En las últimas semanas mucho se ha hablado, escrito y comentado respecto a un posible “avance” del Gobierno sobre otras empresas en problemas como SanCor y Molino Cañuelas, tomando como punto de partida la intervención en Vicentin. Lo cierto es que la situación financiera y operativa de la láctea y la firma molinera es totalmente diferente y por eso compararlas con el default de la firma agroindustrial, es al menos erróneo.
En el caso de SanCor, concretamente, el propio gremio de los trabajadores lácteos, Atilra, es el que está impulsando una especie de “salvataje” para la cooperativa láctea. En tanto, desde el Gobierno detallan que el plan está bajo análisis, pero en lo inmediato no habría un plan de acción.
Atilra está buscando desde hace meses reflotar a la cooperativa láctea que hoy tiene alrededor de 2.000 empleados y seis plantas de producción, con niveles de procesamiento de leche que en mayo alcanzaron apenas los 450.000 litros diarios. Por ejemplo, en el mismo mes Mastellone Hnos. procesó poco más de 3,8 millones de litros.
En el sector lácteo detallan que SanCor, si no recibe algún tipo de apoyo estatal, está realmente cerca de desaparecer. Sus acreedores del sector privado quieren cobrar sus deudas, que alcanzan más de u$s140 millones, y el desguace total de la compañía tampoco parece del todo posible. De sus plantas industriales, tres ubicadas en Córdoba y tres en Santa Fe, todas están con cartel de venta desde hace al menos dos años. Por el momento no hay interesados firmes.
Quizás el activo más valioso que hoy tiene la cooperativa láctea es su nombre. SanCor es sinónimo de quesos y leches de calidad para el denominador común de los argentinos. “Es una estructura prácticamente vacía, con un sinfín de problemas estructurales”, cuentan en el sector.
Así es que el único punto de contacto con Vicentin es que ambas le deben al Estado.
Mientras tanto, la situación de Molinos Cañuelas también dista de parecerse a la de Vicentin y aquí hay una diferencia más que sustancial: a pesar de que tiene un pasivo calculado en alrededor de u$s1.400 millones, nunca dejó de pagarle a los productores que le entregaron granos, fundamentalmente trigo, y por eso el 100% de su operatoria sigue funcionando sin inconvenientes. Lo mismo, con sus proveedores de otros sectores.
Molino Cañuelas es la principal productora de harina de trigo de la Argentina. Con más de 20 plantas industriales y comandada por la familia argentina Navilli, se declaró en default a mediados de 2018 y desde ese entonces está tratando de acordar una reestructuración de deuda con bancos y entidades financieras locales e internacionales.
La compañía no presentó el concurso de acreedores ante la justicia comercial y mientras tanto los bancos quieren cobrar sus deudas, por eso están presionando para una liquidación de activos o venta total de la compañía.
En este marco fuentes del Gobierno consultadas por Ámbito explican que la situación de Molino Cañuelas “es una cuestión entre privados” y grafican que en ningún momento la empresa paró de producir o ejecutó despidos. “No hay razón para intervenir”, detallan.
En el sector molinero cuentan que el default de Molino Cañuelas más tiene que ver con un “crecimiento acelerado” y la toma de créditos en dólares, mucho antes de la mega devaluación, en un contexto en el que más del 60% de sus ingresos provienen del alicaído mercado interno.
¿Puede un grupo internacional comprar Molino Cañuelas? Es otra pregunta que resuena en el sector. La respuesta sencilla es: no todo el grupo. La razón sería que, en líneas generales, los grupos extranjeros buscan invertir en sectores donde la exportación es la vedete de sus ingresos.
En tanto y como corolario, en la industria molinera se vería con buenos ojos que ingresen nuevos jugadores al sector. Molino Cañuelas es el principal comprador y procesador de trigo de la Argentina, con más de 20 plantas de producción, mientras por ejemplo otras firmas que operan en el mismo sector tienen entre dos y cinco plantas.