El Instituto de Estudios (Ieral) de la Fundación Mediterránea emitió un informe en el que advierte que la gran volatilidad que existe en la cadena láctea es uno de los principales impedimentos para que el sector logre un mejor desarrollo y no esté inmiscuido en crisis recurrentes.
TAMBO. La recuperación de precios que observaron en el último año se cortaría en el segundo semestre. (LA VOZ/Archivo)

“Resulta preocupante la volatilidad de precios que se observa en la cadena láctea, particularmente en el de su materia prima clave. En un año los tambos pueden perder el 40 por ciento del valor de su producto (en poder de compra), como sucediera en 2015, y en otro recuperar un 45 por ciento, como ha sucedido en los últimos 12 meses”, subraya el reporte elaborado por los economistas Juan Manuel Garzón y Nicolás Torre.

Y agrega: “Si a este riesgo de mercado se suma el riesgo productivo (clima, manejo), el riesgo intrínseco a la actividad es muy alto. Un ciclo malo (precios, clima) puede herir de tal forma que muchos actores no llegarán al ciclo bueno”.

Además, sostienen los investigadores, no es un problema sólo para los tambos sino también para las pymes del sector que “deben lidiar con gran volatilidad de precios de su materia prima pero también de sus productos finales, en particular de aquellos tipo commoditie”.

En este contexto, el Ieral reconoce que “no es sencillo” suavizar estos vaivenes. Para lograrlo, considera que debería haber mayor estabilidad macroeconómica y cambiaria, condiciones financieras de países “normales” (tasas, plazos), mayor integración con el mundo y diversificación de mercados, apoyo público permanente a los exportadores y mayor predisposición por parte de las empresas a invertir en activos “estabilizadores” (por ejemplo, instalaciones para atenuar efecto del clima sobre la producción.

Se acabó el alza

Estas advertencias de Garzón y Torre surgieron luego de analizar lo sucedido durante el primer semestre con la lechería, que cerró con muy buena rentabilidad gracias a un precio al productor que trepó hasta 15,15 pesos por litro, más del doble de los 6,75 pesos que cobró en junio de 2018.

Significa, descontada la inflación, un incremento en términos reales del 46 por ciento, medido en poder de compra de una canasta básica de bienes y servicios.

Según el Ieral, varios factores confluyeron en este fenómeno. En primer término, la caída del 5,8 por ciento en la producción de leche cruda, con un pico del 8,3 por ciento en el primer trimestre y una retracción menor, del 3,2 por ciento, en el segundo. Ahora, todo indica que comenzará el habitual ciclo de incremento de la oferta para fin de año, lo que lógicamente presionará los precios al productor.

“Por otra parte, la dinámica exportadora, que fuese tan intensa el año pasado, se resintió en forma notable este año. Las exportaciones han absorbido en promedio 128 millones de litros de leche equivalente por mes en los primeros cinco meses de 2019, un flujo que es nueve por ciento menor respecto al del mismo período de 2018”, agrega el informe.

El deterioro de las exportaciones asoma difícil que se corte hasta tanto no se observe una suba relevante del precio internacional de la leche en polvo y/o del dólar en el mercado interno. “Ni siquiera una eliminación de los derechos de exportación tendría la potencia para llevar márgenes de exportación al nivel que, según los datos históricos, se requiere para incentivar los envíos al exterior”, subraya el Ieral.

Y concluye: “Valorando los factores anteriores, teniendo en cuenta la incertidumbre, la desconfianza que todavía prima respecto del futuro del país, considerando que la recuperación del consumo probablemente será lenta y no muy vigorosa, la balanza luce más inclinada hacia la finalización y no la continuidad del ciclo ascendente de precios”.

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