Especialistas resumieron en un documento las respuestas a las principales dudas en torno a este alimento. ¿Es un ultraprocesado? ¿Pueden comerlo los intolerantes a la lactosa?
yogur
El consumo de yogur se asocia a menos riesgo de osteoporosis en mujeres. Foto Shutterstock

A veces, el exceso de información puede marear. Y en el campo de la nutrición resulta abrumador. El conocimiento se actualiza y también se generan corrientes que sostienen recomendaciones contradictorias, lo que puede atentar contra las elecciones adecuadas a la hora de comer.

De un tiempo a esta parte, y de la mano de las recomendaciones de dejar de lado azúcares y alimentos ultraprocesados, muchas personas buscan variables para el desayuno y la merienda que escapen a las tostadas con queso blanco y mermelada.

En este sentido, opciones como los pancakes, el chía pudding y el yogur aparecen como una opción nutritiva y saciante, que puede complementarse con frutas, cereales y semillas.

Sin embargo, algunas dudas aparecen a la hora de priorizar su consumo. ¿Cuál elegir? ¿Es importante que tenga probióticos? ¿Puede trasladarse y consumirse más tarde, o nos arriesgamos -sobre todo en verano- a cortar la cadena de frío? ¿Puede caernos mal?

En esta dirección, un comunicado difundido por integrantes de PROFENI (Profesionales Expertos en Nutrición Infantil, un equipo que promociona una alimentación infantil saludable y balanceada, entre los que se encuentran Mónica Katz, Sergio Britos y Gabriel Vinderola), aborda, basándose en evidencia científica, los mitos más frecuentes en torno al yogur, enfocados tanto en primera infancia como en la salud de las personas en general.

Fuente de calcio, proteínas y vitaminas

¿Por qué incluirlo en la alimentación? Su aporte nutricional es beneficioso para la salud del organismo y los huesos, además de que contribuye a enriquecer la microbiota, la comunidad de bacterias que habita en el intestino.

A diferencia de muchas otras opciones para consumir durante el día, “el yogur aporta nutrientes como calcio, proteínas y vitaminas. Además, es un alimento vivo, que por ser fermentado, contribuye con millones de bacterias que ofrecen beneficios adicionales para la salud digestiva e inmunológica, especialmente aquellos enriquecidos con probióticos”, destacan.

Con esta información pretenden revertir una proporción que les preocupa: 8 de cada 10 personas no incorporan las tres porciones de lácteos recomendadas en las guías de nutrición para la población argentina, según datos de una encuesta que la consultora Kantar realizó para Mastellone Hermanos. Además, según otras mediciones el 70% de los niños no cubre la ingesta diaria aconsejada de calcio y más del 90%, no alcanza la de vitamina D.

“Entre los lácteos, el yogur tiene todo lo bueno de la leche con el valor agregado de ser un alimento vivo, que aporta bacterias que cumplen funciones impactando favorablemente en todo el organismo, promoviendo bienestar y contribuyendo a prevenir enfermedades crónicas complejas en el futuro, como la diabetes tipo 2”, sostuvieron los investigadores.

Los profesionales remarcan sus beneficios para los huesos, ya que según consignan, el yogur es una de las mejores fuentes de calcio biodisponible.

“El consumo de yogur está relacionado con un crecimiento saludable de los huesos durante la niñez y adolescencia, pero también se asocia con una mayor densidad mineral ósea en personas de todas las edades. Demostró reducir 25% el riesgo de fractura de cadera en adultos mayores, un 39% el riesgo de osteoporosis en mujeres y un 52% en hombres”, enfatizan desde PROFENI.

El yogur es un alimento versátil que puede acompañarse con frutas, cereales y semillas. Foto Shutterstock.El yogur es un alimento versátil que puede acompañarse con frutas, cereales y semillas. Foto Shutterstock.

Está claro que el yogur no es un alimento mágico, su consumo debe estar acompañado de una nutrición variada y equilibrada, la realización de actividad física, el control del peso corporal, controles frecuentes de salud, un descanso nocturno reparador, vida social activa y evitar sustancias tóxicas como el tabaco o el alcohol, entre otras, añaden desde PROFENI.

Yogur: 5 mitos

1- “No consumir yogur si perdió la cadena de frío”

“La fermentación es un método ancestral que permite la conservación de alimentos. Por lo tanto, si el yogur estuvo sin refrigeración, pero cerrado, por varias horas, no representa riesgo microbiológico ni de ningún tipo”, indican.

Y explican por qué: según detallan, los procesos de fermentación y doble pasteurización durante su elaboración eliminan todos los patógenos posibles, sin chances de que estos proliferen. El yogur puede desprender suero o adoptar un sabor levemente más ácido, pero su consumo sigue siendo absolutamente seguro.

Por esto, lo catalogan como una gran opción para comer cuando estamos fuera de casa, o incluso para las viandas escolares, como postre o colación.

2- “El yogur es un ultraprocesado más”

Los profesionales relativizan esta premisa. Para empezar, todo depende de qué tipo de yogur estemos hablando (si es entero, descremado, natural endulzado, natural sin endulzar).

“En esencia, el yogur está compuesto por leche y bacterias lácticas. Ciertamente, al yogur elaborado industrialmente se le agregan, en determinados casos, colorantes, saborizantes y estabilizadores, como el almidón. Ese almidón, que corresponde al 0.3% de la composición de ingredientes, no es más que la harina de almidón de maíz que se tiene en la alacena (conocida coloquialmente como maicena) y que se usa, por ejemplo, para espesar la salsa blanca”, describen.

Y precisan cómo podrían ser catalogados tanto el yogur más natural de todos como los que tienen más conservantes: “Se considera al yogur natural como alimento ‘mínimamente procesado’ y a los yogures en general como ‘procesados’, que significa que incluyen métodos de conservación, preparación y/o fermentación no alcohólica para aumentar su vida útil o para modificar o mejorar sus cualidades sensoriales”.

Si está cerrado, no corre riesgo de que se contamine sin la cadena de frío. Foto Shutterstock.Si está cerrado, no corre riesgo de que se contamine sin la cadena de frío. Foto Shutterstock.

Pero además, pretenden ubicar el yogur en un lugar “justo” si se lo compara con otros alimentos, ya que puede contener ingredientes no tan saludables, pero también otros que sí lo son.

“Ni todo lo todo industrializado es malo, ni todo lo casero es bueno. De hecho, existen alimentos caseros, presumiblemente más naturales, como una medialuna, que no recibe ese rótulo, pero no aporta todo lo saludable que brinda el yogur”, ejemplifica Mariana Raspini, licenciada en Nutrición, especialista en Nutrición Pediátrica de la Universidad de Buenos Aires e integrante de PROFENI.

3- “No pueden consumir yogur los intolerantes a la lactosa”.

Este punto también es relativizado por los profesionales, ya que esta condición no es experimentada por todas las personas de la misma manera, y los efectos de los distintos tipos de lácteos tampoco son los mismos.

“La intolerancia a la lactosa no es una condición de todo o nada; varía de persona a persona. De hecho, estudios muestran que la mayoría de quienes presentan síntomas digestivos tras consumir leche, no son intolerantes al yogur. Es importante resaltar que el grado de tolerancia varía significativamente según la matriz láctea. El 80% de los ‘intolerantes a la lactosa’ tolera el yogur, porque la fermentación reduce el contenido de lactosa y las bacterias del yogur ayudan con su digestión”, precisan.

4- “Todos los yogures son probióticos”

Si bien todos los yogures son alimentos fermentados, que tienen bacterias vivas, no todos tienen probióticos, ya que estos son cepas específicas de bacterias, aisladas en laboratorio, reproducibles y medibles, muy estudiadas, con un funcionamiento y beneficios específicos demostrados. Por lo tanto, no toda bacteria viva es un probiótico.

“Aquellos yogures que incluyen en su rótulo la presencia de probióticos deben especificar la cepa y eso lo aprueba la autoridad regulatoria. En realidad, la incorporación de probióticos en algunos yogures es un elemento distintivo y representa un beneficio para la salud”, aclaran.

5- “No hay suficiente evidencia de los probióticos”

Aunque reconocen que aún queda mucho por saber sobre la microbiota y el alcance de su impacto en nuestro organismo, mucho ya se sabe al respecto también, y la evidencia en favor de los beneficios de los probióticos y del yogur en general está debidamente documentada.

“La composición de la microbiota intestinal está influenciada, en parte, por nuestra alimentación. El consumo habitual de yogur modifica su funcionamiento aportando beneficios para la salud”, subrayan desde PROFENI.

A su vez, explican que mantener la diversidad y abundancia de la microbiota intestinal contribuye a prevenir enfermedades, porque interviene en el desarrollo y normal funcionamiento del sistema inmunológico y de los sistemas nerviosos central y periférico.

“Aquellas presentaciones de yogur que ofrecen agregado de probióticos contienen millones de bacterias y su consumo diario podría potencialmente aumentar el número de bacterias en la dieta hasta 10.000 veces.Todo esto representa beneficios extensamente demostrados”, profundiza Christian Boggio Marzet, médico pediatra y gastroenterólogo, director de la Maestría en Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica de la Universidad del Salvador.

Por todo esto, aseguran que consumir regularmente yogur con probióticos puede reforzar las bacterias vivas en el intestino. Además, pueden agregarse prebióticos al yogur (a menudo en forma de fruta) y estos pueden estimular la proliferación de bacterias beneficiosas en el intestino.

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