La fuerte alza de los insumos, particularmente de granos como el trigo, maíz y soya, así como el alto costo de los fertilizantes para producir impacta también a los productores lecheros, disminuyendo su ya acotada rentabilidad, lo que lleva a que sólo subsistan los productores con rebaños altamente eficientes.
Una de las medidas que ayudaría a enfrentar este escenario es invertir en tecnología que permita, con la misma cantidad de vacas y menor uso de insumos, obtener más y mejor producción láctea, lo que permitiría mejorar la rentabilidad y hacer el negocio sostenible en el tiempo.
“Hoy vemos que el costo de los principales insumos —fertilizantes y granos— se ha incrementado fuertemente, por lo que estamos en la parte baja del ciclo (de rentabilidad) lo que ha hecho que disminuya el número de rebaños lecheros en el país”, diagnostica Jorge Lama, Gerente de Servicios y Proyectos de Cooprinsem.
De acuerdo con los especialistas, las mejores áreas para invertir en equipamiento son el área de ordeña, el monitoreo corporal y nutricional de los animales, junto con herramientas para verificar el desarrollo de la pradera.
Las ventajas de la ordeña robótica
Una de las tecnologías más implementadas en los últimos años han sido las máquinas con sistema de ordeño automático (AMS, por sus siglas en inglés), las que ayudan a aumentar la eficiencia de la ordeña, a utilizar menos mano de obra, así como para favorecer el bienestar y la comodidad del animal.
“(Las vacas) se desplazan solas por el predio bajo un diseño de pastoreo preestablecido y, como parte de este diseño, la vaca pasa por la sala para ser ordeñada. Este manejo implica que se reduzcan casos de cojeras”, dice Sergio Iraira, investigador de INIA Remehue y especialista en tecnología e innovación en lecherías.
Lo anterior se debe a que, comúnmente, las vacas son arreadas hasta la sala de ordeña. Sin embargo, como no todas son igual de rápidas, algunos ejemplares pueden sufrir problemas podales si no son trasladadas a una velocidad adecuada. De todas formas, para disminuir al máximo estos problemas, se recomienda contar con un buen camino entre la máquina de ordeña y la pradera.
Así y una vez que el animal se acerca a la máquina, un software detecta el chip denominado Dispositivo de Identificación Individual Oficial (DIIO) que otorga el permiso de ordeña. Si debe ser ordeñada, el sistema automáticamente le permite avanzar hacia el robot de ordeña que realiza el procedimiento de limpieza de ubre, ordeña y aplicación de dipping (sellado de los pezones lecheros evitando que se infecten).
En caso de no autorizar el permiso de ordeña, la vaca es dirigida hacia la zona de pastoreo de la cual proviene.
“Si le toca ordeña, (el brazo robot) limpia las tetinas (lo que es opcional) y coloca las pezoneras, una a la vez”, explica Clara Inés Pardo, investigadora y docente de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario en Bogotá, Colombia, y especialista en innovación y tecnología para el agro.
La ordeñadora realiza el proceso de forma independiente para cada cuarto de la ubre, por lo que, si uno de los cuartos de la glándula se queda sin leche, el aparato retira automáticamente la pezonera, reduciendo considerablemente las probabilidades de aparición de mastitis, evitándole dolor y que reduzca su productividad.
Además, durante el proceso de ordeña, se puede configurar el robot para que le ofrezca a la vaca un concentrado según producción.
Por lo general, dicen los especialistas, se utiliza un concentrado peletizado para que el suministro sea fácil y no tenga problemas de que se formen tacos en la cadena de suministro de alimento.
“El proceso de ordeña implica el suministro de concentrado simultáneamente. La ordeña con robot permite el ingreso de una vaca a la vez a un recinto donde recibe una cantidad de concentrado asociado a su producción. Al estar la vaca sola no se genera estrés de competencia por la ingesta de este alimento, lo que aumenta su bienestar”, asegura Sergio Iraira, investigador de INIA Remehue y especialista en tecnologías e innovación del rubro lechero.
Una vez que el proceso de ordeña termina, las pezoneras se retiran automáticamente y el brazo robot aplica un producto que sella el esfínter de cada pezón para reducir las posibilidades de infección. En ese momento la vaca es liberada para que vuelva a transitar por la pradera o el establo. Todo el proceso involucra un mayor bienestar animal, ya que no siente presiones de ningún tipo y que, además, tiene como resultado una mejor productividad.
De hecho, según estimaciones del sector, a la larga, este sistema aumenta las ordeñas sobre todo en el período más productivo del bovino, llegando a 2.4 e incluso 2.8 ordeñas diarias, versus el sistema tradicional que suele llegar a 1.8 o 2 ordeñas diarias, lo que, en promedio, aumenta el rendimiento productivo de cada vaca en un 10%.
Monitoreo constante de los animales
Contar con datos sobre el estado de salud, productividad y nutrición de cada animal del predio es fundamental para detectar rápido cualquier anomalía y tomar decisiones rápidas e informadas, considerando que un animal menos productivo, puede ser un golpe difícil de sortear para las lecherías, especialmente en los tiempos actuales.
Por ello, los especialistas indican que los sistemas de monitoreo son claves.
“Hay diversos tipos de tecnologías y programas de gerenciamiento de rebaños que permiten visualizar y tomar decisiones con información en tiempo real de las vacas, capaces de integrar distintos componentes tanto de la sala de ordeño, medición electrónica de la producción y análisis de conductividad, como externos: romana al paso, puertas separadoras, cámara de condición corporal, medición de actividad, dosificación de alimento, entre otros”, dice Jorge Lama.
Dicha integración puede lograrse, por ejemplo, con sistemas de información o sensores conectados a una nube donde llegarán todos los datos en tiempo real, los que posteriormente pueden ser consultados en un computador o celular, para revisar las tendencias, cambios o problemas que puedan surgir.
“Esto permite visualizar información y contar con evidencias de lo que está sucediendo de forma global en la finca (predio) o personalizada con un animal que esté enfermo y sea mejor aislar. Estos sistemas, de acuerdo a como se programen, pueden generar alertas para tomar los correctivos respectivos”, añade Clara Inés Pardo.
Otras alternativas de monitoreo son los podómetros, ubicados en un miembro posterior y que registran la actividad de la vaca por unidad de tiempo.
“Ello permite detectar con mayor precisión el celo de las vacas, considerando que la actividad del animal en celo aumenta hasta cuatro veces por sobre la normal”, explica Iván Calvache, Zootecnista e investigador de INIA Remehue.
Otra herramienta son los acelerómetros, que constan de medidores de actividad ubicados alrededor del cuello, que monitorean en forma continua la actividad de la vaca y sus niveles de rumia.
También, se encuentra en desarrollo, una plataforma de pesaje de pasada, para ser instalada en los potreros.
“Esta permitiría mantener un seguimiento en el peso de los animales con mayor frecuencia, lo que contribuiría a una toma de decisiones más temprana, ante cualquier disminución de peso vivo”, añade Iraira.
Eso sí, estas herramientas o softwares no son milagrosos, pues solo entregan números o información sobre la actividad o condición del animal, por lo que es tarea del productor evaluar, analizar y tomar decisiones frente a las posibles medidas a tomar.
“Lo importante de estas herramientas es poder realizar un buen benchmarking con otros productores o indicadores referenciales que permitan comparar la gestión propia con buenas referencias para determinar si el trabajo se está haciendo bien o hay espacios de mejora”, señala José Luis Delgado, gerente de la Asociación Gremial de Productores de Leche de la Región de Los Ríos (Aproval).
Drones para analizar la pradera
Otra alternativa para elevar la productividad es monitorear constantemente la pradera con el uso de drones, los que puede complementar las imágenes satelitales a las que tenga acceso el productor.
“En especial en el sur del país, la medición de forraje utilizando imágenes captadas por drones, puede ser una alternativa que minimiza el problema generado por la alta nubosidad, condición que reduce la efectividad de imágenes captadas por satélites y que también determina la disponibilidad de materia seca de las praderas”, plantea Sergio Iraira.
Para su uso, el dron necesita contar con cámaras multiespectrales las que permite capturar imágenes en distintas bandas que, tras procesarlas en un software, se pueden obtener índices vegetacionales como el NDVI (Indice de Vegetación de Diferencia Normalizada).
Esto será de gran ayuda, entre otras cosas, para determinar qué áreas de la pradera pueden requerir más o menos fertilizante, evitando sobrefertilizar y realizar gastos que, hoy en día, pueden ser críticos para el negocio.
También es posible operar con una cámara convencional RGB (Red, Green, Blue), que posee sensores para detectar distintos rangos del espectro electromagnético, invisibles para el ojo humano, lo que permite identificar espectros infrarrojos y/o termales, permitiendo saber qué áreas de la pradera están más o menos estresadas en términos hídricos, dónde hay más fotosíntesis o las temperaturas que alcanzan las distintas áreas de la pastura.
De esta forma, se puede estimar el consumo aparente de materia seca de forma inmediata. Además, las imágenes bien calibradas permiten estimar el valor nutritivo de la pradera, lo que ayuda al momento de hacer un presupuesto forrajero, aspecto crítico para evitar el sobreconsumo de la pastura.
“Estas son buenas herramientas que contribuyen a optimizar la producción de leche, puesto que sirven para el manejo y gestión del pastoreo, en cuanto al cálculo instantáneo de la oferta forrajera, pre y post pastoreo”, explica Iván Calvache.
Pregunta clave, ¿cuánto invertir?
Antes de invertir y decidirse por una tecnología en particular, es necesario evaluar muy bien las necesidades del predio y qué áreas y procesos pueden ser más beneficiados con esa inversión.
Así, por ejemplo, si el sistema de ordeña voluntaria que tiene un costo cercano a los $ 90 millones —sin considerar su implementación— y que puede ordeñar cualquier tipo de vaca (cada robot puede ordeñar 90 vacas), requiere que el animal tenga una producción mínima de litros por lactancia para que el retorno se de en un tiempo prudente.
“Se debe considerar utilizar vacas que registren por sobre los 7.000 L/lactancia. Con este tipo de vaca, sumado a un adecuado manejo de alimentación, reproductivo y sanitario, la inversión podría estar pagada en un plazo de siete a ocho años”, dice Sergio Iraira.
Por lo que, si las vacas no alcanzan ese piso productivo, lo recomendable será buscar otras alternativas como los sensores, drones y sistemas de captura de información y procesamiento, realizando inversiones escalonadas.
“La inversión depende de lo que se quiere automatizar, es decir, del alcance del proyecto. Si es solo sistema de información, sensorización del proceso, entre otros, el costo es relativo, pero se pueden realizar inversiones escalonadas que podrían iniciar en U$5.000”, dice Clara Inés Pardo.
A lo anterior se debe ponderar el modelo de negocio y productivo de cada empresa.
Por ejemplo, si las tecnologías serán implementadas en empresas pequeñas y medianas, la automatización a través de robots pueda ser una alternativa, especialmente para enfrentar las dificultades de acceder o retener mano de obra. Aunque esto dependerá de si esta se encuentra o no integrada verticalmente en una industria consolidada.
“Si el productor (mediano o pequeño) no está integrado verticalmente en una industria procesadora consolidada, es difícil pensar en involucrarse en una inversión de una magnitud tan grande”, dice José Luis Delgado.
El auge de las ordeñadoras automáticas en sistemas pastoriles
Si bien las ordeñadoras automáticas fueron diseñadas para sistemas de producción estabulados o mixtos, su uso se ha masificado de forma considerable en las praderas de nuestro país.
“En los últimos años se han estado introduciendo en sistemas pastoriles como los nuestros en el sur de Chile, donde la combinación de la ordeña automática con la base de la alimentación (pradera) presenta un gran desafío”, dice José Luis Delgado.
Prueba de ello, complementan desde Cooprinsem, es que la demanda por estos sistemas ha ido en aumento, sobre todo debido al incremento en el costo de la mano de obra en los sistemas de ordeño tradicionales.
“En Chile ya tenemos más de 100 equipos robóticos de ordeño operando, estos equipos automatizan todo el proceso de la ordeña propiamente tal, el productor ya no se tiene que preocupar de la rutina de ordeño ni de la irregularidad en la forma en que podría trabajar el ordeñador”, dice Jorge Lama.