Muchas de las decisiones que tomamos en nuestra vida son el resultado de creencias profundamente arraigadas, como nuestra fe, ideología política, tradiciones culturales, etc. Sin embargo, estas posturas no siempre son del todo coherentes.

Un ejemplo de ello es la “paradoja del queso”, que evalúa una posible contradicción en los argumentos de los vegetarianos que comen queso. La idea forma parte de un artículo publicado en la revista científica Appetite, que publica artículos relacionados con el estudio de la alimentación y la nutrición humanas.

En este estudio, los investigadores analizaron el comportamiento de voluntarios que se declaraban vegetarianos pero seguían consumiendo productos animales distintos de la carne, como huevos, leche y queso.

La idea era entender lo siguiente: si los vegetarianos no consumen carne porque tienen una preocupación moral por los animales, ¿cómo pueden consumir huevos, leche y queso cuando la producción de estos alimentos también depende de la explotación de los animales? ¿Existe una contradicción en este argumento?

Para responder a ésta y otras preguntas, los investigadores realizaron una serie de entrevistas a voluntarios. El resultado mostró que los vegetarianos consultados se dan cuenta de la contradicción, pero intentan minimizarla con argumentos que justifican su decisión de consumir alimentos de origen animal.

Los argumentos utilizados para justificar el consumo de queso

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Los vegetarianos fueron estudiados en un artículo de la revista Apetite. Fuente: Getty Images

El artículo muestra que los participantes en el estudio decidieron no comer carne por una postura moral y ética. Reconocían que comer otros alimentos de origen animal podía contradecir esta postura, pero argumentaban que renunciar a la carne era más sencillo que renunciar a los huevos, la leche y el queso.

El estudio también muestra que muchos participantes consideraban que no comer carne ya era una forma de contribuir a las causas en las que creían y que comer huevos, leche y queso reducía el coste de ser vegetariano.

Los investigadores observaron que cuanto más industrializado era un producto, como en el caso del queso, menos se asociaba con los animales o con el sufrimiento que su producción les generaba.

Muchos voluntarios del estudio mostraron cierta repulsión hacia la leche, pero no se observó el mismo rechazo hacia el queso. En la práctica, comer queso sería peor para la salud de los animales que beber leche, porque se necesita mucha leche para producir queso. Se necesitan unos 10 litros de leche entera para producir un solo kilo de queso.

Otro argumento utilizado para justificar el consumo de estos alimentos sería su origen, que responde a normas de producción conscientes y acordes con sus creencias, como la elaboración de productos ecológicos que, en teoría, respetan a los animales.

La paradoja del queso es un ejemplo de disonancia cognitiva

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Fuente: Getty Images

La disonancia cognitiva se produce cuando una persona se siente incómoda debido a una contradicción entre lo que piensa, lo que siente y lo que hace. Este sentimiento puede darse en muchos ámbitos de nuestra vida.

En el caso de la paradoja del queso, muchos vegetarianos que participaron en el estudio experimentaron este malestar, porque se hicieron vegetarianos por una razón moral (defender a los animales), pero al seguir comiendo queso crearon una contradicción que, al revelarse, generó malestar.

Cuando esto ocurre, es común que las personas intenten crear argumentos para minimizar este malestar, pero también es común que lo acepten y dejen de hacer lo que contradice su creencia inicial – o, también pueden dejar de lado esa creencia.

Por cierto, las personas que comen carne pero dicen amar a los animales pueden tener la misma experiencia.

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