Las bebidas vegetales no pueden llamarse leche. Esta práctica vulnera los derechos del consumidor, lacera el honor de un alimento milenario, único en la naturaleza por su origen y sus propiedades, y menoscaba la moral de sus productores.

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La única leche, es la que sale de las glándulas mamarias de la hembra de un mamífero. La más popular en muchos lugares, es la de vaca. Las denominaciones deshonestas atentan contra los derechos de los consumidores a una información alimentaria clara, objetiva y contrastada científicamente y dañan a sus productores.

La sobreexposición a la desinformación sobre la alimentación que sufre la población mundial la expone a tomar decisiones basadas en fuentes no científicas,  poniendo en riesgo su salud, sobretodo en el caso de productos sensibles destinados, por ejemplo, a la alimentación infantil y cuyos aportes nutricionales son irreemplazables. 

La etiqueta de un alimento o su publicidad deben garantizar información veraz, no sólo para no poner en riesgo la salud, sino para no vulnerar la autonomía de los individuos que podrían condicionar sus decisiones en base a motivos equívocos: la ambigüedad en las denominaciones o pictogramas, la ubicación en los espacios comerciales, las opiniones y recomendaciones provenientes de fuentes incomprobables, pero impactantes, al alcance de todos.

La información clara, sostenida en evidencia científica y objetiva permite al consumidor ejercer una elección libre y responsable.

Que alguien corra el riesgo de confundir un alimento con otro, es un problema de seguridad alimentaria, de salud pública y de salud individual. El Estado y sus instituciones deben proteger al consumidor y garantizar sus derechos.

El “leche de…” en una bebida vegetal busca, sin lugar a dudas, que el consumidor opte por ésta, en vez de la leche. Si además están en la misma góndola, se le está diciendo que es similar, y ¿Sabe el consumidor qué diferencias nutricionales hay entre las bebidas vegetales y la leche, y cómo son absorbidas por su organismo según su procedencia? No, porque se le miente con descaro. Le miente hasta el “profesional” de la salud.

El mercado de bebidas vegetales está creciendo, y lo hace a medida que las personas reemplazan la leche de sus dietas por estas bebidas, ya sea por por razones médicas como intolerancias o alergias, o por un estilo de vida basado en principios éticos, aspiracionales o ideologías personales.

Las bebidas vegetales que se arrogan propiedades lácteas son suspensiones de material vegetal disuelto en agua, que luce parecida a la leche de vaca. Estos extractos de legumbres, frutos secos o cereales tienen las propiedades nutricionales de su fuente vegetal y las que se le agregan artificialmente en su procesamiento. 

Una ingesta inadecuada de estos nutrientes puede poner en riesgo la salud de grupos vulnerables como niños en fase de crecimiento, mujeres postmenopáusicas y mayores, porque  la leche y las bebidas vegetales son dos cosas diferentes, con orígenes, ingredientes y nutrientes distintos. 

Es completamente necesario que  esta nueva gama de productos que se está haciendo espacio en la canasta alimentaria de las personas, venga la de la mano de información responsable para su consumo, no como reemplazo de la auténtica leche. Y sobre todo que no se cuelguen la ubre de la noble vaca.

Por otra parte los productos que imitan, sin su éxito nutricional a los lácteos reales, son considerablemente más caros, por lo que convencer a una población de que “el bien” va por ahí, es obligarlos a ser cada vez más pobres. 

Desinformación y competencia desleal: 

Utilizar el término “leche” en productos no lácteos genera confusión entre los consumidores y, desvaloriza a la leche de vaca que ha sido consumida durante siglos y tiene un perfil nutricional bien establecido, rico nutrientes esenciales de alto valor biológico.

Al llamar “leche” a bebidas que no lo son,  permitimos una competencia desleal y los consumidores que buscan los beneficios específicos de la leche de vaca, son engañados.

Impacto en los agricultores: 

La promoción deshonesta de bebidas vegetales, que denosta la legítima leche, y la apropiación de su  denominación atentan contra la agricultura y los productores lecheros.

El creciente consumo de bebidas vegetales, en reemplazo de la auténtica leche,  pone en crisis su demanda, afecta a las comunidades rurales que dependen de su producción. Reduciendo sus ingresos y generando dificultades económicas, en un sector que de por financieramente difícil . La producción de leche requiere cambios constantes y es financieramente difícil para los productores.

 

Valor cultural y tradicional: 

La producción de leche de vaca y los productos lácteos tienen un valor cultural y tradicional arraigado en muchas sociedades alrededor del mundo. La promoción de las bebidas vegetales como apócrifa contrapartida “saludable y medioambientalmente amigable” erosiona las prácticas y conocimientos transmitidos de generación en generación en torno a la producción y consumo de productos lácteos, afectando a la identidad y al patrimonio cultural de las comunidades.

Consumir lácteos hace bien. Es ancestral, es nutritivo, es saludable, y no tiene igual.

Vos ¿Ya tomaste tu vaso de verdadera leche hoy?

 

Valeria Hamann

 

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