria Guzmán Hamann
EDAIRYNEWS