Y basta un ejemplo significativo. De acuerdo con Carlos Albornoz, presidente del Instituto Venezolano de la Leche y la Carne, el venezolano consume menos leche que el cubano. E indica las cifras que maneja el organismo: en el territorio nacional se consumen aproximadamente 55 litros de leche por persona al año, mientras que en la isla se toman 10 litros más. No es que estén del todo bien, pues la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación es de 120 litros.
Es verdad que los cubanos tienen más de 60 años padeciendo hambre y necesidades con la excusa de las sanciones impuestas por el malvado “imperio”, pero que no se pierda la cuenta, pues Venezuela ha financiado el gasto de los últimos 20 años en detrimento de la calidad de vida de los venezolanos. No es que uno merezca más que otro, es que ninguno de los dos pueblos merece una dictadura como la que les maneja el destino.
Tampoco en consumo de carne sale bien parada Venezuela. Las cuentas de Invelecar aseguran que cada habitante consume solo 3 kilos de proteína de bovino al año; si se compara con la vecina Colombia, la diferencia es grande, pues allá la cifra aumenta a 17 kilos.
Pero todo esto lo que significa es que el régimen se ha dedicado en dos décadas a destruir el campo venezolano y hundir en el lodo a los productores que no saben qué hacer con todo lo que han invertido en capital y en trabajo para darle de comer a Venezuela.
Albornoz asegura que mejor están los ganaderos que los lecheros, aunque a todos les afecta la inflación y el descontrol cambiario. Sin embargo, asuntos como la falta de combustible han hecho que en vez de leche se comercialice queso, porque es la única manera de no perder todo lo invertido y lo que dan las vacas.
El productor del campo no gana una con el régimen. Internacionalmente, el precio del litro de leche es de 0,30 centavos de dólar, pero aquí en Venezuela se les paga 0,10 centavos. ¿Cómo no sentirse abandonados y sin estímulo para seguir produciendo? Y mientras menos salga de nuestras tierras más importación y más chanchullo habrá, que es lo que les gusta a los rojitos.
Pero también más desnutrición y más tristeza, pues pocos son los que pueden pagar el precio de los productos importados. Si esto no es matar de hambre a un pueblo, si esto no es un crimen de lesa humanidad, que respondan los partidarios de los chavistas cómo se llama este delito masivo.