Tradicionalmente, alimentadas con leña o combustibles fósiles, estas unidades térmicas enfrentan en la actualidad un escenario cambiante, con aumentos en los costos, exigencias ambientales y la necesidad de mejorar la eficiencia operativa. En este contexto, alternativas de combustión como el pellet de madera están en auge.
¿Qué es el pellet y por qué está ganando terreno?
El pellet es un biocombustible sólido fabricado a partir de residuos de la industria forestal, como aserrín y viruta seca, comprimidos en pequeños cilindros de alta densidad. Esta simple transformación convierte lo que antes era un desecho en una fuente de energía limpia, uniforme y eficiente.
En comparación con la leña, el pellet presenta ventajas notables: tiene un menor contenido de humedad (alrededor del 8% frente al 25%-50% de la leña), lo cual se traduce directamente en una mayor eficiencia de combustión; produce menos cenizas; ocupa menos espacio de almacenamiento; y permite una alimentación automática de la caldera, reduciendo considerablemente la necesidad de intervención humana.
Reemplazo real y sostenible de leña y combustibles fósiles
El pellet, en cambio, es una fuente renovable, carbono-neutral en su ciclo de vida: el CO₂ que emite al quemarse es equivalente al que el árbol absorbió durante su crecimiento. Esta característica lo posiciona como una alternativa clave frente a los desafíos globales de descarbonización, y permite a las industrias lácteas comenzar un proceso de transición energética sin comprometer su productividad.
La leña, aunque históricamente ha sido un recurso energético accesible y conocido en el sector rural, presenta serias limitaciones operativas. Su humedad variable reduce la eficiencia de combustión, produce mayores niveles de humo, hollín y cenizas, y requiere un almacenamiento voluminoso y desordenado. Además, su manipulación exige más personal y genera condiciones laborales menos seguras.
El pellet, en cambio, permite una operación mucho más limpia, eficiente y automatizada. Los quemadores de pellet de última generación pueden dosificar el pellet con precisión, manteniendo una combustión constante y eficiente, lo que se traduce en ahorro de energía y reducción de costos operativos, sin importar la edad o tipo de caldera en la que es colocado.
Reducción de personal operativo
Una de las ventajas más valoradas por los encargados de mantenimiento y producción es la reducción de intervención humana que permite el uso de pellet. Las calderas alimentadas a leña requieren carga manual frecuente, supervisión constante, y limpieza habitual por acumulación de residuos sólidos.
“La colocación de un quemador, cuyo funcionamiento es automático y autónomo (ya sea mediante tornillos sinfín o tolvas) reduce drásticamente la necesidad de operadores exclusivos para el manejo del combustible.
Esto posibilita redirigir al personal hacia tareas de mayor valor agregado dentro de la planta, optimizando la estructura laboral sin comprometer la continuidad operativa”, señalan desde American Burners, una empresa referente del sector, dedicada a la fabricación de quemadores industriales, sistemas térmicos inteligentes, generadores de calor y sistemas de combustión, entre otros productos.
Ahorro de espacio de almacenamiento
Otra ventaja concreta del pellet es su densidad energética por volumen. “A igualdad de energía calórica entregada, el pellet requiere entre un 60% y un 70% menos de espacio que la leña. Esto se traduce en un importante ahorro logístico, especialmente en establecimientos donde el espacio bajo techo es limitado o se busca reducir la exposición del combustible a la intemperie.
Además, al venir envasado o almacenado en silos cerrados, el pellet mantiene sus propiedades estables y protegidas de la humedad ambiental, algo muy difícil de garantizar con pilas de leña a cielo abierto”, destacan desde la firma, que también es proveedora de este combustible para los productos que provee a la industria.
Sin roedores, sin humo, sin hollín
El almacenamiento de leña y otros combustibles orgánicos a granel suele atraer plagas como roedores e insectos, que encuentran en esos depósitos refugio y alimento. El pellet, al estar seco, compacto y limpio, no genera las condiciones propicias para estos animales, eliminando un riesgo sanitario que puede afectar tanto al personal como a los productos alimenticios cercanos.
Asimismo, la combustión del pellet genera un humo casi imperceptible, con emisiones mínimas de partículas en suspensión, a diferencia del humo espeso y corrosivo de la leña húmeda. Esto no solo mejora la calidad del aire en las instalaciones, sino que reduce el deterioro de conductos y chimeneas, prolongando su vida útil y reduciendo costos de mantenimiento.
Reducción de emisiones contaminantes
Más allá del CO₂, el pellet presenta una notable ventaja en la reducción de emisiones de compuestos peligrosos como óxidos de nitrógeno (NOx), monóxido de carbono (CO) y material particulado. En calderas adecuadamente calibradas, el pellet puede emitir hasta un 90% menos de partículas en comparación con la leña, lo que contribuye directamente a cumplir con normativas ambientales cada vez más estrictas y a cuidar la salud de los trabajadores y vecinos.
Conversión sencilla de calderas existentes
“Una de las preguntas frecuentes de los productores es si deben reemplazar completamente sus calderas para poder usar pellet. La respuesta, en muchos casos, es no. Los quemadores de American Burners permiten adaptar calderas existentes, especialmente aquellas diseñadas originalmente para leña, para que puedan funcionar con pellet”, señalan desde la firma.
En este sentido, aclaran que “el cambio suele incluir un quemador especializado, un sistema de alimentación automatizada y algunos ajustes en los controles de combustión. Esta solución tiene un doble beneficio: reduce la inversión inicial y acelera la puesta en marcha del nuevo sistema”.