Juan Daniel Vago dice que “si no hay cosas claras, si hay incertidumbre, si no hay una política de Estado que ayude, es muy difícil” que se dé el recambio generacional que “es fundamental para continuar”

Tras la renuncia de Álvaro Lapido, el 30 de julio, en una reunión extraordinaria del Consejo Ejecutivo del Instituto Nacional de la Leche (Inale) se confirmó la asunción como nuevo presidente del ingeniero agrónomo Juan Daniel Vago Armand Ugon, luego de haber sido presidente del instituto suplente desde 2020. Vago se dedica a la producción lechera en el departamento de Colonia, vive en Colonia Valdense, es casado y tiene tres hijos. Se ha desempeñado como presidente de Cooperativas Agrarias Federadas y del Fondo Regional de Tecnología Agropecuaria, y ha sido representante de diversos organismos y ha integrado directorios de diferentes instituciones como el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, el Instituto Nacional de Semillas, y la Federación Uruguaya de Centros Regionales de Experimentación Agropecuaria, entre otras. Participó del equipo de asesores del sector Ciudadanos del Partido Colorado.

El Inale es una persona jurídica de derecho público no estatal cuyo cometido es asesorar al gobierno acerca de las políticas hacia la lechería y articular a la institucionalidad del sector. Además de Vago, que representa al Poder Ejecutivo, integran el Consejo Ejecutivo del Inale representantes de los ministerios de Ganadería, Agricultura y Pesca, Economía y Finanzas, Industria, Energía y Minería y Relaciones Exteriores, y de tres áreas de la producción: productores remitentes, productores artesanales e industrias procesadoras.

“En diez o 15 años podemos llegar a producir 50% más de leche. Eso es más gente produciendo, muchas más vacas pastoreando, más trabajo y muchas más divisas para el país”.

¿Cuáles son las ideas que piensa impulsar desde la presidencia del Inale?

Hay un gran potencial para hacer cosas, y ya estamos trabajando en una comisión. Tenemos que tener un plan de desarrollo lechero oficial, a un plazo de 15 años. Lo importante no son los años, sino que pueda trascender los gobiernos de turno y se transforme en una política de Estado. En la comisión se piensa en el desarrollo lechero, tenemos que pensar para adelante con una visión clara, para construir con diferentes medidas e interacciones. Está lo ambiental, que está dando vueltas por todos lados, y antes no lo estaba tanto, en cuanto a mercados y precios. La visión que tenemos es que en 15 años tiene que haber muchos productores agropecuarios y la actividad tiene que ser atractiva para los jóvenes. Si ellos no se integran, nos quedamos sin tamberos. Capaz que en seis meses tenemos algo avanzado en la comisión, o al menos una idea del rumbo. El objetivo es darle previsibilidad, certidumbre y reglas claras a toda la cadena. Estas cosas deben ser acordadas y hará más atractiva la actividad, para que la gente vea que, a pesar de que requiere mucho sacrificio, hay una luz al final del camino. También se podrían reabrir cuencas [lecheras], en la medida en que haya certidumbre. El objetivo de la ley forestal logró poner reglas claras y hoy tenemos más de un millón de hectáreas forestadas; no se trata de copiar, pero es un ejemplo claro de cómo se puede producir. En diez o 15 años podemos llegar a producir 50% más de leche. Eso es más gente produciendo, muchas más vacas pastoreando, más trabajo y muchas más divisas para el país. Una de las cosas importantes de la lechería es que exporta unos 700 millones de dólares, y eso lo saca de 700.000 hectáreas, es decir que tiene un altísimo aporte por hectárea para las exportaciones. Entre el arroz y la lechería, sumados, más o menos están en un cuarto de las exportaciones agropecuarias del país. Están la carne, la celulosa, los granos, y está el arroz y la lechería, y eso sale de menos de un millón de hectáreas.

¿Hay posibilidades de diversificar los mercados para incrementar las exportaciones?

A Brasil, sin duda, en la medida de lo posible, si hay demanda, porque tenemos el acuerdo del Mercosusr y no hay aranceles. Igual siempre hay una presión de los productores brasileños, pero sí, es un mercado para expandirse. Está China también; la China de hoy no es la China de hace 20 años, el mapa del comercio de hace 20 años cambió mucho y hoy Asia es el lugar de alta demanda de productos agropecuarios. China hoy es muy importante, pero pagamos aranceles, por eso está el tema de en un futuro buscar formas de hacer un acuerdo [comercial] por rubro para bajar los aranceles, porque, por ejemplo, Nueva Zelanda también exporta [lácteos] a China, pero no paga aranceles. Entonces el 10% que pagamos nosotros es valor uruguayo que queda en China. En cambio, a los neozelandeses les queda a ellos. Nueva Zelanda ha firmado un acuerdo y exporta mucho más que Uruguay. Hay otros mercados menores, como Corea del Sur e Israel, pero los fuertes son China primero, luego Brasil, y después Argelia, que es un neto importador de lácteos porque no tiene leche. Los mercados son muy dinámicos, porque antes China no existía como mercado, y pensamos que en un futuro, en unos 15 años, vamos a tener nueve mil millones de habitantes en el mundo en vez de siete mil millones, y China va a crecer con más velocidad y cada vez va a tener una población con más nivel de vida, con una clase media muy fuerte, que consume leche, queso y manteca. Hay que ver cómo es la demanda de alimentos y en función de eso ir viendo los diferentes mercados, siempre mirando con una visión de 15 años.

No hay que olvidarse de los jóvenes. La lechería es una tarea sacrificada, hay que ordeñar dos veces por día, pero tiene que ser atractiva para los jóvenes, y si no hay cosas claras, si hay incertidumbre, si no hay una política de Estado que ayude, es muy difícil convencer a los jóvenes para que se integren. Sin jóvenes, en 15 años nos quedamos sin productores porque la población lechera es bastante envejecida y el recambio generacional es fundamental para continuar.

¿Los actuales instrumentos de ayuda, como el Fondo de Financiamiento y Desarrollo Sustentable de la Actividad Lechera, son suficientes?

En la comisión del Consejo del Inale tenemos un bosquejo sobre una mirada a largo plazo y la vamos a seguir profundizando. Vamos a pedir opiniones a actores políticos y a actores no políticos para ampliar esa masa crítica. Esta ley del fondo lechero sirve, pero no es la solución de largo plazo para la lechería. Se hace con una plata que viene de la venta de la leche en bolsita, no la puso el Estado. Sirve, pero cuando estamos hablando del desarrollo de la cadena lechera, hay muchas más cosas para aportar aparte de eso. Hay que ir sumando acciones, acciones y acciones. Estamos trabajando para hacer un proyecto para pequeños y medianos productores, pero sobre todo para pequeños artesanales, para poder hacer que entren en el concepto de cadena de valor, para que hoy o mañana tengan nichos de mercado en lo que tiene que ver con lo ambientalmente amigable. Queda mucha cosa por hacer. Ha habido modificaciones en los plazos de los créditos, pensando en plazos de diez años para inversiones importantes, y si es para la compra de tierra, porque más de 55% de la lechería en el país es en campos arrendados. En Nueva Zelanda hay líneas de crédito a 25 años para la compra de tierras. Hay muchas cosas que se pueden inventar, y se puede copiar. Pero se nos tienen que caer ideas, para que el mundo no nos agarre corriendo de atrás o por lo menos no tan atrás.

¿Qué piensa de las empresas lácteas que cerraron o están complicadas en su actividad como Pili o Indulacsa, entre otras?

Cada empresa de estas que tiene problemas, primero afecta la zona donde está instalada, porque es mano de obra y trabajo para las comunidades. Segundo, afecta porque en vez de agregar productores, retacea la remisión de leche, porque muchos tuvieron problemas para cobrar. Teníamos un mercado importante hace unos años que era Venezuela y muchas de estas empresas hicieron inversiones para un mercado que se cayó. Al caerse ese mercado y en parte el del Mercosur, y con la pandemia, muchos van a tener que reconvertirse o buscar nuevos mercados. Hay algún instrumento para reconversión y para encontrar otros mercados, pero es un problema. Por eso yo insisto con la visión a largo plazo; si para el país es importante la lechería, no deberían cerrar empresas, deberían abrir más, deberían venir hasta empresas multinacionales a instalarse, a invertir en las plantas que cerraron.

“Adoptando tecnología, tecnología productiva, cosas muy simples y de bajo costo, y que haya un buen clima que ayude, una primavera buena y un verano bueno, se puede aprovechar para descargar algunas de las piedras de la mochila que carga el sector”.

¿Cuáles son las perspectivas en materia de precios en el plano internacional?

Hubo cinco años muy malos para la lechería. En estos últimos seis meses subieron los precios. Pero en esos cinco malos años se perdieron muchos productores y se desestimuló a adoptar tecnología. Hoy tenemos un tercio de los productores que están bastante bien y dos tercios que no han adoptado tecnología. En los últimos meses hubo un salto en los precios y eso abre una perspectiva un poco mejor, aunque también subieron los insumos, los fertilizantes y los granos, que son la ración para las vacas. De todas maneras, es mejor este escenario. Aunque viene bajando el precio, este escenario permite intentar hacer transferencia de tecnología y que la adopten los productores porque les puede quedar más margen. Adoptando tecnología, tecnología productiva, cosas muy simples y de bajo costo, y que haya un buen clima que ayude, una primavera buena y un verano bueno, se puede aprovechar para descargar algunas de las piedras de la mochila que carga el sector. Si no se invierte en la lechería, no va a haber más producción.

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